miércoles, diciembre 13, 2023

Seguir Con Vida

método














Primero, el sufrimiento



"El universo grita. El concreto delata la violencia que lo martilló en muro. El concreto grita. La hierba gime entre los dientes del animal. ¿Y el hombre? ¿Qué diremos del hombre?










El mundo es un sufrimiento que se despliega. En su origen hay un nudo de sufrimiento. Toda existencia es una expansión y una compresión. Todas las cosas sufren hasta que son. La Nada vibra de dolor hasta convertirse en éste en medio de un paroxismo abyecto.


Los seres se diversifican y se complejizan sin perder nada de su naturaleza original. A partir de un determinado nivel de conciencia, se produce el grito. La poesía deriva de él. También el lenguaje articulado.


El primer paso poético consiste en remontarse al origen, es decir: al sufrimiento.


Las variantes del sufrimiento importan pero no son esenciales. Todo sufrimiento es bueno; todo sufrimiento es útil; todo sufrimiento da frutos; todo sufrimiento es un universo.


Henri tiene un año. Yace en el suelo con los pañales sucios y gritando. Su madre camina de un lado a otro, golpeando con sus tacones la habitación adoquinada, buscando su sostén y su falda. Tiene prisa por llegar a su cita de la noche. Esa cosita cubierta de mierda, que se agita sobre las baldosas, la enfurece. Ella también empieza a gritar. Henri grita todavía más. Luego ella se va.


Henri ha comenzado su carrera de poeta.


Marc tiene diez años. Su padre se está muriendo de cáncer en el hospital. Esa especie de maquinaria usada, con tubos y perfusiones en la garganta, es su padre. Sólo la mirada vive: expresa sufrimiento y miedo. También Marc sufre y tiene miedo. Quiere a su padre. Y al mismo tiempo empieza a querer que su padre muera, y a sentirse culpable por ello.


Mark tendrá que trabajar. Tendrá que profundizar en ese sufrimiento tan especial y fecundo: la Santísima Culpa.


Michel tiene quince años. Ninguna chica lo ha besado. Él quisiera bailar con Sylvie pero ella baila con Patrice, y es evidente que lo disfruta. Él se paraliza: la música llega hasta lo más profundo de su ser. Es una hermosa danza lenta, surrealista en su belleza. Él no sabía que se podía sufrir tanto. Su infancia hasta ahora había sido feliz.


Michel nunca olvidará el contraste entre su corazón paralizado de dolor y la abrumadora belleza de la música. Su sensibilidad se está formando.


Si el mundo se compone de sufrimiento se debe a que él es, en esencia, libre. El sufrimiento es la consecuencia necesaria del libre juego de las partes del sistema. Debes saber esto, y decirlo.


No te será posible convertir el sufrimiento en meta. El sufrimiento es, y en consecuencia no sabría volverse meta.


En las heridas que nos inflige, la vida alterna entre lo brutal y lo insidioso. Conoce estas dos formas. Practícalas. Adquiere un conocimiento completo de ellas. Identifica lo que las separa y lo que las une. Muchas contradicciones serán entonces resueltas y tu discurso ganará en fuerza y en amplitud.


Dadas las características de la era moderna, el amor apenas puede manifestarse; pero el ideal del amor no ha disminuido. Al estar situado como todos los ideales fundamentalmente fuera del tiempo, no sabría disminuir ni desaparecer.


Nace de allí una discordancia ideal-real particularmente flagrante, una fuente de sufrimiento particularmente rica.


Los años de adolescencia son importantes. Una vez que has desarrollado una concepción del amor lo suficientemente ideal, lo suficientemente noble y perfecta, estás perdido. Ya nada te será suficiente. Si no sales con mujeres (por timidez, fealdad o alguna otra razón), lee revistas femeninas. Sentirás aflicciones casi equivalentes.


Ir al fondo del abismo del desamor. Cultivar el odio a sí mismo. Odio a sí mismo, desprecio a los demás. Odio a los demás, desprecio a uno mismo. Mezclarlo todo. Sintetizar. En el tumulto de la vida, ser siempre quien pierde. El universo como una discoteca. Acumular un gran número de frustraciones. Aprender a ser poeta es desaprender a vivir.


Ama tu pasado u ódialo: pero que siga presente a tu vista. Debes adquirir un conocimiento completo de ti mismo. Así, poco a poco, tu yo profundo se desprenderá, se deslizará bajo el sol; y tu cuerpo permanecerá en su sitio; hinchado, ampollado, irritado; maduro para nuevos sufrimientos.


La vida es una serie de pruebas de destrucción. Pasar las primeras pruebas, fallar las últimas. Malograr la vida, pero malograrla por poco. Y sufrir, siempre sufrir. Debes aprender a sentir el dolor a través de cada poro. Cada fragmento del universo debe ser una herida personal. Sin embargo, debes seguir con vida, al menos durante cierto tiempo.


No se puede despreciar la timidez. Pudo haberse considerado como la única fuente de riqueza interior, es cierto. De hecho, es en ese momento de desfase entre voluntad y acción que los fenómenos mentales interesantes comienzan a manifestarse. El hombre que carece de este desfase permanece cercano al animal. La timidez es un excelente punto de partida para un poeta.


Desarrolla en ti un profundo resentimiento hacia la vida. Este resentimiento es necesario para cualquier creación artística verdadera.


