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miércoles, diciembre 20, 2017

Isla De Infancia


Pequeña y dulce isla
donde me habito y vivo
sin mapas ni argonautas.

Más arriba del alma
y cerca del silencio
se crece tu silueta
de coral solitario.

Allí mora la Madre
suave y blanca,
bordando con canciones
la mañana.

Allí la fuente azul
y su milagro.
El perro compañero 
y los juguetes.

Los libros de la escuela
y las cometas.
La novia de quince años
y el domingo,
la música y los frutos
de la infancia.

Allí mora la luz
que yo no miro,
y la perdida lámpara
del sueño.



Isla de Infancia & Pabellón de Palabras & David Ledesma Vásquez



David Ledesma Vásquez



Autroretrato Con Una Pena


Este pobre David que nada pide
sino un poco de paz para vivir
una piedra pequeña en que apoyar
la cabeza cansada de palabras
y un centavo de sueño que permita
creer que todavía hay gente buena
este pobre David que nada pide...




Pabellón de Palabras & David Ledesma Vásquez & Autroretrato Con Una Pena




David Ledesma Vásquez





jueves, diciembre 01, 2016

El Poema Final



(Texto encontrado dentro de su camisa
la noche de su suicidio)




De pronto,
como cortado o incompleto,
como un silencio nada más,
desciendo,
como una sequedad en la garganta,
como una pausa que vacila en el aire.
Amor mío... Amor mío...
¿Qué cosa puedo darte?
Tú me has dado tan sólo tu presencia,
tu sonrisa y a veces tu aliento,
una proximidad y nada más.
Yo te regalo un muerto. Cuídalo bien.
Es tuyo.
Solamente recuérdalo,
cierta fecha de octubre
porque donde tú naces yo termino.
Y mientras tú me pienses, viviré.
De pronto
toda la vida se hace un punto,
se hace un grito,
se hace la más perfecta y dulce música.
Perdóname, hija mía. No conozco
sino tu leve risa de inocencia.
Perdóname si sola, si desnuda,
si limpia te he dejado;
torno a la soledad. Allí he vivido,
Perdóname, tú, madre.
No me entienden.
Si un ruido horrible suena en la cabeza,
si una cosa sin nombre nos agobia,
si algo estalla de pronto... ¿Qué ha de hacerse?
El prudente tal vez buscará un médico,
el ocioso tal vez dejará estarse las venas en su sitio,
pero el que es todo corazón y siente
por el pellejo igual las arterias,
¿qué ha de hacer, me pregunto?
Si de pronto
uno repugna ante uno mismo.
Si cada corazón,
cada pulgada
de íntimo dolor pesa y resuena
como pasos andando por adentro,
como trompadas...
Amor mío, perdóname. Lo sé.
Ahora ya puedo amarte. Nada más.
Puedo decir que estoy en ti, que vivo
libre, sin huesos,
como un aire vivo,
como algo que sí puedes amar.
¡Ah! lo demás. Ya lo demás no importa...
Simplemente no se es.
No quedan huecos.
Apenas un momento de silencio
y nada más.
La rueda sigue andando.
El molino no deja de moler.
Ni nadie pierde su trabajo a causa de un tornillo que se rompe.
¿Lloran? No sé.
Yo no he querido el llanto.
Adoro las inmensas bocas frescas
que se abren al impulso de la risa.
Y la música adoro. Y la alegría.
Y las cosas más limpias de los seres:
por ejemplo, los besos, los adioses,
la mano que se pone sobre el hombro,
los niños y los perros indefensos.
Pero de pronto es necesario irse.
De pronto es necesario ser no-ser,
abrirse una ventana,
o acabarse
sencillamente
como podremos hoy, mañana o el domingo
tú, yo o fulano
hacer paréntesis,
borrarse del paisaje, hacerse humo.



Pabellón de Palabras & El Poema Final &Vásquez David Ledesma



David Ledesma Vásquez

viernes, octubre 09, 2015

La Entrega


(Voz de Eurídice)

Te doy mi vida, amigo,
y mi muerte también;
pero mi vida es
un gran lirio de hierro
que perfuma y destroza.

Te doy mi muerte, amigo,
tómala tú, tranquilo,
entre tus dulces manos
que fingen una lira,
pues mi muerte no tiene
más luz que tu palabra.


Pabellón de Palabras & La Entrega & David Ledesma Vásquez















David Ledesma Vásquez


Cuaderno De Orfeo



Cuaderno De Orfeo







David Ledesma Vásquez

jueves, octubre 08, 2015

Primer Lamento De Orfeo

Todo el amor no alcanzaría para
cubrir de besos tus delgadas cejas.
Todo el dolor no bastaría para
llorar de hinojos tu ternura intacta.

