Fatum

           





Fatum









Pedro Arturo Estrada









   Prólogo de Luis Germán Sierra:



 



LA POESÍA TOCA LAS PUERTAS DE LA NOCHE

       
De qué se nutre la poesía de Pedro Arturo Estrada. De qué están  llenas estas páginas en apariencia desoladas, al  parecer  ensimismadas  en  lejanías,  en  las  abatidas  alas  de  una,  de  muchas  preguntas inconclusas. Y también cabe preguntarse de qué están vacías, qué alimenta la densa sombra de sus efluvios.

No surge una respuesta segura, una afirmación que nos lleve al otro lado de su mundo  sombrío, de su rostro penumbroso.

No es posible hallar en este libro un propósito deliberado que nos conduzca hacia  conclusiones más o menos firmes. El autor no escribe bajo un sistema, digamos temático, que sirva de cauce para indagar sus intenciones, para allanar un camino que dé frente a su desnuda claridad.

El poema nos conduce, a veces caudalosamente, por los interiores de un alguien que, descubrimos con asombro, se parece mucho a nosotros:



      Y el mundo, sí, siempre estará ahí


       empotrado en cada uno, como la vida


       que discurre ‘por igual’ para todos…




Porque todos estamos hechos, también, de aquella materia fantasmal y terca que en ocasiones nosmenseña sólo las extensiones del abismo. Pero es un abismo encantado, enamorado de la palabra. Entonces ya no es una queja huera, un lamento disonante y extraviado, sino el encuentro de una posada, el refugio de la soledad: ¿Puede ser otra cosa el poema?




       Monstruosa crece la soledad en tu carne


       y el ojo de la muerte te corona.


       No te queda otra belleza


       que la belleza


       del abismo.




El  encantamiento  del  poeta  hacia  la  soledad  y  la  noche,  hacia  los  dominios  de  la  muerte,  está apuntalado en la triunfal morada de la palabra. Precisa, austera, cargada de ensoñación y de presencia, la palabra triunfa sobre la inerte materia de la muerte. No niega su faz amenazante: la seduce con el arte del sentido, y la muda compañía.

Hay que alejar la tentación de llamar oscura a esta poesía:



       Despiertas en el estupor


      y nada sabes,


      casi nada comprendes.




Hay que alejar la manía de buscarle comodines conceptuales al arte. El poeta se reconoce oscuro, y reta  a  la  oscuridad.  Nombra  al  “sinuoso  reptil  que  somos”  y  le  increpa  a  que  “salte  a  la  luz  un  día  y reviente”. El poeta lleva consigo las mejores armas y por eso no teme nombrar, no le hielan el alma los más duros presagios.

El poeta no oculta la decepción que le produce la realidad, no niega el lado oscuro que ella proyecta, y lo dice. Oscura, pues, es un adjetivo que dejaremos para la mala poesía. La que, aunque hable de claridades y optimismos, no pellizca ni débilmente el alma del lector.

La poesía de Pedro Arturo Estrada no finge una incertidumbre, no propone un abismo, no nos llena de razones para ponernos del lado negro de la vida. Es una poesía concebida desde la incertidumbre del alma del  poeta.  Y  es  un  poeta  quien  está  frente  a  nosotros,  no  un  saltimbanqui.  Está  lejos  de  hacernos  una propuesta, como si fuese un negociante, como si fuese un proxeneta. El poeta no propone, no esquilma, no negocia. El poeta dice. Y en su decir hay siempre  una contradicción, porque tampoco es un oráculo o un vendedor de ilusiones. No pretende parecer correcto, ni quiere educar a nadie para ser un buen ciudadano, o para emprender el camino derecho de la salvación. El  lector yerra el tiro cuando  busca en el arte motivos edificantes. Y más lo equivoca el artista (que nunca lo será, entonces), cuando se pierde tras la pesquisa de mundos felices.

Estos  poemas  se  nutren  de  luz  y  de  sombra.  No  en  vano  el  autor  tituló  su  primer  libro  Poemas  en blanco y negro 1. La luz, más que una visión optimista del mundo, más que el tema que nos reconcilia con el “lado bueno” de la vida, es el lenguaje, es la poesía, inmersa en todos sus textos.

Al poema Fuego fatuo del amor , que concluye:


       Del fuego fatuo del amor


       no te confíes:


       hasta el último hueso, sangre, fibra, aliento,


      consumirá de ti, insaciable…,




       le sigue Afirmación:



       La poesía


      es el último y verdadero sí


      en medio de tanto no.




El  no  de  la  poesía  de  Pedro  Arturo  Estrada  es  el  mundo  de  fuegos  artificiales,  es  la  vida  vuelta costumbre, amaestrada en la vacía cotidianidad, en las viles trampas del poder y de la miseria del espíritu. A ese no le tiene un sí: la palabra,  el poema, el temblor y la emoción que producen “Su risa de agua y sus pequeños pies / correteando en la hierba de los sueños” (Ninfas).