A veces, es cierto, la vida parecerá una experiencia incongruente. Pero siempre el resentimiento tendrá que estar cerca, aunque decidas no expresarlo.


Y siempre vuelve a la fuente, que es el sufrimiento.


Cuando despiertes en los demás una mezcla de lástima aterrada y desprecio, sabrás que vas por buen camino. Podrás empezar a escribir.















Articular




"Una fuerza se convierte en movimiento en cuanto pasa al acto y se desarrolla con el tiempo”.








Si no consigues articular tu sufrimiento en una estructura bien definida, estás perdido. El sufrimiento te comerá vivo, desde dentro, antes de que hayas tenido el tiempo de escribir algo.


La estructura es la única forma de escapar del suicidio. Y el suicidio no resuelve nada. Imagina que Baudelaire hubiera logrado su intento de suicidio, a los veinticuatro años.


Cree en la estructura. Cree también en la métrica antigua. La versificación es una poderosa herramienta para liberar la vida interior.


No te sientas obligado a inventar una nueva forma. Las nuevas formas son escasas. Una por siglo es suficiente. Y no necesariamente son los más grandes poetas quienes están al origen. La poesía no es un trabajo sobre el lenguaje; no esencialmente. Las palabras son responsabilidad de toda la sociedad.


La mayoría de las formas nuevas no parten de cero, sino de la lenta derivación de una forma anterior: poco a poco la estructura se adapta, sufre ligeras modificaciones. La novedad que resulta de este efecto conjunto no suele aparecer hasta el final, una vez escrita la obra. Es bastante comparable a la evolución de los animales.


Al principio emitirás gritos inarticulados. Y a menudo tendrás la tentación de volver a ellos. Esto es normal. La poesía, de hecho, precede por poco al lenguaje articulado.



Vuelve a los gritos inarticulados cuando sientas la necesidad. Esto te rejuvenece. Pero recuerda que si no consigues salir de allí, al menos de vez en cuando, vas a morir. El organismo humano tiene sus límites.


En el punto álgido del sufrimiento, no podrás escribir. Si te sientes con fuerzas, inténtalo de todos modos. El resultado será probablemente malo, probablemente, pero no se tiene esa certeza.


Nunca trabajes. Escribir poesía no es un trabajo; es un peso.


Si el uso de una determinada forma (por ejemplo, el alejandrino) te exige un esfuerzo, abandónala. Ese tipo de esfuerzo nunca da resultado.


No se puede decir lo mismo del esfuerzo general y permanente por salir de la apatía. Este esfuerzo es indispensable.


En cuanto a la forma, no dudes en contradecirte. Diverge, cambia de dirección tantas veces como sea necesario. No te esfuerces en tener una personalidad coherente: ella existe, que lo quieras o no.


No descuides nada que pueda darte un poco de equilibrio. De todos modos, la felicidad no es para ti: decretado fue hace mucho tiempo. Pero si puedes atrapar alguno de sus simulacros, hazlo. Sin dudar.


En cualquier caso, no durará.


Tu existencia es apenas un tejido de desdichas. Piensa que lograrás ajustarlas dentro de una forma coherente. Tu objetivo a estas alturas: una esperanza de vida suficiente.















Sobrevivir




"El oficio de las letras es el único en el que se puede no ganar dinero sin hacer el ridículo.”

Jules Renard





Un poeta muerto ya no escribe. De ahí la importancia de mantenerse vivo.


Este sencillo razonamiento te resultará por momentos difícil de sostener. En especial durante los períodos de prolongada esterilidad creativa. En tales casos, tu subsistencia te parecerá dolorosamente inútil; de todos modos, ya no escribirás de nuevo.


A esto, apenas una respuesta: en el fondo, tú no tienes idea. Y si te revisas honestamente, al final tendrás que estar de acuerdo. Hemos visto casos extraños.


Si no escribes más, esto podría ser el preludio de un cambio de forma. O de un cambio de tema. O de ambos. O podría ser el preludio de tu muerte creativa. Pero tú no lo sabes. Nunca conocerás con exactitud aquella parte de ti mismo que te impulsa a escribir. Sólo la conocerás bajo formas aproximativas y contradictorias. ¿Egoísmo o devoción? ¿Crueldad o compasión? Cualquiera tendría sentido. Prueba de que a fin de cuentas no sabes nada, así que no actúes como si lo supieras. Frente a tu ignorancia, frente a esta parte misteriosa de ti mismo, permanece honesto y humilde.


La mayoría de los poetas que llegan a la vejez no sólo producen más: dicha vejez es asimismo la sede de ciertos procesos físicos y mentales que sería una pena desconocer.


Dicho esto, la supervivencia es extremadamente difícil. Se podría pensar en adoptar una estrategia a la Pessoa: encontrar un pequeño trabajo, no publicar nada y esperar tranquilamente la muerte. En la práctica, te enfrentarás a grandes dificultades: la sensación de perder el tiempo, de no encajar, de no ser valorado en tu justa medida... todo esto se volverá rápidamente insoportable. Será difícil evitar el alcohol. Al fin y al cabo, la amargura y el rencor estarán al final del camino, seguidos rápidamente por la apatía y la completa esterilidad creativa. Por lo tanto, esta solución tiene  sus inconvenientes pero suele ser la única. Sin olvidar a los psiquiatras, que tienen la facultad de dar incapacidades laborales. Por otro lado, una estancia prolongada en un hospital psiquiátrico se debe proscribir: demasiado destructiva. Sólo debe utilizarse como último recurso, como alternativa a la situación de calle.