Ni mañana ni nunca ha de lograrte.
Por una eternidad inconmovible
estoy llorando con tus ojos. Arde
un fuego extraño que te viste entera,
que te vela de músicas secretas.

Un laberinto negro te confunde.
Oh tú, pequeña, tierna, áspera
criatura que te das y que te escapas
con la facilidad de tu sonrisa!



David Ledesma Vásquez




El Tormento de Eurídice

Nada de esto existe. No. Lo ven mis ojos,
la mano triste palpa su contorno,
el agua aquella moja ya mis labios;
pero no existe. No.
No existe el viento. No existe el alma.
No hay sobre la tierra un ser que me ame,
que crea en mí, que espere de mí algo
sino su propia forma de alegría.
Nada tengo que dar también es cierto,
sino mi llanto sólo. Y esta agonía
de mirar
mis propios ojos ciegos contemplándome,
mi propia voz diciendo el nombre mío.
No existe nada grato, nada amable;
ni una palabra húmeda de amor,
ni un dulce llanto que verter, ni acaso
el fuego alucinado en que me quemo!










David Ledesma Vásquez



martes, octubre 06, 2015

La Canción De Orfeo

Como aquel que posee muchas tierras
y no conoce todos sus linderos,
quiero aprender tu rostro de memoria:
Déjame contemplarte ardientemente.

Quiero tener entre mis brazos toda
la alegría inaudita de tu cuerpo,
y el gesto alado con que caen tus hombros
un tanto abandonados y otro tristes.

Dime cómo es tu piel, qué resorte,
qué mecanismo ideal hace encender
esa luz tan purísima que, a veces,
te alumbra desde el fondo las pupilas.

Enséñame tu risa. Tu silencio
y tu aliento también, esa fragancia
cálida cual crepúsculo incendiado,
como el crepúsculo, estremecedora.

O mejor tú, en completa desnudez,
dejáme ser en ti, ignorante y ciego,
una tibieza leve que te siente
sin explicarse todos tus misterios.




Tomada de: Orfeu Negro















David Ledesma Vásquez



Primer Lamento De Eurídice

Aquel que está a la diestra
de los dioses, borracho de su luz
y su armonía.

Aquel que brota lirios
cuando mira. Y que sabe
que su intacta sonrisa
es un sol inasible.

Aquel que tiene un ramo
de mirto entre las manos
y una rosa de fuego
quemándole los labios.

Anchos ríos de música
le atraviesan el torso.
Su cabeza inaudita
remata un dulce cuello
por donde gruesas venas
fingen lianas salvajes.
Tiene el vientre de mármol,
las caderas estrechas
y la esbelta cintura
de metálico brillo.

Largos ruedan sus muslos
-¡oh, purísima carne!-
a encontrar las rodillas
firmes y consteladas
y sus brazos se mueven
en caricia infinita
impulsados por músculos
de una tierna dureza.

Aquel que está a la diestra
de los dioses,
y que, -desnudo y tenso-
se yergue contra el viento
con una lucidez
de estatua estremecida!



Tomada de: Orfeu Negro






















David Ledesma Vásquez







sábado, septiembre 26, 2015

Parábola Del Recuerdo


Hablemos de las cosas que tú amabas,
para que caiga dulcemente tu alma
rendida en languidez sobre mi alma.

Hablemos del verano. De los cielos
teñidos de jazmín. Y de la brisa
como una inquieta niña en la ventana.

Hablemos de tus manos transparentes
en lenguaje cálido, llorando
la quietud del silencio inconmovible.

Hablemos de la ausencia de tus labios,
la perfecta caricia de tu pelo
y el anillo de sombras de tus ojos.

Hablemos de tu voz, gaviota herida,
arco de agua y cristal, lágrima pura
tibiamente rodando en tu garganta.

Hablemos de esos días. Nada pueden
ni el tiempo, ni el olvido, ni la muerte,
para borrar el rastro del pasado.

Para apagar el tono del recuerdo,
cuando se juntan nuestras viejas horas
en un quieto arroyuelo de memorias.







Pabellón de Palabras & Parábola Del Recuerdo & David Ledesma Vásquez






David Ledesma Vásquez




Extraño

Alguien que ignoro con mi voz pregunta
hay otro ser en mí que le responde.
María Granata






Un hombre a quien jamás he conocido
visita una ciudad que ya no existe;
-largo sabor a muerte le atraviesa
de parte a parte la sonrisa amarga-,
entra a una casa donde nunca ha estado
y se sienta a esperar que nadie llegue.

Sobre mi corazón suenan sus pasos.