El  destino  del  poeta  casi  nunca  es  un  destino  afortunado.  Pero  de  esta  afirmación  hay  que  alejar también el patetismo. Porque el poeta elige (casi como nadie) su destino, y se hace receptor del lenguaje de la naturaleza, aun de la más incierta. El poeta no  busca ese lenguaje: éste lo encuentra a él, porque es su más legítimo aliado, su intérprete.  En esa comunión hay una génesis, que es el texto: génesis amorosa y placentera. Tal como afirma Guillermo Sucre de la poesía de César Vallejo:

Escritura directa y también oblicua, remota y presente a la vez, abstracta e  increíblemente concreta, arbitraria y rigurosa, por sí misma ella encarna la experiencia y hace de ésta una verdadera visión, no un simple registro emotivo. Lo realmente  humano en Vallejo no está sólo en  sus sentimientos, aunque estos hayan sido muy intensos; está en su lenguaje: es ahí donde se percibe el riesgo extremo y el desamparo no menos extremo de su destino poético. Aun podría decirse que lo más singular de su poesía es la sensibilidad (la  sensibilización  del)  ante  el  lenguaje.  Frente  a  un  poema  de  Vallejo,  en  verdad,  lo  primero  que  se experimenta es el goce y el sufrimiento de la palabra.[...] 2

Goce  y  sufrimiento  es  todo  verdadero  arte.  Las  manos  vacías  de  un  artista  (todos,  cuando  son  de verdad, llevan las manos vacías) son la vocación de plenitud que tiene el cielo, a donde van las miradas de los hombres que llevan consigo una sensibilidad, un espíritu que no se contenta con el pobre balance que le ofrece la realidad.

Fatum es un libro que invoca la trascendencia en el poema tejiendo la imagen, dándole luz al símbolo, donde  al  final  arde  una  llama  duradera,  perdurable.  Pero  no  se  sume  en  la  inocua  trascendencia  de  las evocaciones, o de las nostalgias por mundos idos, por pérdidas irreparables. Aquí la palabra es contundente al  señalar  la  derrota  de  esos  y  de  estos  mundos.  Sin  nostalgias.  La  pregunta  esencial  es  a  sí  mismo,  al abismo, al lenguaje. No a un dios  que nos abandona, o a la maldad del ser humano. Más bien a su alma desarraigada, despojada de la magia que quizás algún día la asistió, y ahora es casi nada: Pobres ejercicios de noctámbulos aburridos, pirotecnia verbal, teatro de malos fingidores, mentiras maquilladas para pasto de la muerte:



       No hay otro secreto


      en las manos del prestidigitador


      que la realidad menesterosa


      de su vida pretendiendo


      desempolvar la magia


      de la nuestra.




En los pocos poemas donde surge una anécdota, un lugar específico, una escena, hay un giro que de nuevo nos encamina a una lejanía, nos hace apartar la cabeza de la página, como para descubrir en el aire o en algún objeto que topamos, ese chispazo de verdad hecho imagen. Así ocurre en uno de los más hermosos e inquietantes poemas de este libro y de toda la poesía reciente de nuestro país: Café Turkestán, 3:00 p.m.


Entre, escaso lector, a estas páginas donde un poeta le espera con el ánimo más o menos caído, con los ojos cansados más por “esas montañas calcinadas” que por las largas horas de lectura, con las manos vacías llenas de preguntas. Es el mismo poeta que encontrará airoso en su palabra, rodeado de un silencio tranquilo y esencial, con una mirada amorosa hacia usted y hacia la complicidad de su silencio, caminando a pasos cortos con sus manos de pianista en los bolsillos, distante, buscando una ventana por donde mirar el cielo, porque no quiere del todo perder el día.

Luis Germán Sierra J.











FATUM





Para Gilma, Lucía y Juan David,
con mis sentimientos de siempre



PRIMERA PARTE





PASAJERO DE LAS SOMBRAS 

 

Hacia el país de lo desconocido avanzo,
lento pasajero de las sombras.
Un cielo exiguo y bruno
alimenta mi inquietud
con su cauda de lluvias metálicas,
con sus descendimientos mágicos.


Soy el ciego viajero
del corazón lunar.
Aquel que sube y luego cae;
el que se precipita tras el viento
como si fuera su destino.

Una ventana abierta a la noche
es mi alma sobre el abismo de la muerte.
El vértigo se llena de estrellas,
mi vacío, de palabras.






EDAD DE HOMBRE




Sí; caminamos, y el tiempo también camina, hasta que, de pronto, vemos an te nosotros una línea de sombra advirtiéndonos que también habrá que dejar tras de nosotros la región de nuestra primera juventud.

J. Conrad,  Línea de sombra



Atrás
la mirada que indaga en el vacío,
el sueño mal soñado de la juventud.
Sombras, fondos difusos, pálidos
vestigios de los días.
Un rostro deslustrado por el tiempo,
y el corazón, la carne, el hueso,
que tal vez fueron soporte
del milagro de la vida.
Pero nada que conste,
nada que te salve
de esos años perdidos;
nada al fin que te quede
en la sangre, el alma,
de esa tensión continua,
de esos soles y vientos,
de todo cuanto fuiste o creíste ser
en este mundo... 

Ahora miras aterrado
la línea de sombra que te cruza
como el reflejo oscuro de la guillotina...
Despiertas en el estupor
y nada sabes,
casi nada comprendes.





DEL TIGRE Y TU MEMORIA


Al primer fogonazo de la fiebre
el tigre te saltaba del fondo de los párpados.
La asfixia de sus zarpas
en la noche sin ángel, sin miradas.