Los mecanismos de solidaridad social (subsidio de desempleo, etc.) deberán usarse al máximo, así como la ayuda financiera de amigos más prósperos. No desarrolles un excesivo sentimiento de culpa en este sentido. El poeta es un parásito sagrado.


El poeta es un parásito sagrado: semejante a los escarabajos del antiguo Egipto, puede tanto prosperar en los cuerpos de sociedades ricas y decadentes como también tener un lugar en el corazón de sociedades frugales y fuertes.


No hace falta luchar. Los boxeadores luchan: los poetas no. Pero aun así, hay que publicar un poco; esa es la condición necesaria para que el reconocimiento póstumo tenga lugar. Si no publicas un poco (aunque sólo sean unos pocos textos en alguna revista de segunda categoría), pasarás desapercibido para la posteridad; tan desapercibido como lo fuiste en vida. Aunque seas el genio más perfecto, tendrás que dejar un rastro y confiar en los arqueólogos literarios para desenterrar el resto. Esto puede fallar: a menudo lo hace. Tendrás que decirte al menos una vez al día que lo más importante es dar lo mejor de ti.


Estudiar las biografías de tus poetas favoritos podrá serte útil: debería ayudarte a evitar ciertos errores.


Recuerda que no hay soluciones buenas para el problema de la supervivencia material, pero sí hay algunas muy malas.


El problema de dónde vivir no suele plantearse: irás donde puedas. Sólo trata de evitar a vecinos ruidosos, que pueden provocar por sí solos la muerte intelectual permanente.


Una pequeña inserción profesional puede proporcionar algunos conocimientos, posiblemente provechosos para un trabajo posterior, sobre el funcionamiento de la sociedad. Pero un periodo de indigencia, de inmersión en la marginalidad, aportará otros conocimientos. Lo ideal es alternar.


Otras realidades de la vida como una vida sexual armoniosa, el matrimonio o el tener hijos son beneficiosas y fructíferas. Pero son casi imposibles de conseguir. Se trata de un territorio prácticamente inexplorado en términos artísticos.


En general, serás meneado entre la amargura y la angustia. En ambos casos, el alcohol te ayudará. Es esencial procurarse de esos cuantos momentos de condonación que permitirán la realización de tu obra. Serán breves: trata de aprovecharlos.


No tengas miedo de la felicidad: ella no existe.











Golpear allí donde importa



"Esfuérzate por presentarte ante Dios como un hombre probo, un obrero que no se avergüenza, que imparte correctamente la palabra de verdad".


(II Timoteo 2:15)









No busques el conocimiento por sí mismo. Todo lo que no provenga directamente de la emoción carece, en poesía, de valor.


(La emoción, por supuesto, debe entenderse en un sentido amplio: algunas emociones no son ni agradables ni desagradables; éste suele ser el caso del sentimiento de extrañeza).


La emoción suprime la cadena causal: sólo ella es capaz de hacer percibir las cosas en sí mismas; la transmisión de esta percepción es el objeto de la poesía.


Esta identidad de propósito entre la filosofía y la poesía es la fuente de la complicidad secreta entre ambas. En esencia, ésta no se manifiesta con la escritura de poemas filosóficos: la poesía debe descubrir la realidad por sus propios medios, puramente intuitivos, sin pasar por el filtro de una reconstrucción intelectual del mundo. Menos aún se manifiesta con filosofía expresada en forma poética que la mayoría de las veces es un miserable engaño. Pero es siempre entre los poetas donde una filosofía nueva encontrará sus lectores más serios, atentos y fructíferos. Del mismo modo, sólo algunos filósofos serán capaces de discernir, descubrir y utilizar las verdades ocultas en la poesía: es en la poesía, casi tanto como en la contemplación directa -y mucho más que en filosofías anteriores- donde ellos encontrarán material para nuevas representaciones del mundo.


Respeta a los filósofos, no los imites: tu senda, lamentablemente, está en otra parte. Él es inseparable de la neurosis. La experiencia poética y la experiencia neurótica son dos caminos que se cruzan y que la mayoría de las veces acaban fusionándose: esto resulta de la disolución de la vena poética en el flujo sanguíneo de la neurosis. Pero no tienes opción. No hay otro camino.


El trabajo constante en tus obsesiones acabará convirtiéndote en una ruina patética, minada por la angustia o devastada por la apatía. Pero, repito, no hay otra manera. Debes llegar al punto de no retorno. Romper el círculo. Y producir algunos poemas, antes de estrellarte contra el suelo. Habrás vislumbrado espacios inmensos. Toda gran pasión conduce al infinito.


En suma, el amor resuelve todos los problemas. Del mismo modo, toda gran pasión acaba conduciendo a una zona de verdad. A un espacio diferente, extremadamente doloroso, pero donde la vista llega lejos y clara. Donde depurados los objetos  aparecen en su nitidez, en su límpida verdad.


Cree en la identidad entre lo Verdadero, lo Bello y lo Bueno.


La sociedad en la que vives tiene por objetivo destruirte. De hecho tu estás a su servicio. El arma que utilizará es la indiferencia. No puedes permitirte adoptar la misma actitud. ¡Pasa al ataque!


Toda sociedad tiene sus puntos de menor resistencia, sus heridas. Pon tu dedo en la herida y presiona muy fuerte. Profundiza en los temas que nadie quiere escuchar.


