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miércoles, enero 05, 2022

Amantes II



Desnudos afrentamos el cuerpo
como dos ángeles equivocados,
como dos soles rojos en un bosque oscuro,
como dos vampiros al alzarse el día,
labios que buscan la joya del instante entre dos muslos,
boca que busca la boca, estatuas erguidas
que en la piedra inventan el beso
sólo para que un relámpago de sangres juntas
cruce la invencible muerte que nos llama.
De pie como perezosos árboles en el estío,
sentados como dioses ebrios
para que me abrasen en el polvo tus dos astros,
tendidos como guerreros de dos patrias que el alba separa,
en tu cuerpo soy el incendio del ser.

















Jorge Gaitán Durán

miércoles, enero 31, 2018

Amantes


Somos como son los que se aman.
Al desnudarnos descubrimos dos monstruosos
desconocidos que se estrechan a tientas,
cicatrices con que el rencoroso deseo
señala a los que sin descanso se aman:
el tedio, la sospecha que invencible nos ata
en su red, como en la falta dos dioses adúlteros.
Enamorados como dos locos,
dos astros sanguinarios, dos dinastías
que hambrientas se disputan un reino,
queremos ser justicia, nos acechamos feroces,
nos engañamos, nos inferimos las viles injurias
con que el cielo afrenta a los que se aman.
Sólo para que mil veces nos incendie
el abrazo que en el mundo son los que se aman
mil veces morimos cada día.



gif de Gala Mirissa



Jorge Gaitán Durán


Canto XIII


La dulce tolvanera del silencioso otoño
va anegando tu imagen en su vaga humareda,
encendiendo en el tiempo la hoguera del olvido
para borrar la última ceniza de la ausencia.

Nadie sabrá que vivo para ti, que defiendo
contra las llamas trémulas tu desnudo recuerdo,
que lucho en el otoño de vientos desolados
y en sus ondas sombrías te reclaman mis sueños.

Nadie sabrá que fuiste mía bajo el otoño
de estrellas delirantes y crepúsculos vagos,
que llenaste mis labios con tu fuego de siempre,
que cayó mi tristeza sobre ti como un canto.

Porque nada resiste la invasión del olvido
cuando llega a mi alma su humareda de otoño.
Todo se va de mí, se fuga de mi vida,
tú también te me vas y permanezco solo.







Jorge Gaitán Durán


domingo, agosto 21, 2016

Siesta


"Voy por tu cuerpo como por el mundo".
Octavio Paz


 

Es la siesta feliz entre los árboles,
traspasa el sol las hojas, todo arde,
el tiempo corre entre la luz y el cielo
como un furtivo dios deja las cosas.
El mediodía fluye en tu desnudo
como el soplo de estío por el aire.
En tus senos trepidan los veranos.
Sientes pasar la tierra por tu cuerpo
como cruza una estrella el firmamento.
El mar vuela a lo lejos como un pájaro.
Sobre el polvo invencible en que has dormido
esta sombra ligera marca el peso
de un abrazo solar contra el destino.
Somos dos en lo alto de una vida.
Somos uno en lo alto del instante.
Tu cuerpo es una luna impenetrable
que el esplendor destruye en esta hora.
cuando abro tu carne hiero al tiempo,
cubro con mi aflicción la dinastía,
basta mi voz para borrar los dioses,
me hundo en ti para enfrentar la muerte.
El mediodía es vasto como el mundo.
Canta el cuerpo en la luz, la tierra canta,
danza en el sol de todos los colores,
cada sabor es único en mi lengua.
Soy un súbito amor por cada cosa.
Miro, palpo sin fin, cada sentido
es un espejo breve en la delicia.
Te miro envuelta en un sudor espeso.
Bebemos vino rojo. Las naranjas
dejan su agudo olor entre tus labios.
Son los grandes calores del verano.
El fugitivo sol busca tus plantas,
el mundo huye por el firmamento,
llenamos esta nada con las nubes,
hemos hurtado al ser cada momento,
te desnudé a la par con nuestro duelo.
Sé que voy a morir. Termina el día.