Era la sombra que acechaba
tras el día turquesa,
el rostro atravesado de gestos oblicuos,
la risa tarántula de las visitas.
Nadie salvaba tus ojos reventados
detrás de las hendijas del postigo
cuando pasaba lento,
el cortejo del mundo ya sin máscaras. 

Sin embargo es ahora,
para siempre es ahora cuando no acude nadie,
y el tigre del vacío es tan real.








EN LA CASA



Para Gilma Zapata



En la casa de taburetes ordinarios,
paredes que la sombra borra,
ella vive y medita,
plancha la ropa y lava
esa mugre acumulada de los días. 

Bajo los techos de cal
vida que se cumple simplemente,
tiempo que se descuelga monótono del almanaque
sin que nadie sepa la aritmética exacta de la muerte,
ni descifre los signos que Dios escribe
en los dormitorios penumbrosos.








EL GRILLO



El grillo todo
se hace estilete,
aguja
que cose la noche a los oídos.
Largo hilo que nunca
dejará de zurcir
su tela negra.



 



LOS OTROS NOSOTROS


Aquellos que también fuimos,
aquellos que quizá aún somos,
desconocidamente otros
siendo sin embargo nosotros.
Parte del juego
de ser y no saber dónde empezamos,
dónde ciertamente terminamos;
qué de verdad nos pertenece,
qué de verdad hemos perdido.
Parte del juego
de haber venido por azar,
equivocadamente, sin rol,
extraviados en medio de una fiesta
donde no nos conocen,
ni conocemos a nadie. 







MORADA REAL


El tiempo excava en ti
una tumba,
el vacío que habitas
ya sin sueños y fáciles
palabras.
Secreto y único lugar
donde más vivamente
te posees. 












 



SABER PERDER


Acaso nada se pierda,
ni la vida, cuando en verdad
nada antes teníamos.
Ni el amor,
que nunca fue completamente nuestro:
espejismo salvaje,
una costumbre más,
un sueño menos.

Saber perder,
Saber pasar sobre las cosas
hacia el camino de la nada;
saber ganar
bajo tanta pérdida aparente.

Saber vencer
en el despojamiento de uno mismo.

Todo olvido,
todo fracaso,
como la única y última
victoria posible.







NADIE 

 

Carne a traílla del vacío
madrugando a su turno
de soledad y náusea.
Dónde está aquel que respiraba
cierta luz y palabras
al aire matinal... 

En las afueras de mí mismo
estoy llamándome.
Parece que no hay nadie.

 






FUEGO FATUO


Ardes solo en la noche
sin voces que te llamen,
sin ojos que te encuentren.

Todo te sabe a nada
y el amor ya no vuelve.

Sólo es tuya la sombra,
el silencio que incrusta
su raíz en tu boca.


 




LUCHA CON EL ÁNGEL


Luego de todo cuanto fue el sueño
a solas se regresa
en la noche, y el ángel
de la verdad que es uno mismo,
medio burlón y sabio,
espera.

 






ANTONIN ARTAUD

 

Para Aarón Rodas

 

La locura tomó forma de flor decorativa
y los poetas recaemos
en los más antiguos y nauseabundos vicios.

Una vez más estás solo
encerrado en tu celda de hechizos,
mientras siquiatras y buenas personas,
gente normal, se juegan
tu túnica de alucinaciones.












BACH 

 

Esa noche
alguien abrió una puerta desconocida,
y la casa fue pasto de la araña
que por primera vez aparecía
en nuestra corta existencia.

Su caliente terror en los poros,
su red meticulosa,
áspera,
metálica,
cayó sobre nosotros.
La llamamos J.S. Bach.

 




MOZART


Para Javier Ángel Estrada, in memoriam




 


Al despertar de golpe esa mañana,
el cuarto rebosaba de una suave alegría.
Los cristales llameaban con un resplandor de oro.

Comenzó a estremecerme
aquella sensación de sedosas
alas en el aire...

Fue entonces cuando mi hermano
hacía rato despierto,
dijo lleno de una fuerte convicción:
oye, es Mozart.

 





LAS BRUJAS DEJABAN CONTEMPLAR SUS ENCANTOS 

 

Para Óscar González



 
He visto sonreír las caras ebrias de las hechicheras
aquellas noches,
cuando las horas altas oprimían los huesos
y el alma se arrastraba
como una luna achacosa. 

Jóvenes y expertas en un arte de siglos,
febriles, vagamente sensuales,
untaban sus ungüentos prodigiosos
como si acariciaran un amante dormido
en sus cuerpos desnudos...

Mi corazón bebía compartiendo el secreto,
el vino oscuro, mágico,
de una nueva locura.

 







SUEÑO BLANCO 

 

Sólo es el sueño blanco de la palabra
y recordarlo y decirlo
si es posible aún,
y romper ese círculo terrible
del insomnio.
Sólo es el sueño blanco de la vida
y mantenerlo en vilo y mantenerlo
sobre el oscuro sueño de la muerte.
Sólo es el sueño blanco de tu amor y el mío,
y perdernos en él sobre la vida
sobre la muerte y sobre
las palabras.