La otra cara del decorado. Insiste en la enfermedad, la agonía, la fealdad. Habla de la muerte y del olvido. De los celos, de la indiferencia, de la frustración, de la ausencia de amor.


Sé abyecto, serás verdadero.


No adhieras a nada. O adhiére y luego traiciona inmediatamente. Ninguna afiliación teórica te debería retener por mucho tiempo. El activismo alegra y no tienes por qué hacerlo. Estás del lado de la infelicidad; eres la parte oscura.


Sobre todo tu misión no es proponer, ni construir. Si puedes hacerlo, hazlo. Si llegas a contradicciones insoportables, dílo. Puesto que tu misión más profunda es cavar hacia la Verdad. Tú eres el sepulturero y tú eres el cadáver. Ustedes son el cuerpo de la sociedad. Son responsables del cuerpo de la sociedad. Todos responsables, en igual medida. ¡Abraza la tierra, escoria!


Determina la inocencia y la culpa. Primero en ti mismo, lo que te servirá de guía. Pero también en otros. Considera su comportamiento y sus excusas; luego juzga, con toda imparcialidad. No te preserves a ti mismo; no preserves a nadie.


Eres rico. Conoces lo bueno, conoces lo malo. No dejes de intentar separarlos: no te dejes empantanar de tolerancia, ese pobre estigma de la edad. La poesía es capaz de establecer verdades morales definitivas. Debes odiar la libertad con todas tus fuerzas.


La verdad es escandalosa. Pero sin ella no hay nada que valga la pena. Una visión honesta e ingenua del mundo es ya una obra maestra. Ante esta exigencia, la originalidad pesa poco. No te preocupes. En cualquier caso, la originalidad se desprenderá inevitablemente de la suma de tus defectos. En lo que a ti respecta, dí simplemente la verdad; dí simple y llanamente la verdad: ni más, ni menos.


No puedes amar a la verdad y al mundo. Pero tú ya has elegido. El problema ahora consiste en mantener dicha elección. Te invito a mantener el valor. No es que tengas nada que esperar. Por el contrario, sabe que estarás muy solo. La mayoría de la gente se las arregla con la vida, o se muere. Son suicidas en vida.


A medida que te acercas a la verdad, tu soledad aumenta. El edificio es espléndido, pero desierto. Caminas por habitaciones vacías que te devuelven el eco de tus pasos. La atmósfera es límpida e inmutable; los objetos parecen petrificados. A veces te pones a llorar, tan cruel es la agudeza de la visión. Te gustaría volver atrás, a las brumas del desconocimiento; pero en el fondo sabes que ya es demasiado tarde.


Continúa. No tengas miedo. Lo peor ya pasó. Por supuesto, la vida te seguirá destrozando, pero ya no tienes que lidiar tanto con ella. Recuerda: básicamente, ya estás muerto. Ahora estás cara a cara con la eternidad.



















Michel Houellbecq

Traducción al español de Mauricio Alejandro Moreno A.





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Enlace al ensayo original Rester Vivant:



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Tráiler del film Rester Vivant:




sábado, diciembre 09, 2023

Mi Corazón





Muy adentro de mi pecho

El misterio de la vida

Mi corazón




Muy adentro de mi pecho

El misterio de la vida

Mi corazón




Es una voz escondida

Entonando una canción

Es una luz encendida

Mi corazón




Es una voz escondida

Entonando una canción

Es una luz encendida

Mi corazón




Por rumbos desconocidos

Mis pasos tú vas guiando

Mi corazón




Por rumbos desconocidos

Mis pasos tú vas guiando

Mi corazón




Si llegaré a mi destino

Entonando una canción

Yo no sé cómo ni cuándo

Mi corazón




Si llegaré a mi destino

Entonando una canción

No importa cómo ni cuándo

Mi corazón




Al ritmo de tus latidos

Mi alma ejecuta una danza

Mi corazón




Al ritmo de tus latidos

Mi alma ejecuta una danza

Mi corazón




Al son de tus sentimientos

Entonando una canción

La danza de la esperanza

Mi corazón





Al son de tus sentimientos
Entonando una canción
La danza de mi esperanza
Mi corazón


A un lado se alza una roca
Al otro se abre un abismo
Mi corazón


A un lado se alza una roca
Al otro se abre un abismo
Mi corazón


Y en medio de mil peligros
Entonando una canción
Vas hallando mi camino
Mi corazón


Y en medio de mil peligros
Entonando una canción
Voy abriendo tu camino
Mi corazón


Muy adentro de mi pecho
El misterio de la vida
Mi corazón


Es una voz escondida
Entonando una canción
Es una luz encendida
Mi corazón












Kike Pinto




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Mi Corazón en la voz de Kike Pinto:

jueves, diciembre 07, 2023

Al Son De Los Días



Para tener la fuerza
Cada mañana
Cada mañana
Busco esa flor perdida
En mi ventana
En mi ventana


Detrás del sol se ilumina
Una nueva melodía
Es la esperanza que viene
Danzando al son de los días


Para tener la fuerza
Le prendo fuego a mi conciencia
Dejo volar palomas
Que el tiempo se desvanezca
Que el tiempo se desvanezca.


















