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martes, julio 25, 2017

Conversación Con Mi Hija


Muchas cosas pasarán sobre tu cuerpo
lluvia, deseos, labios, tiempo 
gastarán tu piel y por dentro tu alma.
A menudo tendrás que saludar
a la fe, a la esperanza, a la caridad.
Son cuestiones inevitables,
usa la cortesía y santas pascuas.
Te acosarán a respuestas blanco sobre negro
y viva la civilización, te gritarán
y cuando entiendas por fin que el mundo
es redondo habrás perdido para siempre.

Sobre tus hombros la llevarás,
a la civilización te digo,
vestida de gringa, o de sueca o de japonesa:
esta dama lee a Platón,
se bendice las axilas con desodorantes,
toma coca-cola y no permite
que la saluden con el sombrero puesto.
Usa siempre la cortesía y
no se te olvide, hija
lavarte los dientes todas las mañanas
y apagar la luz antes de dormir.





María Mercedes Carranza


domingo, junio 11, 2017

Sobran Palabras


Por traidoras decidí hoy,
martes 24 de junio,
asesinar algunas palabras.
Amistad queda condenada
a la hoguera, por hereje;
la horca conviene
a Amor por ilegible;
no estaría mal el garrote vil,
por apóstata, para Solidaridad;
la guillotina como el rayo,
debe fulminar a Fraternidad;
Libertad morirá lentamente y con dolor:
la tortura es su destino;
Igualdad merece la horca
por ser prostituta
del peor burdel;
Esperanza ha muerto ya;
Fe padecerá la cámara de gas;
el suplicio de Tántalo, por inhumana,
se lo dejo a la palabra Dios.
Fusilaré sin piedad a Civilización
por su barbarie;
cicuta beberá Felicidad.
Queda la palabra Yo. Para esa,
por triste, por su atroz soledad,
decreto la peor de las penas:
vivirá conmigo hasta el final.





María Mercedes Carranza


domingo, enero 24, 2016

Bogotá, 1982


Nadie mira a nadie de frente,
de norte a sur la desconfianza, el recelo
entre sonrisas y cuidadas cortesías.
Turbios el aire y el miedo
en todos los zaguanes y ascensores, en las camas.
Una lluvia floja cae
como diluvio: ciudad de mundo
que no conocerá la alegría.
Olores blandos que recuerdos parecen
tras tantos años que en el aire están.
Ciudad a medio hacer, siempre a punto de parecerse a algo
como una muchacha que comienza a menstruar,
precaria, sin belleza alguna.
Patios decimonónicos con geranios
donde ancianas señoras todavía sirven chocolate;
patios de inquilinato
en los que habitan calcinados la mugre y el dolor.
En las calles empinadas y siempre crepusculares,
luz opaca como filtrada por sementinas láminas de alabastro,
ocurren escenas tan familiares como la muerte y el amor;
estas calles son el laberinto que he de andar y desandar:
todos los pasos que al final serán mi vida.
Grises las paredes, los árboles
y de los habitantes el aire de la frente a los pies.
A lo lejos el verde existe, un verde metálico y sereno,
un verde Patinir de laguna o río,
y tras los cerros tal vez puede verse el sol.
La ciudad que amo se parece demasiado a mi vida;
nos unen el cansancio y el tedio de la convivencia
pero también la costumbre irremplazable y el viento.



Bogotá vista desde el barrio Los Laches, 2011



María Mercedes Carranza


jueves, enero 21, 2016

Una Rosa Para Dylan Thomas


Murió tan extraña y trágicamente como había vivido,

preso de un caos de palabras y pasiones sin freno... no
consiguió ser grande, pero fracasó genialmente....
 

                                                                               D.T.


Se dice: "no quiero salvarme"
y sus palabras tienen la insolencia
del que decide que todo está perdido.
Como guiado por una certeza deslumbrante
camina sin eludir su abismo;
de nada le sirven ya los engaños
para sobrevivir una o dos mañana más:
conocer otro cuerpo entre las sábanas destendidas
y derretirse pálido sobre él
o reencontrarse con las palabras
y hacerlas decir para mentirse
o ser el otro por el tiempo que dura
la lucidez del alcohol en la sangre.
En la oscuridad apretada de su corazón
allí donde todo llega ya sin piel, voz, ni fecha
decide jugar a ser su propio héroe:
nada tocará sus pasiones y sus sueños;
no envejecerá entre cuatro paredes
dócil a las prohibiciones y a los ritos.
Ni el poder ni el dinero ni la gloria
merecen un instante de la inocencia que lo consume;
no cortará la cuerda que lleva atada al cuello.
Le bastó la dosis exacta de alcohol
para morir como mueren los grandes:
por un sueño que sólo ellos se atreven a soñar.