PIES DESNUDOS 

 

La noche
oscuro país en ruinas
y en mi cuarto tus pies
crueles,
blancos,
malvados.

Tus punzantes pies desnudos.

Toda la noche caminaron
como niños perdidos en un bosque,
como dos reyes ciegos en la oscuridad.

En el amanecer
sólo huellas muy tenues brillaban con el sol.






FUEGO FATUO DEL AMOR

Para Stellia Gómez M.

 
No le creas todo al amor. Guárdate
de sus miradas de manso leopardo.
La destrucción viene por dentro.

Cuando escales la fiebre de la luna,
cuídate. Los venenos del cuerpo
llegan también por la luz y el dulce viento
en que sin darte cuenta, penetras.

Una estancia profusa de sorpresas
iluminada por la estrella del sueño
es el alma de aquel que se aventura
por el paraje de los labios,
la piel a media sombra, las promesas

en el ocaso mortecino luego del brillo
funesto de los ojos
y el encabritamiento de los cuerpos.

Del fuego fatuo del amor
no te confíes:
hasta el último hueso, sangre, fibra, aliento,
consumirá de ti, insaciable...







AFIRMACIÓN


La poesía
es el último y verdadero sí
en medio de tanto no.







POESÍA


Traidores de Rimbaud,
traidores de Mallarmé,
traidores de la poesía,
volvemos cada tiempo
 a las mismas
  palabras.


   

                                         SEGUNDA PARTE




MONÓLOGO DEL DÍA


Y el mundo, sí, siempre estará ahí
empotrado en cada uno, como la vida
que discurre “por igual” para todos...
Queda aún esa palabra acompañando entre millones
una soledad entre millones. Y no es esto o aquello
esa terrible fuente de presagios aunque tu rostro se diluya
en la corriente de lo pasajero y tus sueños rueden en la ceniza.
Caminar en la tarde entre diez mil desconocidos es, no obstante,
como darse un baño de mar, así en la noche haya que volver
al tedioso deber de pensarlo todo minuciosamente.
Ya no es posible tratar de deslizar ideas que cada cual desecha
o cada cual recibe como una incómoda llovizna.
Mira en cambio cómo viene,
iluminado y lento, el tren antiguo de tus dudas
a estacionarse sin ruido en su rincón de niebla.
Ahora es más fácil.
No existe más que ese propósito claro, ese deseo de ser
por fin otro, sinceramente otro en adelante.
Quizá termines consiguiéndolo, “con la ayuda de Dios”,
como decía tu abuela.
Antes te inquietabas trascendentalmente por todo.
No había nada que no entrañase un sesudo misterio para ti.
Te detenías tembloroso a cada paso, te rezagabas en la vía.
Cualquier cielo amarillo, una campana sorda en algún lado,
un libro que llegaba por azar y todas esas cogitaciones
pesaban como rocas a tu espalda.  Con razón
el principio de angina, la salmuera

en la boca, tus poemas en blanco y negro amargos,
tus espinosas lecturas de Ciorán. Y claro, tu mujer,
ese fiasco que te partió la vida en dos. No vale
la pena sin embargo. Nada serio podrías referir a tus amigos.
Para todos tú eres, sigues siendo un chico bueno aún.
Cierta perspectiva no está del todo cancelada.
Después vendrá, acaso, un nuevo giro, un salto inesperado
hacia otra cosa, otra mujer, algún mejor asunto, un viaje.
El suicidio es absurdo, incluso desde el punto de vista camusiano.
Vuelve a coger el ritmo, como dicen los manuales,
abandona la cama y métete en la luz de esta tibia mañana.
Claro que luego se te abrirá al primer descuido
ese silencio en mitad de una frase. Te quedarás
pensando estupideces en el momento decisivo, crucial.
Mas, no te arredres, muchacho, cuando llegue tu hora.
A todos nos acecha de vez en cuando una crisis de nervios.
Otros se adaptan bastante bien a todo esto.
El quid está en no aflojar, templar el alma,
“mantenerse derecho y no perder la compostura”,
según decía, recuerda, otra vez tu abuela.
Vete a  mirar palomas y árboles (si quedan)
en los parques, sál del encierro, hombre.
Contempla lo que resta, mira
esas montañas calcinadas. Vuelve sereno
a tus primeras lecturas de Lao Tsé.
Con tiento y buena suerte, llegarás a la orilla.
Algo te esperará, no necesariamente la locura,
ni la peste del siglo o el reuma tempranero.
Acaso entonces, pese a todo, te aceptarás más puro,
más humilde o tan libre
quizá como Lao Tsé.