Pabellón de Palabras & Extraño & David Ledesma Vásquez

























David Ledesma Vásquez







miércoles, septiembre 02, 2015

El Espejo

Estuve aquí.
                               Me ahogaron contra el muro.
Alguien dijo mi nombre es esa puerta
agitando un pañuelo sin color.
Y yo que estaba ciego me tragué
el grito a chorros verdes de silencio.

Conozco ya tu voz.
                                    Yo estuve aquí.
Desde hace años que muero y resucito.
Nadie me ve morir.
                                     No me conocen
quienes creen que soy el que pregunto:
"- ¿Por dónde pasa el bus?
- ¿Me presta un fósforo?"

Ceñido al sexo.
                             A su materia oscura.
Comprando la cadera atormentada.
El labio.
                     El alarido.
                                             Y el mordisco.
Gimiendo por la sal de la entrepierna.
Yo estoy allí.
Yo soy David.
                                          ¡Estoy gritando!
Soy yo que vuelvo.
                                                La escalera oprime
angustiada de amor mis dos zapatos.

¡Oh amarradme, amarradme -oh, si- amarradme!
Los huesos ya no bastan.
                                                     Nada basta.
Ni la boca.
                            Ni el ojo.
                                                     Nada basta.
Necesito más cuerdas.
                                                     ¡Amarradme
porque me estoy rodando hacia el vacío!

Yo soy.
                              Yo estoy gritando.
Parado aquí.
Están sordos.       No me asisten.
Y muero cuerpo adentro sin decirlo.
Aullando, sí. Mordiendo. Combatiendo.





David Ledesma Vásquez


Nuevo Conocimiento De La Muerte

Morimos en silencio. Nos morimos
sin que nadie lo note. Sin que nadie
pregunte por la lenta muerte diaria.







David Ledesma Vásquez

sábado, junio 13, 2015

Arte Poética


Soy un grito
que flota entre la niebla...
Vengo
desde lo oscuro de la carne...

De lo más limpio
de la sangre subo
como una escala tenue
al infinito.

Soy un grito no más...
un grito ronco y solitario
como un aullido de una loba herida,
o el fatal aletear de mil palomas
degolladas al filo de la luna.

¡Soy un grito, no más!...
Y bien pudiera
ser el grito común
de cualquier hombre.

Porque en la inmensa soledad del Mundo;
(en este mar sin límites ni rumbos)
¡soy una gota más que se deslíe!..




David Ledesma Vásquez



martes, agosto 13, 2013

Distinto



El pájaro que tiene sólo un ala,
la naranja cuadrada,
el árbol tenso
que tiene las raíces para arriba
y el caballo que galopa para atrás,
sólo ellos me entienden.
Mis hermanos.
Mis diferentes semejantes que amo.
Y un día,
distinto,
sin pareja,
con ellos cavaré un hoyo muy negro
donde meterme con mi sombra a cuestas.



David Ledesma Vásquez


viernes, marzo 01, 2013

Teoría De La Llama


Ya no soy más
el hijo de mis padres,
sobrino de mis tías,
nieto de mi abuela;
el ciudadano
que portaba la cédula
número 1317284,
que -en pie- cantaba un himno nacional
y que firmó: David Ledesma
sobre cartas
y cheques
y canciones.
He muerto en mí para resucitarme.
Un nuevo ser me viste.
Ya no puedo decir que soy un hombre
ni que vivo en tal parte,
ni que amo,
ni que soy. Ya no soy.


Me transfiguro
en una entera llama de Poesía
que arde,
crepita
y ruge
desde adentro.
Puedo tener un rostro como un viento,
un hueso como un río,
una muerte como una canción.
Mi ser no es esta costra.
No soy yo.
Ni es mi familia.
Ni es mi pueblo. Ni
es siquiera mi nombre.
Es un espacio luminoso y puro.
Un punto indefinido.
Intangible. 
Inasible.
Indescriptible. 
Una partícula
de fuerza,
de combate
que me nutre con sus tremendas brasas.

Ahora puedo morir,
puedo vivir también,
sobre mi cuerpo pueden caer piedras,
puede, bajo mis plantas hundirse el suelo:
y no caeré,
ni sufriré dolor.
La Llama me alimenta.
Me sostiene.
Estoy enteramente poseído
de una fuerza que es magia
y armonía.
No busco las palabras hermosas,
ni quiero los sentimientos nobles;
no busco ni siquiera el tono melodioso de la voz,
no busco nada,
mi voz es parte de la Llama,
es un instrumento al servicio de la Llama.
Y este fuego letal,
sagrado,
inexplicable,
me nutre y me posee.
Y ardo
nada más.
Tocado estoy de Gracia y de Misterio.










David Ledesma Vásquez