Rodrigo Gallardo




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Al Son De Los Días en la voz de Rodrigo Gallardo:




miércoles, diciembre 06, 2023

Camino De Estrellas



Soy de un pueblo que viene de lejos
Mas allá del principio del tiempo
Y venimos cantando los versos
Que cantaba mi abuelo


Cantando a la tierra primero
Luego canto a mi Padre en el cielo
Luego canto a mis cuatro abuelos
Luego canto a mis sueños


Para que no se apague este grito
Que derrama mi sangre en la tierra
Como el agua transforma la piedra
Me transforma el amarte


Cuando el fuego calienta la roca
Viene el agua y descubre que es aire
Yo descubro que soy la mirada
La memoria de un pueblo


Porque soy un viejo caminante
Caminando un camino de estrellas
En la tierra soy un pequeñito
En el cielo un cometa


Porque soy un viejo caminante
Caminando un camino de estrellas
En la tierra soy un pequeñito
En el cielo un cometa.












Alonso del Río 





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Camino de Estrellas en la voz de Alonso del Río:

Camino de Estrellas



martes, mayo 30, 2023

Soneto Do Teu Corpo



Juro beijar teu corpo sem descanso
Como quem sai sem rumo pra viagem
Vou te cruzar sem mapa nem bagagem
Quero inventar a estrada enquanto avanço


Beijo teus pés
Me perco entre teus dedos
Luzes ao norte
Pernas são estradas
Onde meus lábios correm a madrugada
Pra de manhã chegar aos teus desejos


Como em teus bosques
Bebo nos teus rios
Entre teus montes
Vales escondidos
Faço fogueira
Choro, canto e danço


Línguas de Lua
Varrem tua nuca
Línguas de Sol
Percorrem tuas ruas


Eu juro beijar teu corpo
Juro beijar teu corpo
Juro beijar teu corpo
Sem descanso


Ah, eu juro
Ah, eu juro
Ah, eu Juro
Ah, eu Juro


Beijo teus pés
Me perco entre teus dedos
Luzes ao norte
Pernas são estradas
Onde meus lábios correm a madrugada
Pra de manhã chegar aos teus desejos


Como em teus bosques
Bebo nos teus rios
Entre teus montes
Vales escondidos
Faço fogueira
Choro, canto e danço


Línguas de Lua
Varrem tua nuca
Línguas de Sol
Percorrem tuas ruas


Eu juro beijar teu corpo
Juro beijar teu corpo
Juro beijar teu corpo
Sem descanso...


Ah, eu juro
Ah, eu juro
Ah, eu Juro
Ah, eu Juro


Eu Juro
Juro beijar
Juro beijar
Juro beijar
Juro beijar
Juro beijar
Juro beijar
Juro beijar
Eu juro beijar









Womanscape by Jeanne Simmons.










Paulinho Moska





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Soneto Do Teu Corpo interpretado por Paulinho Moska:


Soneto Do Teu Corpo



miércoles, mayo 03, 2023

Strawberry Fields Forever



Let me take you down
'Cause I'm going to strawberry fields
Nothing is real
And nothing to get hung about
Strawberry fields forever


Living is easy with eyes closed
Misunderstanding all you see
It's getting hard to be someone but it all works out
It doesn't matter much to me


Let me take you down
'Cause I'm going to strawberry fields
Nothing is real
And nothing to get hung about
Strawberry fields forever


No one I think is in my tree
I mean, it must be high or low
That is, you can't, you know, tune in but it's all right
That is, I think it's not too bad


Let me take you down
'Cause I'm going to strawberry fields
Nothing is real
And nothing to get hung about
Strawberry fields forever


Always, no sometimes, think it's me
But you know I know when it's a dream
I think I know, I mean a... yes
But it's all wrong
That is, I think I disagree


Let me take you down
'Cause I'm going to strawberry fields
Nothing is real
And nothing to get hung about
Strawberry fields forever
Strawberry fields forever
Strawberry fields forever



















The Beatles ( John Lennon / Paul McCartney)



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Strawberry Fields Forever by the Beatles:

Strawberry Fields Forever




Yo Digo Que Las Estrellas



Yo digo que las estrellas le dan gracias a la noche
Porque encima de otro coche no pueden lucir tan bellas
Y digo que es culpa de ellas, de la noche, el universo
Cual son culpables los versos de que haya noches y estrellas


Yo digo que no hay quien crezca más allá de lo que vale
Y el tonto que no lo sabe es el que en zancos se arresta
Y digo que el que se presta para peón del veneno
Es doble tonto, y no quiero ser bailarín de su fiesta


Yo digo que no hay talante más claro que el ir desnudo
Pues cuando se tiene escudo luego se quieren los guantes
Y al que diga que me aguante debajo de una sotana
Le encajo una caravana de sentimientos
De sentimientos, de sentimientos gigantes


Yo digo que no hay más canto que el que sale de la selva
Y que será el que lo entienda, fruto del árbol más alto
Y digo que cuesta tanto y que hay que cruzar la tundra
Pero al final, la penumbra se hace arcoíris del canto.



















Silvio Rodríguez



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Yo Digo Que Las Estrellas en la voz de Silvio Rodríguez:

Yo Digo Que Las Estrellas





jueves, abril 27, 2023

Canto Del Macho Anciano



Sentado a la sombra inmortal de un sepulcro, o enarbolando el gran anillo matrimonial herido a la manera de palomas que se deshojan como congojas, escarbo los últimos atardeceres.


Como quien arroja un libro de botellas tristes a la Mar-Océano o una enorme piedra de humo echando sin embargo espanto a los acantilados de la historia o acaso un pájaro muerto que gotea llanto, voy lanzando los peñascos inexorables del pretérito contra la muralla negra.