 







MONÓLOGO DE LA NOCHE


Más allá, sin embargo, está la muerte. Eso
que no sabes y en lo cual adivinas un frío, un terror.
Esa sombra que años de retórica fácil,
distracción y silencios complacientes
han podido evitar.
Cuando te acuestes, no obstante, esa última noche,
sólo para esperarla, trata entonces de entrar
serenamente dueño de tu dolor, tu cuerpo
como un viejo equipaje que ya dejas,
para volar sin miedo, sin sobresalto el aire
que una vez se te abrió escuchando a Schubert
en tu pueblo de infancia.
Luego, la desmemoria, el vasto corredor de luz y sombra,
qué sabemos, acaso, el choque abrupto con mandíbulas
de abismos o negros agujeros
y no haber hecho nada suficiente para merecerlo
o merecer otra suerte.
De nuevo (tal vez no sirva entonces Lao Tsé)
recurrirás al vademécum de tus astucias naturales
o pedirás o gemirás (todo podría ser convincente)
a las oscuras potencias por la salvación de tu alma.
Ese Dios con el cual no te llevaste bien evidentemente,
en el cual no creíste demasiado, es la verdad,
hará de ti un desecho que arrojará a lo más profundo.
Allí se acabarán tus penas.
Será, con todo, menos terrible que ser quemado vivo
por milenios y milenios entre inamistosos diablos.
Recuerda entonces (si es posible), que sólo fuiste un hombre.
Que salvado o perdido, fue a la larga, ganancia.

Que en la tierra tuviste bien o mal ciertas cosas.
Que te invitaron a una fiesta por azar, y te dieron
esa oportunidad gratuita de disfrutar o de aburrirte.
En ese momento, también, te aceptarás humilde.
Habrás vuelto a tu origen.









KALI YUGA

Sólo son estos años definitivamente idiotas,
tanto flujo y reflujo para nada
mientras sigue en moda el alegre vaivén
de las buenas intenciones.

Sólo, pues,
estas viejas opacidades climáticas,
las turbias y melancólicas mareas del yo,
las desventuras naturales de todo transeúnte
en la avenida infartada del anochecer.

Sólo, entonces,
estos enfermos días a plomo sobre los hombros,
en los que, preciso es reconocer,
no estamos ya para tragedias
así florezcan apocalipsis
a la vuelta de la esquina.







BELLEZA DEL ABISMO


A través del insomnio
la lluvia desliza su fraseo dolorido.
Es el instante en crudo, en fiebre, en sal
y lentos alcoholes.
El choque de los dedos contra un muro rugoso.
Una boca de más que infringe las horas malditas.
Las manos del vacío pidiendo tu cadáver.

Un momento llega en que el mundo
es sólo ese fantasma,
o uno es esa última niebla.

Monstruosa crece la soledad en tu carne
y el ojo de la muerte te corona.
No te queda otra belleza
que la belleza
del abismo.








TRENO POR LOS MUCHACHOS MUERTOS



Para Javier Ángel y Diego Alexander Estrada,
in memoriam



 



Su silencio es herida mortal, oscuro labio
que condena la luz de una ciudad que, como pájaros,
los vio pasar y caer sobre sus calles
una noche, una tarde, una mañana cualquiera...
¿Dónde están hoy sus rostros de estrella medular,
sus ojos de inquietud, su fuego, su deseo insaciable?
...Sus gritos, ¿a qué fondo, a qué altura,
a qué extrema frontera se lanzaron?
La noche los acogió bajo su ala de cuervo,
y entre estallidos cósmicos sus voces
melodías eléctricas modulan
con la mecánica estelar.
Pero sólo el asfalto aquí abajo,
piedra de sacrificio,
sólo el perfil danzante de la nube
en lo alto de la casa, ese rincón donde alguien
que los amó los recuerda,
sólo el libro, la flor que nuevamente se abre
en el pequeño jardín, la música y las fotografías
en el álbum guardadas, son vestigios
de su paso apurado por la tierra,
ángeles niños súbitamente desaparecidos.
En otras bocas, otros ojos, volverá a moldearse
acaso su milagro.  Pero ¿quién nos dirá
qué verdad, qué grandeza, qué mundo irrepetible
se ha perdido, se ha ofrendado al abismo?

 







EL ASESINO ACARICIA DESPUÉS A SU MUCHACHA


La mano antes agitada,
suave se posa ahora
sobre el lacio cabello.

Los ojos que miraron caer
fríamente a la víctima,
cálidos contemplan luego
la belleza del rostro adolescente.

La boca duramente cerrada,
implacable al momento de matar
ya se abre en el beso,
golosa de los labios aún frescos.

 
La muerte ama esta carne
aunque desprecie la vida.  









CAFÉ TURKESTÁN, 3:00 P.M.


Ocho mesas de hierro
todavía resisten
el peso de las tardes.
Los que alguna vez
tomaron el tranvía
de días más amables,
ahora se recuestan
calladamente al fondo.
Nimias complicidades los acercan,
pobres asuntos que recuerdan
o remedan la vida
mientras ruedan las bolas del billar.
Hay una luz exigua que persiste
a pesar de las muecas ajadas,
la pared desteñida del pequeño urinario:
restos del sol de 1950 que secreto
se encierra aún en sus pupilas.

 






FATUM


Es que hemos aprendido sólo a morir.
Todas las horas se envenenan de antemano.
Nos gusta la caída. No queremos
salvar nada. Que se pudra

con nosotros la flor.
Devolveremos al vacío
los tesoros...
Hay una mano indudablemente negra
que nos pierde. Todas las señales
son en contra.
Renunciamos hace tiempo
a cualquier ilusión
que nos distraiga del desastre.
Venga a nos
el reino de la noche.

 








LA TORMENTA


La ciudad en un círculo de niebla,
atravesada por lanzas relampagueantes.
La ciudad en un círculo de negros espejos,
atravesada por estampidos y golpes de hierro.
La ciudad en un círculo de silencio,
atravesada aún por el miedo.
La tormenta acaso se aleja,
acaso retorna.

