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sábado, mayo 22, 2021

Malditos Sean


Malditos sean los mapas, las coordenadas, las carreteras
y las vías de la Renfe.

Malditas las unidades de medida:
las horas, los kilómetros, los números.
Malditas sean las comunidades autónomas,
el tendido eléctrico,
las líneas telefónicas,
las conexiones automáticas
y la red virtual.

¡Malditos los poetas!
¡Madito Salinas, maldito Machado!
Y Gustavo.
Y Federico.

Malditas las tostadas
con café por las mañanas.
Malditas las canciones
que me arrancó, los testigos.

Malditas las camas de uno cuarenta,
la prisa, el alcohol y los planeas a la larga.

Malditos los pensamientos impuros,
las ideas lujuriosas y la libido.

Malditas sean también las comparaciones
y los dólares, la ley del suelo
y la burbuja inmobiliaria.

Malditas las parejas de la mano,
malditos los besos sin tapujos,
maldito el camino de vuelta.

Y tus ojos.

Y todas las cosas que me recuerdan que tú no estás.


















Ana Isabel García Llorente (Gata Cattana)

jueves, abril 22, 2021

Tu oficio


Tu oficio, poeta,


no es almacenar palabras
eruditas,
rimbombantes,
ornamentales.


No es disponerlas en su
orden yámbico,
en perfecto soneto gongorino;
ni siquiera clasificarlas
burdamente en función
de la terminación
y la rima.


Porque tú nunca
fuiste matemático, poeta.
Tú nunca fuiste geógrafo ni físico
y no entiendes de distancias
ni unidades de medida,
y no entiendes de lógica pura
ni de leyes invictas.


Porque tú nunca
fuiste científico, poeta
y por eso mismo
no entiendes de estadística
ni de cuántica avanzada
ni de biopolítica
y no es tu oficio
establecer las fórmulas
del cosmos.


No es tu oficio el análisis forense
por más que te empeñes
así como no lo es tampoco
el psicoanálisis y la neurociencia.


Tu oficio, poeta,


es esculpir utopías
donde no puede haberlas,
acabar con la ley de la gravedad
y juntar el cielo con la tierra,
el bien con el mal,
de la forma más humana
y menos despreciable
que te permita tu especie.


Tu oficio, poeta,
es dignificar la especie,
hacer que quepa la duda,
decir: «Algunos eran buenos.
Algunos no eran prescindibles».


Que mañana,
cuando hayan pasado los siglos,
se diga:


«No todos fueron Judas.
Los hubo Robin Hoodes
y Don Quijotes,
los hubo Baudelaires
y Esproncedas
las hubo Antígonas,
las hubo Safos...
Los hubo Valle Inclanes
y Cañameros».


Que de toda nuestra obra
una parte se salve.


Que merezca la pena
el raciocinio.


Que el conocimiento
no sea una amenaza.


Tu oficio, poeta,
es dignificar la especie.
Escoger las palabras
que pondrías en tu lápida.
Decir, por ejemplo:
«No todos eran prescindibles».


Merecerte la vida
hasta tal punto,
que tu muerte
parezca una injusticia.


Y dejarte ir,
como si nada,
como todos,
(poetas o no)
hacia la larga
y aburrida
eternidad.

















Ana Isabel García Llorente (Gata Cattana)











lunes, marzo 22, 2021

Como Aman Los Pobres


No aman de igual forma
los ricos y los pobres.


Los pobres aman con las manos.
Los pobres aman en la carne y con gula,
en las peores estampas,
en condiciones famélicas y con
todo en su contra.


Los pobres aman sin bonitos decorados.
Entienden de lunes y de tedios domingueros
y de gastos imprevistos
de facturas y de angustias
que embisten
mes a mes
a quemarropa.


El amor de los pobres
no sale por la ventana
aunque el dinero entre
por la puerta,
(que nunca entra),
(aunque no haya ventanas).


Los pobres han aprendido
a amarse a oscuras por eso mismo.
Han aprendido a amarse mal alimentados
mal vestidos, malqueridos,
porque el hambre agudiza el ingenio
y en sus jardines también crecen las flores
(aunque no haya jardines).


Los pobres han aprendido a aprovechar
los vis a vis, entre jornada y jornada
de trabajo,
(aunque no haya trabajo)
y saben darse placeres nunca tasados
de valor incalculable
y han aprendido a disfrutar las circunstancias
y la sopa de sobre,
el viejo colchón y la cuesta de enero.


Y parece que su amor se yergue
indestructible a pesar de,
a pesar de las miles de plagas,
de los sueños frustrados y fracasos andantes,
de las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras,
más valiente que Heracles,
más Odiseo que Odiseo.

Y parece que su amor se extiende y se multiplica
al ritmo que se multiplican los pobres,
al ritmo que se multiplican los infortunios
y los desastres naturales que golpean
siempre en las casas de los pobres.


Y ese amor está a la altura de Urano,
a la altura de Urano y de Gea juntos,
y es el única arma
que tienen los pobres
para defenderse.


Por eso han aprendido a cultivar flores
y a cantar bien sus penas
y han inventado las mejores obras
y los mejores instrumentos.
Por eso entienden de arte y saben
encontrarlo donde lo haya,
aunque no lo haya,
(que siempre lo hay).


Y han aprendido a aprovechar el carisma
y la jerga,
y a escribir poemas inmortales
sobre amores complicados,
y saben de cosquillas,
y saben de boleros
y saben de desnudos
y de darlo todo,
que no es más que lo opuesto,
las manos y la lengua
la forma de otear el horizonte
y los cánticos en contra del patrón.


yo sólo sé amar de esta manera
yo te amo como aman los pobres
y me temo
que durante mucho mucho tiempo

esto seguirá siendo así













Ana Isabel García Llorente (Gata Cattana)




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Lectura en voz alta por la autora:

Como Aman Los Pobres