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miércoles, abril 20, 2016

Walt Whitman


Porque en algún momento mencionó las fronteras
sabiendo que no existían fronteras
y que nada era seguro, ni las cosas sencillas que
                                                                     no existen,
celebro a Whitman y en su voz me pierdo
porque conviene más saberlo cerca para poder
                                                                       abandonarlo
inventando otro diálogo de dejaciones que avancen,
o proximidades más propias para celebrar el tiempo.

Canto de sí mismo, yo me canto
y me apropio de mí, de los que vienen
porque así lo pediste y yo me creo
y creo en mi época de tristezas vanas y de muerte,
y en el futuro tan vano de tanta vida que no tendré.

No soy original, tú lo dijiste, y no he de serlo
porque no significa nada.
Porque hablamos del mar, y tocamos el mar, y
                                                           viajamos el mar,
porque todo es sequedad
y vemos lo que podemos ver del pasado y del
                                                               presente.

Porque no conocimos el verdadero río ni al
                                                          verdadero hombre,
y saltamos sobre el estiércol y construimos sobre él.
Porque arrojamos discursos sobre la tierra mojada
                                                             y sobre la tierra seca,
y nos hacemos preguntas para pensar el tiempo,
porque incomoda el tiempo.

Entonces, yo lo digo para que tú lo celebres.
¡Incorregible melodía!
Tocas mi oído aunque no te pedí.
La sé desde siempre y no me hace feliz.
Tú te hiciste feliz invitando a tu alma a observar
                                        un tallo de hierba del verano.

Nosotros observamos los tallos de la única estación
y somos con el misterio débiles.
No tenemos tu aplomo, Walt Whitman.
Te hemos ganado en muerte.






Tallulah Flores Prieto



Naturaleza Muerta


En verdad no hay historia.
Desde la madrugada todo está quieto
Y la niebla oculta los caminos.
A través de los árboles
Las palabras
                 sigilosamente
Se transforman en dibujos crueles
Signos cerrados de erotismo
Que aparecen rodeados de miedo y de misterio.

El gris destierra el día.
Pero yo sé que es temprano.
Me duele el cuerpo de andar a ciegas
Y toco la fuerza de los troncos que no hablan.

No es un cuento:
Las letras me recorren ávidas,
Con rabia
Y huyen de mí
Sin revelar errores.

¡Infelices palabras!
No hay trama ya en el parque.
Soy yo sin follajes
Y bajo el farol del centro
La luz
                en precipicio
Se apropia de mi boca.







Tallulah Flores Prieto