Y como ya todo es inútil, como los candados del infinito crujen en goznes mohosos, su actitud llena la tierra de lamentos.


Escucho el regimiento de esqueletos del gran crepúsculo, del gran crepúsculo cardíaco o demoníaco, maníaco de los enfurecidos ancianos, la trompeta acusatoria de la desgracia acumulada, el arriarse descomunal de todas las banderas, el ámbito terriblemente pálido

de los fusilamientos, la angustia

del soldado que agoniza entre tizanas y frazadas, a quinientas leguas abiertas

del campo de batalla, y sollozo como un pabellón antiguo.


Hay lágrimas de hierro amontonadas, pero por adentro del invierno se levanta el hongo infernal del cataclismo

personal, y catástrofes de ciudades que murieron y son polvo remoto, aullan.


Ha llegado la hora vestida de pánico en la cual todas las vidas carecen de sentido, carecen de destino, carecen de estilo y de espada, carecen de dirección, de voz, carecen

de todo lo rojo y terrible de las empresas o las epopeyas o las vivencias ecuménicas,

que justificarán la existencia como peligro y como suicidio; un mito enorme,

equivocado, rupestre, de rumiante

fue el existir; y restan las chaquetas solas del ágape inexorable, las risas caídas y el arrepentimiento invernal de los excesos, en aquel entonces antiquísimo con rasgos de santo y de demonio, cuando yo era hermoso como un toro negro y tenía las mujeres que quería

y un revólver de hombre a la cintura.


Fallan las glándulas y el varón genital intimidado por el yo rabioso, se recoje a la medida

del abatimiento o atardecicndo araña la perdida felicidad en los escombros; el amor nos agarró y nos estrujó como a limones desesperados, yo ando lamiendo su ternura,

pero ella se diluye en la eternidad, se confunde en la eternidad, se destruye en la eternidad y aunque existo porque batallo y "mi poesía es mi militancia",

todo lo eterno me rodea amenazándome y gritando desde la otra orilla.


Busco los musgos, las cosas usadas y estupefactas, lo postpretérito y difícil, arado de pasado e infinitamente de olvido,


polvoso y mohoso como las panoplias de antaño, como las familias de antaño, como las monedas de antaño, con el resplandor de los ataúdes enfurecidos,

el gigante relincho de los sombreros muertos, o aquello únicamente aquello

que se está cayendo en las formas,

el yo público, la figura atronadora del ser

que se ahoga contradiciéndose.


Ahora la hembra domina, envenenada, y el vino se burla de nosotros como un cómplice de nosotros, emborrachándonos, cuando nos llevamos la copa a la boca dolorosa,

acorralándonos y aculatándonos contra nosotros mismos como mitos.


Estamos muy cansados de escribir universos sobre universos y la inmortalidad que otrora tanto amaba el corazón adolescente, se arrastra

como una pobre puta envejeciendo;

sabemos que podemos escalar todas las montañas de la literatura como en la juventud heroica, que nos aguanta el ánimo

el coraje suicida de los temerarios, y sin embargo yo,

definitivamente viudo, definitivamente solo, definitivamente viejo, y apuñalado de padecimientos,

ejecutando la hazaña desesperada de sobrepujarme,

el autoretrato de todo lo heroico de la sociedad y la naturaleza me abruma;

¿qué les sucede a los ancianos con su propia ex-combatiente sombra?

se confunden con ella ardiendo y son fuego rugiendo sueño de sombra hecho de sombra,

lo sombrío definitivo y un ataúd que anda llorando sombra sobre sombra.


Viviendo del recuerdo, amamantándome del recuerdo, el recuerdo me envuelve y al retornar a la gran soledad de la adolescencia,


padre y abuelo, padre de innumerables familias,

rasguño los rescoldos, y la ceniza helada agranda la desesperación

en la que todos están muertos entre muertos,

y la más amada de las mujeres, retumba en la tumba de truenos y héroes

labrada con palancas universales o como bramando.


¿En qué bosques de fusiles nos enconderemos de aquestos pellejos ardiendo?

porque es terrible el seguirse a sí mismo cuando lo hicimos todo, lo quisimos todo, lo pudimos todo y se nos quebraron las manos,

las manos y los dientes mordiendo hierro con fuego;

y ahora como se desciende terriblemente de lo cuotidiano a lo infinito, ataúd por ataúd,

desbarrancándonos como peñascos o como caballos mundo abajo,

vamos como extraños, paso a paso y tranco a tranco midiendo el derrumbamiento general,

calculándolo, a la sordina,

y de ahí entonces la prudencia que es la derrota de la ancianidad; vacías restan las botellas,

gastados los zapatos y desaparecidos los amigos más queridos, nuestro viejo tiempo, la época y tú, Winétt, colosal e inexorable.


Todas las cosas van siguiendo mis pisadas, ladrando desesperadamente,

como un acompañamiento fúnebre, mordiendo el siniestro funeral del

mundo, como el entierro nacional de las edades, y yo voy muerto andando.


