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martes, julio 05, 2016

Prometeo


Yo no me voy, amor.
A qué dejar tu cuerpo
Flotando abandonado en su círculo de sueños, 
                                                              Desnudo,
Laguna sin bordes que corta toda
                                                               retirada.


El reino de tu piel contra la noche
Perdiendo mis fuerzas de amante
                                                               que se escapa
Me detiene.

Yo no me voy. Nada gano.
No puedo poner un pie fuera de ti
—mujer que me tomas al vuelo cada ansia—
Porque me escondes en tus piernas
                                               la camisa del viaje
y me dices ardiente:
“Vete de mí, pero me voy contigo”.

Y he aquí que estoy
                                              Anudado a tu fuego,
Inventándome fugas a tus alrededores,
Fiel                                                                       (pese a mis alas)
al rojo de la hoguera.




Miguel Iriarte


jueves, junio 30, 2016

Semana Santa De Mi Boca


Sólo queda tu ausencia repetida.
Es eso todo lo que tengo.
Tú que desapareces, que te esfumas
En la ráfaga alisia que estremece mis ramas.
Aire que nada dice.
Brisa del río que viene siempre ahogada.

Cada vez que te pierdes de mí
Más cercana del centro de mis sueños yo te encuentro
Más hundida en el pozo rojo de mi sangre
Más lejana de mis manos
Que quisieran tocarte.

Por eso sueño.
Para ordenar la defectuosa realidad
De no tenerte
Para recomponerle a Dios
Los terribles descuidos de su oficio.
Para llegar a ti primero que la muerte
Película de tiempo
Sobre la piel lustrosa de la noche.

Parejas intocables somos
frente a un telón abierto
Desde donde nos miran los duendes del deseo
Asomados distantes al mar antiguo de Taganga
Desde el claro mirador de las alturas
Desde el ojo de un pez que nos ve allí
Puestos los dos para un hambre anterior a toda sed.
Y sin embargo ausentes
En la extraña ceremonia del olvido.

Pintura viva de este mar
Para el consumo de mis ojos del alma
Con los mismos que te miro
Siempre que quiero verte y no te veo.
Espejo desierto de una sal que arde
Paisaje en el que navegan mis adentros.

Podrás, ahora que ya sabes de mi andar
En el feliz dolor de la poesía
Que voy en vuelo fácil de la nada del sueño
a mis silencios y viceversa.
Podrás, repito,
Entender por fin que un amor por más callado
No tiene que ser menor amor.

Déjate hallar,
Perdida medicina de mi ahogo
Déjame ponerte las manos encima
Virgen gemela
Idéntica deidad a la que van mis rezos dirigidos
Dulce moreno de trópico de almíbar
Miel de ciruelas
Para la semana santa de mi boca.





Miguel Iriarte