 








COSMOGÓNICA


Sólo sé que soy
un animal negro y antiguo
acribillado de soles.
He servido desde mi origen
a una voluntad extraña,
a un amo desconocido.
Pero aún no sé por qué
ni para qué existo,
mientras pasan los eones
y devoro y regurgito
mis propias heces,
mis candentes entrañas...
Sé que extiendo mi aliento
más allá de todos los abismos.
Sé que soy la medida de la muerte
y la cifra de los renacimientos,
pero me pierdo, igual,
en mi propia grandeza...
Daría por ello todos los prodigios,
mis planetas más verdes, el oro inútil,
la feérica cristalería
de mis constelaciones,
sólo por ser una más de las gotas
de lluvia, el más ínfimo grano
de arena en el desierto
o los ojos del niño que contempla
en la tierra la extensión dolorosa
de mi cuerpo...
Sé que habré de morir también un día
y no sabré tampoco
mi por qué
ni mi nombre.

 








HISTORIA OCULTA




Habría que dejar
hablar aquello que nos hiere.
Que la muerte nos nombre
molécula a molécula,
que el miedo nos respire adentro
hasta que diga,
hasta que grite
toda la historia oculta.
Que el sinuoso reptil que somos
salte a la luz un día
y reviente.

 








OSCURA BELLEZA


De las alas del día
pende el destino de tus pasos
e inicias otra vez el rito
donde invocas
por entre las tormentas
y el calor de la sangre
regada en el asfalto
esa oscura belleza.

 







DÍAS SON ESTOS


Días son estos
en que sólo nos resta
tirar los dados para ver
cuánto falta a los pasos,
a los cuerpos que buscan,
a las almas que esperan,
y que la cifra del azar elija
el lado de la vida,
el lado de la muerte.

 








FUTURO


Después
esto habrá desaparecido.
No estaremos ahí.
Qué será entonces la vida
en los espacios que ahora
soñamos y habitamos
como si fuera para siempre.
Cómo vendrá el día.
La noche sobre rostros
que ni imaginar podemos.
De qué color será aquello,
cómo las nuevas cosas
que otros para otros
inventarán.
Cuál el idioma,
las formas de belleza,
amor, dolor y lucha
que encima de este mundo
ese mundo tendrá.
Cómo se llamará
el mañana.


 






MATUTINA


Es la mañana de brillo sospechoso.
 Y de nuevo transitas tu orfandad.

Que nadie note sin embargo
el desmoronamiento en tu pupila.

Que tu gesto sea suave
bajo la transparencia.

Que ninguno descubra
que aún luchas
con la pesadilla.









ALGUIEN VUELVE


Alguien todavía no dice lo que falta.
Y su destino es aún el destino del universo.
Alguien todavía se guarda como un enigma indescifrable,
aunque la realidad se ha caído
hace rato del pedestal.
Aunque el mundo se ha partido como una copa
contra la piedra negra del tiempo.
Aunque el tiempo se ha esparcido a su vez
como un puñado de estrellas en el estanque.
Alguien todavía se oye venir
como una ola súbita que romperá el silencio
de estas playas de hastío.
Aunque el silencio se hace cada vez más nuestro,
aunque lo nuestro se hace cada vez más extraño,

aunque lo extraño se hace cada vez más tumultuoso.

Alguien todavía
más allá del desastre
vuelve por nosotros.










MI HABITANTE


Yo la llevo como a mis venas,
la escucho cantando todo el día
hasta la noche en mis abismos;
la veo cruzar silenciosamente
a través de mis vacíos
como una constelación;
caer sorpresiva, entrar
por puertas y pasadizos
que no estaban en mis planos;
la siento y la presiento
debajo de mis párpados,
mirando por mis ojos,
viviendo y respirando de mí
como la locura.

 









TANGUEDIA


Recuerdo su falda desgastada,
pero sus piernas eran bellas.
La calle pequeña, su casa
de ladrillo burdo.
Recuerdo el olor a fritanga
aquellas noches de domingo
sentados en la acera.

El barrio titilaba
mientras nos despedíamos.

Hoy no sé dónde vive
(si vive)
y es otra la ciudad,
otra la noche.

 









NINFAS

                                                                                                          Para Lucía Estrada





                                                                I

Un golpe de vista las descubre
recién creadas y danzando
bajo la cruda luz de los bosques del éxtasis;
su risa de agua y flores silvestres,
sus desnudos y pequeños pies
corretean en la hierba del deseo.

 

                                                                  II

 
A ciertas horas, núbiles,
huyendo del sol que las persigue,
(viejo fauno cansado)
es posible advertirlas
y saber que los dioses respiran más allá,
que impasibles desde su soledad sin tiempo
todavía nos miran.


 



                                                                    III

 
Vuelven así, de pronto, inexplicables,
cuando todo ha pasado y no sabemos
si es más real el mundo en que morimos
o sus cabellos de azafrán al viento,
su risa de agua y sus pequeños pies
correteando en la hierba de los sueños.