Infinitamente cansado, desengañado, errado, con la sensación categórica de haberme equivocado en lo ejecutado o desperdiciado o abandonado o atropellado al avatar del destino

en la inutilidad de existir y su gran carrera despedazada; comprendo y admiro a los líderes,

pero soy el coordinador de la angustia del universo, el suicida que

apostó su destino a la baraja de la expresionalidad y lo ganó perdiendo el derecho a perderlo, el hombre que rompe su época y arrasándola, le da categoría y régimen,

pero queda hecho pedazos y a la expectativa; rompiente de jubilaciones, ariete y símbolo de piedra, anhelo ya la antigua plaza de provincia

y la discusión con los pájaros, el vagabundaje y la retreta apolillada en los extramuros.


Está lloviendo, está lloviendo, está lloviendo, ¡ojalá siempre esté lloviendo, esté lloviendo siempre y el vendaval

desenfrenado que yo soy íntegro, se asocie a la personalidad popular del huracán!


A la manera de la estación de ferrocarriles, mi situación está poblada de adioses y de ausencia, una gran lágrima enfurecida

derrama tiempo con sueños y águilas tristes;

cae la tarde en la literatura y no hicimos lo que pudimos,

cuando hicimos lo que quisimos con nuestro pellejo.


El aventurero de los océanos deshabitados, el descubridor, el conquistador, el gobernador de naciones y el fundador de ciudades tentaculares, como un gran capitán frustrado,

rememorando lo soñado como errado y vil o trocando en el escarnio

celestial del vocabulario espadas por poemas, entregó la cuchilla rota del canto al soñador que arrastraría adentro del pecho universal muerto, el

cadáver de un conductor de pueblos, con su bastón de mariscal tronchado y echando llamas.


El "borracho, bestial, lascivo e iconoclasta" como el cíclope de Eurípides,

queriendo y muriendo de amor, arrasándola

a la amada en temporal de besos, es ya nada ahora más que un león herido y mordido de cóndores.


Caduco en "la República asesinada"

y como el dolor nacional es mío, el dolor popular me horada la palabra, desgarrándome,

como si todos los niños hambrientos de Chile fueran mis parientes;

el trágico y el dionisíaco naufragan en este enorme atado de lujuria en angustia, y la acometida agonal

se estrella la cabeza en las murallas enarboladas de sol caído,

trompetas botadas, botellas quebradas, banderas ajadas, ensangrentadas por el martirio del trabajo mal pagado;

escucho la muerte roncando por debajo del mundo

a la manera de las culebras, a la manera de las escopetas apuntándonos a la cabeza, a la manera

de Dios, que no existió nunca.


Hueso de estatua gritando en antiguos panteones, amarillo y aterido como crucifijo de prostituta,

llorando estoy, botado, con el badajo de la campana del corazón hecho pedazos,

entre cabezas destronadas, trompetas enlutadas y cataclismos, como carreta de ajusticiamiento, como espada de batallas perdidas en montañas, desiertos y desfiladeros, como zapato loco.


Anduve todos los caminos preguntando por el camino, e intuyó mi estupor que una sola ruta, la muerte adentro de la muerte edificaba su ámbito adentro de la muerte, reintegrándose en oleaje oscuro a su epicentro; he llegado adonde partiera, cansado y sudando sangre como el Jesucristo de los olivos, yo que soy su enemigo;


y sé perfectamente que no va a retornar ninguno

de los actos pasados o antepasados, que son el recuerdo de un recuerdo como lloviendo años difuntos del agonizante ciclópeo,

porque yo siendo el mismo soy distinto, soy lo distinto mismo y lo mismo distinto;

todo lo mío ya es irreparable;

y la gran euforia alcohólica en la cual naufragaría el varón conyugal

de entonces, conmemorando los desbordamientos felices,

es hoy por hoy un vino terrible despedazando las vasijas o clavo ardiendo.


Tal como esos molos muertos del atardecer, los deseos y la ambición catastrófica, están rumiando verdad deshecha y humo en los sepulcros de los estupendos panteones extranjeros, que son ríos malditos a la orilla del mar de ceniza que llora abriendo su boca de tromba.


El garañón desenfrenado y atrabiliario, cuyos altos y anchos veinte años meaban las plazas públicas del mundo,

dueño del sexo de las doncellas más hermosas y de los lazos trenzados de doce corriones,da la lástima humillatoria del cazador de leones decrépito y dramático, al cual la tormenta de las pasiones acumuladas como culebras en un torreón hundido, lo azota;

me repugna la sexualidad pornográfica, y el cadáver de Pan enamorado de la niña morena;

pero el viejo es de intuición y ensoñación e imaginación cínica como el niño o el gran poeta a caballo en el espanto,

tremendamente amoral y desesperado, y como es todo un hombre a esas alturas, anda

levantándoles las polleras a las hembras chilenas e internacionales y cayendo de derrota en derrota en la batalla entre los hechos y los sueños;

es mentira la ancianidad agropecuaria y de égloga, porque el anciano

se está vengando, cuando el anciano se está creando su pirámide;

como aquellos vinos añejos, con alcohol reconcentrado en sus errores y ecos de esos que rugen como sables o como calles llenas de suburbio,

desgarraríamos los toneles si pudiese la dinamita adolorida del espíritu arrasar su condensación épica, y sol caído, su concentración trágica,

pero los abuelos sonríen en equivalente frustrados, no porque son gangochos enmohecidos, sino rol marchito, pero con fuego adentro del ánimo.


Sabemos que tenemos el coraje de los asesinados y los crucificados por ideas,

la dignidad antigua y categórica de los guerreros de religión,

pero los huesos síquicos Saquean, el espanto cruje de doliente y se caen

de bruces los ríñones, los pulmones, los cojones de las

médulas categóricas.


