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miércoles, abril 19, 2023

Carta De Consuelo Del Padre A Su Hijo Recién Casado



Toma a tu mujer ahora que su carne se abre a ti, temblorosa y
hambrienta,
ahora que su corazón truena como los carros cargados de azúcar cuando
dejan el valle y trepan la cordillera
y su piel arde con la violencia de un alto horno recién encendido.


Consúmela sin freno. Sin cálculo.


Ya tendrás tiempo de sobra para dedicarte al negocio
y gastar tu cuerpo deleznable dando cuerda a tus estériles sueños de
perfecto marido.
Ahora que ella ansía el roce de tus manos y la humedad tibia de tu lengua
para incendiarse por dentro,
ponle dinamita en su torre de energía y déjala sin energía, a oscuras,
ciega de gozo.


No te des tregua.


Después hasta tu sombra le estorbará como estorba al cazador el sol en
el cielo,
como al fugitivo estorba un camarada enfermo,
como estorba en el andén un mendigo que exhibe su llaga.
Después ni siquiera soportará tu respiración bronca de viejo.


Éste es el tiempo.


Enloquécete lamiendo sus humores de hembra, sus enamoradas sales,
hasta desfallecer.
Con los años verás que nada era tan importante.
Con los años tendrás el recuerdo de un olor y un sabor a almidón y sudor
y sangre mezclados,
semejante al vaho que exhalan las cantinas al alba,
y de un grito de mujer como de bestia herida.


Será algo, al menos, para no ahogarte
en el cenagal




















José Libardo Porras


viernes, enero 29, 2016

Razones De Amor


Con palabras sencillas y duras de metal y piedra,
para que se conserven en tu corazón como un corazón grabado a navaja en los árboles y las bancas del parque,
voy a enumerarte las inventadas razones de mi amor.

Te amo porque me haces pensar con todo el cuerpo.
Hasta los dedos de los pies son ricos en ideas cuando yaces desnuda y cantas.
Cuando te recuestas en mí toda untada de agua de estrellas,
hasta la última célula, la más recóndita,

da claves que me ayudan a entender la eternidad.

Te amo porque agregas sed a mi sed y hambre a mi hambre,
porque no eres la saciedad, que es la muerte.
Porque, como un espejo, me devuelves la imagen de un pozo sin fondo, un abismo humano y hermoso.

Te amo porque no te embriagan los conceptos modernos del amor.
Te amo porque no es un amorcito sarmentoso y paria el que en mí
cultivas,
ni sarmentosos y parias son sus frutos.

Ojalá sobre la tierra pudiera llover el jugo de tu amor.
Quisiera servir tu amor a los pobres en platos de oro.

Te amo porque quitas filo a mi alma y me haces perdonar a Dios.
A Dios le palmeo el hombro cuando, bañado en sudor macho de hombre,
regreso de tu abrazo.
Porque te amas a ti misma, te amo.









José Libardo Porras



lunes, octubre 28, 2013

Así Haber Amado


Si encuentras a una mujer que por dentro guarda el misterio de las cosas, ámala
como si sólo para amarla hubieras nacido,
como si nada, ni tu vida, importara más que amarla.
Si vas a la guerra, no puedes morir porque tu obligación es regresar
a seguir amándola.
Podrás amar a otras mujeres,
podrás amar al trabajo, que tanto suele amarse,
podrás amar a la poesía o a la música.
Pero tu oficio verdadero es amar mansamente a la que se pasea por tu
corazón
y entonces tú lo arreglas para ella como a un salón de fiestas.
Si te ofrecen un reino, antes de aceptar piensa cuánto dejarías de amarla
por estar cuidándolo.
Al final de los tiempos se te juzgará según hayas amado a esa mujer
que tiene tu corazón en sus manos
y lo pulsa y le saca dulces ondas,
la que de tu corazón hace un arpa de oro y nácar.
Escucha el nombre de esa mujer
en las notas del tenor y de la soprano, en las repeticiones del coro y en
los acordes del órgano de la catedral.
Quizá los hombres vayan por el mundo dando gritos de dolor,
enturbiando cuanto dicen con gritos de dolor,
pero si dicen su nombre deberás oírlo como si fuera un canto.
Si amas a una mujer que por dentro guarda el misterio de las cosas,
ámala
sin esperar nada a cambio.
Si desfalleces de hambre y a cambio de ese amor te ofrecen montañas de
oro
continúa mendigando.
Cuando ella, inevitablemente, se marche,
tu recompensa será, por esa única vez,
así haber amado.





José Libardo Porras




jueves, octubre 24, 2013

Retrato De Mi Amada


Mi amada no espera de mí que gane dinero y trepe.
Ella prefiere esa otra forma de ascensión
que es como subir a las terrazas de la infancia, como hundirse en un
          sueño.


Mi amada es un arca de maderas resinosas en la que me he embarcado
          con los animales mansos y bravíos de mi sangre,
con mis pertenencias.


Como un cuervo he volado fuera de ella, pero no he hallado donde
          posarme;
como una paloma he volado fuera de ella, pero no he hallado donde
          posarme.


Un granero embrujado es mi amada: cuanto más devoro su trigo
          magnífico más crece mi hambre y el grano más se multiplica;
su cuerpo siempre incendiado me entrega una música inaudible: en su
          silencio, como en los rieles, escucho al tren que nunca llega.


Donde posa su mano se abre una herida de dolor dulce y lento, brota el
          agua, florece un canto.
Sal y azúcar, mi amada; comunión y ruptura.
Es cal y es arena.


Abro muy bien los ojos: me gusta verla por fuera.
Verla por dentro lo dejo para cuando no estamos juntos
o para cuando estoy dormido.







José Libardo Porras