MELUSINA


Un día ella aparece por fin entre la multitud, y entonces sabes llegada la hora largamente presentida. Su  rostro te revela la luz última  del mundo. En ese instante descifras las primeras señales como vagos y, sólo  para  ti,  visibles  ademanes.  Tus  pasos  abandonan  lo  que  eras  hasta  ese  momento  y,  tras  ella  en  la noche, caminas en el sueño del cual ya no despertarás.

 







PRESTIDIGITADOR


No hay otro secreto
en las manos del prestidigitador
que la realidad menesterosa
de su vida pretendiendo
desempolvar la magia
de la nuestra.

 








FIESTA



Para León Gil









Como al otro lado del mundo,
nuestro mundo,
alrededor del tarro negro que hierve
montado sobre tres piedras y el fuego
humoso del infierno, los alcohólicos
dormitan y luego se levantan
aún ebrios con la extraña
felicidad que les viene del abismo,
con la fiebre anticipada de la muerte
que les concede todavía
la bella posibilidad de reírse
de sí y de todo.

Al otro extremo del tiempo,
nuestro tiempo,
corto,  medido,
ellos son los verdaderos dueños
de la fiesta, la libertad de ser
lo que son sin poses,
sin otra razón que la sinrazón
oscura de sus vidas perdidas
o tal vez ganadas
al otro lado del mundo,
nuestro mundo.


 









 OTRA CASA

                                                                                                        Para Javier Naranjo


Habito, después de todo, la casa
construida en sueños, la casa
levantada en la región translúcida,
en el deseo inmensurable.
Sus cimientos se afianzan en la niebla,
junto al acantilado de la nada se yergue.
Y, sin embargo, en sus profundos
salones silenciosos me refugio.
Crezco, vivo y espero tanto
detrás de sus ventanas...
Entreveo la luz famélica del mundo
a través de sus viejos cristales;
por sus pasillos me extravío,
en sus rincones me reencuentro;
bajo su techo cóncavo descifro
la imagen y el lenguaje sin edad
del  vacío...
Sus paredes no ocultan, revelan mis secretos
al sol furtivo que las hiere.
Mas no está en sitio alguno nomenclada:
mi casa soy yo mismo.
Heredará la muerte sus jardines.











ESPEJO


Un día la desesperación quiebra el espejo. Y la vida tampoco está en cada pedazo, ni la revelación que buscamos.  Uno  se  vuelve  entonces  una  colección  de  tics,  se  desliza  entre  ruidos,  saludos  sordos,  voces discordantes, chirridos de la máquina del tiempo. Y el silencio termina siendo sólo ese pájaro muerto.  Al  fin uno regresa, uno se compra otro espejo.

 







YAGÉ

Para J. M. Zonta, poeta y hermano,
cazador de visiones

 
Tras el dolor, la fiebre, el vómito, veo venir la anaconda. Penetro en su profunda oscuridad. De súbito, la selva toma cuerpo en mi cuerpo y cada hoja, cada color, cada movimiento y cada sonido pasan por mi carne. De lo húmedo a lo seco recorro toda frontera,  me desplazo, desatado  de  mí como la estrella más remota  y  el  gusano  más  ínfimo.  Cruzo  el  cielo  con  el  águila  negra  y  luego  me  escondo  bajo  las  piedras, insecto o pez de los grandes ríos. Acecho en la sombra, cauteloso jaguar y me desangro, ciervo devorado.
      Después me pierdo en el sol, corriendo más allá de la muerte.
















COLIBRÍ

Para Gustavo Zuluaga

En el vuelo del colibrí
contemplamos aún
la danza milenaria
de Shiva.









ESPEJISMOS


Tocas la transparente nulidad de todo lo que amas.
La única sensación válida son tus pasos alrededor de nada.
Pisadas que no se dirigen hacia algo, es decir,
hacia el lugar largamente entrevisto,
deseado, soñado.
En el hueco de ese vértigo vives.
Un día puede ser sólo un instante,
¿o nunca en realidad has estado presente?

Jugar entonces a tener eso.
Como todos. Ser un acto de fe.
Darle forma a fuerza de costumbre.
Sólo pensar
con la piel.

 








INSOMNIO


Siempre queda abierta esa puerta del insomnio.
Nunca se sabe hasta dónde, hasta cuándo
hay que lidiar con los mismos fantasmas,
íncubos y súcubos de la memoria.

Lo que aguanta el pulso,
lo que muestra la fiebre,
la tronera que abre la feroz tarascada de la pesadilla
en la conciencia feliz que ahora se hace vulnerable,
es entonces el único paisaje a puerta cerrada.

Tras los muros de la noche
el verdadero camino del ser invita,
sin tiquetes ni hoja de ruta
a ese tour melancólico.

 







PERMANENCIA


Mientras
el mundo se repite
como un sucio oleaje,
tú escribes solamente
bajo la antigua claridad
con la que deslumbró
tu infancia
el hada de la fiebre. 

Que permanezca vivo
ese fulgor
es lo que importa.

 







 

EXILIO


No valen más tus signos,
tu alfabeto de brumas frente al número
y sus nuevos poderes.
Eres ahora sólo aquel que oculta
esa herencia invisible
de palabras.
Tu morada está afuera.
Sigue la ruta del exilio
sin adioses ni viático,
guarda bien tu memoria
para mejores días,
y en las noches vigila
que no apaguen
tu lámpara.