Dylan Thomas




María Mercedes Carranza


Cuando Escribo Sentada En El Sofá


A la memoria de mi padre, quien
me enseñó las primeras palabras
y también las últimas.


(Arte poética)

Igual que la imagen de mi cara en el espejo,

en la lisa y lustrada puerta de un armario
me recuerda cómo me ve la luz,
en mis palabras busco oír el sonido
de las aguas estancadas, turbias
de raíces y fango, que llevo dentro.


No eso, sino quizás un recuerdo:
¿volver a estar en uno de aquellos días
en los que todo brillaba, las frutas en el frutero,
las tardes de domingo y todavía el sol?
El golpe en la escalera de los pasos
que llegaban hasta mi cama en la pieza oscura
como disco rayado quiero oír en mis palabras.
O tal vez no sea eso tampoco:
solo el ruido de nuestros dos cuerpos
girando a tientas para sobrevivir apenas el instante.


Yo escribo sentada en el sofá
de una casa que ya no existe, veo
por la ventana un paisaje destruido también;
converso con voces
que tienen ahora su boca bajo tierra
y lo hago en compañía
de alguien que se fue para siempre.


Escribo en la oscuridad,
entre cosas sin forma, como el humo que no vuelve,
como el deseo que comienza apenas,
como un objeto que cae: visiones de vacío.
Palabras que no tienen destino
y que es muy probable que nadie lea
igual que una carta devuelta. Así escribo.






María Mercedes Carranza


miércoles, enero 06, 2016

El Oficio De Vivir


He aquí que llego a la vejez
y nadie ni nada
me ha podido decir
para qué sirvo.
Sume usted
oficios, vocaciones, misiones y predestinaciones:
la cosa no es conmigo.
No es que me aburra,
es que no sirvo para nada.
Ensayo profesiones,
que van desde cocinera, madre y poeta
hasta contabilista de estrellas.
De repente quisiera ser cebolla
para olvidar obligaciones
o árbol para cumplir con todas ellas.
Sin embargo lo más fácil
es que confiese la verdad.
Sirvo para oficios desuetos:
Espíritu Santo, dama de compañía, Estatua
de la Libertad, Arcipreste de Hita.
No sirvo para nada.




Sísifo, por Ernesto Blanco




María Mercedes Carranza


sábado, diciembre 26, 2015

El Paraíso



“…el largo, el triste juego del amor”.
Jaime Sabines




 

No olvido el paraíso,
ese lugar de paso de la infancia,
con su felicidad a cuestas
y tanta luz entre los ojos.
Salí contigo del paraíso.
En sus nubes de azúcar
no ocurren las noches de zozobra
a la espera de un gesto de ternura.
La paz que prometen a los bienaventurados
no cabe en la cama tuya y mía.
Cuando tu voz habla y me da este mundo
en una sola palabra bella o sucia,
no recibo la gracia del bendito
sino la condena de esperar otra palabra
para vivir el día que me aguarda.
En mi cara de iluminada
no está la sonrisa gozosa del querubín
porque mi mano busca y encuentra, pero no le basta,
porque jamás podrás pronunciar las palabras suficientes
ni habrá huellas tuyas que estén de más:
este enamorado montón de carne nunca se saciará.
Salí contigo del paraíso
para jugar el largo, el triste juego del amor.





























María Mercedes Carranza




Maldición


Te perseguiré por los siglos de los siglos.

No dejaré piedra sin remover
Ni mis ojos horizonte sin mirar.


Donde quiera que mi voz hable
Llegará sin perdón a tu oído
Y mis pasos estarán siempre
Dentro del laberinto que tracen los tuyos.


Se sucederán millones de amaneceres y de ocasos,
Resucitarán los muertos y volverán a morir
Y allí donde tú estés:
Polvo, luna, nada, te he de encontrar.

















María Mercedes Carranza