La Siesta, por Boceto



Jorge Gaitán Durán



lunes, octubre 19, 2015

El Instante


Ardió el día como una rosa.
Y el pájaro de la luna huyó
Cantando. Nos miramos desnudos.
Y el sol levantó su árbol rojo
En el valle. Junto al río,
Dos cuerpos bellos, siempre
Jóvenes. Nos reconocimos.
Habíamos muerto y despertábamos
Del tiempo. Nos miramos de nuevo,

Con reparo. Y volvió la noche
A cubrir los memoriosos.




Jorge Gaitán Durán



Luz De Mis Ojos




                                   I


Dios ignorante, vivo en la intrincada 
Prisión que a viles cosas da mi mente. 
Mas te miro y me ves hombre indigente 
Que el ojo ajeno vuelve hacia la nada. 

Desnudo en tu desnudo, soy mirada
Que mira con la lengua que te miente, 
Con el miembro que empuja mi simiente
Al vientre que me tiende la celada. 

Los ojos cierro y ya no estás. Has muerto. 
He muerto y aquí estoy, como las cosas, 
Ciego en el esplendor del mundo cierto.

No me miro existir. Nos junta en vano
Mi sombra en tus pupilas rencorosas. 
Arrojamos del mundo a nuestro hermano. 



                                     II


Después de todo haber vivido, muere
Con la frente quebrada por los dioses.
Contra mi madre lanza inicuas voces
Por parirme en la mano que me hiere. 

Obrar como el deseo es lo que quiere
Para negar la carne de mis goces. 
¡Las venas me cortara ante los dioses 
Sin que en mi hermano infiel el duelo impere!

Otro, lector, hermano incompetente, 
Mi ajeno yo, converso, te reclama, 
Adula un corazón que nada siente. 

Tu faz escupo. Ignoras quién te ama. 
La soledad te aparta abyectamente.
Mas me quemo en tu ira, soy tu llama. 




Jorge Gaitán Durán



lunes, octubre 05, 2015

Momentos Nocturnos

Miré el tiempo y conocí la noche.
Mi mente puso incendios en la nada.
Fueron soles, miríadas, que llenaban
el cielo. Todo era cielo.
Tuve todo, menos dioses en impasible
felicidad. Viví con embeleso
en el radiante concierto de los mundos.

De astro en astro, hasta el infinito
pudieron ojos mortales
medir al fin la pequeñez humana.
De galaxia en galaxia, iba el alma
tras la vista, hacia firmamentos
en donde nada medra ni concluye.

Cantó en el cielo el azul de la noche
y el ruiseñor huyó al umbral del tiempo.
Los cerros llamaron con música de vuelo
a las estrellas. Pasó un ciervo blanco
por el sigilo húmedo del bosque,
y en la sombra despertó tu desnudo.
La tierra fue de nuevo mi deseo.





Por: William Blake.

















Jorge Gaitán Durán



domingo, octubre 04, 2015

Envío

No he podido olvidarte. He conseguido
que este inútil desorden de mis días
solitarios, concluya en las porfías
de un corazón que da cada latido

a tu memoria. En tu mundo abolido,
he luchado por ti contra las pías
obras de Dios. Cuanto ayer le exigías
será invención del hombre que ha nacido.

Tantas razones tuve para amarte
que en el rigor oscuro de perderte
quise que le sirviera todo el arte

a tu solo esplendor y así envolverte
en fábulas y hallarte y recobrarte
en la larga paciencia de la muerte.




















Jorge Gaitán Durán



viernes, julio 04, 2014

Hecha Polvo

Tanto te amé ese día que la muerte
voló por la ciudad como mil soles,
abeja de mi duelo
en el definitivo verano que te llama.


Fui descubriendo un astro en tu desnudo
tras de mis pasos ciegos por tu sombra,
presente, ocio feroz, donde toda la sangre
al hombre exige lo que para el cielo es imposible.


El mundo, espejo de mi mano iba
como una joya opaca por tus ojos,
te miraba mirar rostros, reinos, memoria
súbita, nube que como una desdicha
pasa por la carne de donde me retiro
desterrado a la ajena imagen que te asalta.


Te fui quitando abrazos, conquistas, el peso
de una dinastía que ahora habita la noche.


Yo te hice habitar en las estrellas.


A ti, arrogancia, cuerpo impenetrable,
la pena de todos vencedora te ha penetrado.





http://ene-naturismo.org/revista/polvo-de-estrellas/





Jorge Gaitán Durán