 









POETA

Para Helena Victoria Henao

 


Aférrate a tus páginas,
no abandones tu carne
al vértigo del abismo,
no permitas que te sepulte
la innombrable realidad
de la noche.
Apriétalas hasta que sangren,
rezuman por fin el sacro vino
de la palabra.
No las sueltes,
no te sueltes en el vacío,
el silencio que espera
ansioso
tu caída.

 







 

 

LOS OJOS DE EMILY


Qué mirarán aún
más allá de la luz
absortos en lo infinito,
mientras indiferentes
al jardín, a sus pájaros,
al ínfimo secreto
de las cosas
todavía esperamos
explicarnos la vida
con palabras.

 









BIENAVENTURANZAS DE LA POESÍA


Para Daniel Día

 

Bienaventurados aquellos
que no supieron de su bienaventuranza,
pues de ellos fue el reino
de la santa idiotez.
Bienaventurados
los cansados de todo,
porque ellos verán el otro lado.
Bienaventurados
los que no pactan con la suerte,
pues ellos vencerán
el último día.
Bienaventurados
los que no van a parte alguna,
porque la vida les abrió los ojos.
Bienaventurados
los que nunca compraron
su boleto a la felicidad,
pues el mundo los dejará libres.
Bienaventurados
los que jamás aprendieron
nada útil ni importante,
porque de ellos fue la única sabiduría.
Bienaventurados
los que aman sin esperar
la eternidad a cambio,
pues de ellos es el imperio del presente.
Bienaventurados
los que pierden toda patria
porque de ellos será la luz
de su propio dominio.
Bienaventurados
los que se quedan sin camino,
porque vieron que no había adónde ir.
Bienaventurados
los que callaron para siempre
la  verdad terrible
de sus vidas desperdiciadas
tras el más antiguo espejismo:
la poesía,
porque de ellos se alimenta aún
la locura del mañana.






 TERCERA PARTE







DOMINGO


El domingo no es tiempo:
es un animal lento y peligroso,
aunque se vuelva gato,
ave canora, perro
de ojos tristes.

Y mientras el sol se suicida
como un pájaro contra las ventanas,
la mujer mantiene la memoria,
vuelve a ordenar paciente
la casa de la costumbre.

Nadie tiene nada seguro
antes que marque la aguja
esa hora ciega de las calles
desiertas.

Pero vuelve a la noche
el blando sosiego de no ser
nada.

 






EL ROSTRO OSCURO DEL AMOR


Ciertos días el amor
excluye la vida y somos
pasos alrededor de nada,
tierra baldía bajo la oscuridad.

Cuerpos para nadie.
Palabras para la muerte.

El día gravita como un cuchillo
sobre el corazón, una ola
de polvo revienta
en la boca.

Huimos.

 










VIAJERO


Otro viaje no hizo
que el trasunto de días
ya olvidados.

Sólo conoció las ciudades
levantadas en el vértigo
de sueños tan altos como la fiebre.

Escaló las montañas
de su propio tedio
pacientemente.

Tantos caminos como palabras,
tantas singladuras como silencios
emprendió.

Nunca estuvo tan cerca
como entonces.

Vuelve ahora de todo
sin partir.

Pero tampoco importa.

 









 

EL VAMPIRO


Cierra bien la ventana
y no abras la puerta
antes de tiempo.

Ten a la mano el arma sagrada
y procúrate en secreto
las palabras necesarias.

Cuando su sombra cruce
sobre el patio,
no tiembles.

Ha llegado el amor.

 









CORREO


De verdad
¿La vida estaba en otra parte?

Tras el viaje
¿Los sueños son los mismos?

Cuando se pasea por allí
¿Duele igual la nada?
Y las palabras
¿Son más verdaderas?

Cuéntame
lo que Rimbaud diría
con sus labios de humo.

 








HORROR VACUI


Ser
esa náusea feroz
de la noche al día.

Manchón de grasa
en los espejos de la luz.

Moverse para sentir
que se ocupa un lugar.
Hablar para acompañar
el vacío.

Escribir como quien arroja
piedras al mar.

Querer desbordar
la nada
a gritos.

 








 MILENIO


Valdría la pena derribar la obra ciega
de estos siglos, la torre de locura que hemos levantado
sobre los primeros sueños.
Tal vez
no haremos otra cosa
que repetirnos con monótona fidelidad.
Reeditaremos las memorias del asco,
reedificaremos las paredes de estas ciudades vacías.
Retornaremos a ensayar la monocorde tonada
de la esperanza
ante el abismo.

Frente al rostro de los nuevos desconocidos
diremos que al fin supimos
cumplir con nuestra parte,
aunque nadie se interese por pedirnos cuentas,
aunque parezca que ya sólo importa
como lo dijo alguien,
la risa de los niños.

Que nadie entonces se permita
una queja, una lágrima, un poco de piedad
por nuestros nombres borrándose
en el polvo.


 

 
Pedro Arturo Estrada

 

                                               

 

NOTAS DE PIE DE PAGINA


      1  Poemas en blanco y negro, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín,1994.

      La máscara, la transparencia. Ensayos sobre poesía hispanoamericana , Fondo de Cultura Económica, México, 1985.

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