Agarrándonos a la tabla de salvación de la poesía, que es una gran máquina negra,

somos los santos cara jos y desocupados de aquella irreligiosidad horrenda que da vergüenza porque desapareció cuando desapareció el último "dios" de la tierra,

y la nacionalidad de la personalidad ilustre, se pudre de eminente y de formidable como divino oro judío;

todo lo miramos en pasado, y el pasado, el pasado, el pasado es el porvenir de los desengañados y los túmulos;

yo, en este instante, soy como un navio

que avanza mar afuera con todo lo remoto en las bodegas

y acordeones de navegaciones;

querríamos arañar la eternidad y a patadas, abofeteándola, agujerear

su acerbo y colosal acero; olorosos a tinajas y a tonelería o a la esposa fiel, a lágrima deshabitada, a lo chileno postpretérito o como ruinoso y relampagueante, nuestros viejos sueños de antaño ya hogaño son delirio, nuestros viejos sueños de antaño, son llanto usado y candelabros de espantajos, valores de orden y categorías sin vivencias.


Envejeciendo con nosotros, la época en desintegración entra en coma, entra en sombra, entra toda

la gran tiniebla de quien rodase periclitando, pero por adentro le sacamos los nuevos estilos contra los viejos estilos arrastrándolos del infierno de los cabellos

restableciendo lo inaudito de la juventud, el ser rebelde, insurgente, silvestre e iconoclasta.


La idolatrábamos, e idolatrándola, nos revolcábamos

en la clandestinidad de la mujer ajena y retornábamos como sudando lo humano, chorreando lo humano, llorando lo humano, o despavoridos

o acaso más humanos que lo más humano entre lo más humano, más bestias humanas, más error, más dolor, más terror,

porque el hombre es precisamente aquello, lo que deviene sublimidad en la gran caída, flor de victorias-derrotas llamando, gritando, llorando por lo desaparecido, como grandes, tremendos mares-océanos degollándose en oleajes,

criatura de aventura contra el destino, voz de los naufragios en los naufragios resplandeciendo, estrella de tinieblas,

ahora no caemos porque no podemos y como no caemos, a la misma altura, morimos, porque el cuero del cuerpo, como los viejos veleros, se prueba en la tormenta;

del dolor del error salió la poesía, del dolor del error

y el hombre enorme, contradictorio, aforme, acumulado, el hombre es el eslabón perdido de una gran cadena de miserias, el hombre expoliado y azotado por el hombre,

y hoy devuelvo a la especie la angustia individual;

adentro del corazón ardiendo nosotros la amamantamos con fracasos que son batallas completamente ganadas en literatura, contra la literatura; la amamos y la amábamos con todo lo hondo del espíritu,

furiosos con nosotros, hipnotizados, horrorizados, idiotizados, con el

ser montañés que eramos, agrario-oceánicos de Chile, ahora es ceniza,

ceniza y convicción materialista, ceniza y desesperación helada, lo trágico enigmático, paloma del mundo e historia del mundo, y aquella belleza inmensa e idolatrada, Luisa Anabalón, entrañas.


Ruge la muerte con la cabeza ensangrentada y sonríe pateándonos, y yo estoy solo, terriblemente solo, medio a medio de la multitud que amo y canto, solo y funeral como en la adolescencia, solo, solo entre los grandes murallones de las provincias despavoridas,

solo y vacío, solo y oscuro, solo y remoto, solo y extraño, solo y tremendo,

enfrentándome a la certidumbre de hundirme para siempre en las

tinieblas sin haberla inmortalizado con barro llorado, y extraño como un lobo de mar en las lagunas.


Los años náufragos escarban, arañan, espantan son demoníacos y ardientes como serpientes de azufre, porque son besos rugiendo, pueblos blandiendo la contradicción, gestos mordiendo,

el pan candeal quemado del presente, esta cosa hueca y siniestra de

saberse derrumbándose, cayendo al abismo abierto por nosotros mismos, adentro de nosotros

mismos, con nosotros mismos que nos fuimos cavando y alimentando de visceras.


Así se está rígido, en círculo, como en un ataúd redondo y como de ida y vuelta, aserruchando sombra, hachando sombra, apuñalando sombra, viajando en un tren desorbitado y amargo que anda tronchado en

tres mitades y llora inmóvil, sin itinerario ni línea, ni conductor, ni brújula, y es como si todo se hubiese cortado la lengua entera con un pedazo

de andrajo.


Muertas las personas, las costumbres, las palabras, las ciudades en las que todas las murallas están caídas, como guitarras de desolación, y las hojas profundas, yertas, yo ando tronando, desorientado, y en gran cantidad melancólicamente uncido a antiguas cosas arcaicas que periclitaron, a maneras

de ser que son yerbajos o lagartos de ruinas,

y me parece que las vías públicas son versos añejos y traicionados o cirios llovidos;

la emotividad épica se desgarra universalmente

en el asesinato general del mundo, planificado por los verdugos de los pueblos, a la espalda de los pueblos entre las grandes alcantarillas de dólares,

o cuando miramos al mistificador, ahito de banquetes episcopales

hartarse de condecoraciones y dinero con pelos, hincharse y doparse enmascarándose en una gran causa humana y refocilándose como un gran demonio y un gran podrido y un gran engendro de Judas condecorado

de bienestar burgués sobre el hambre gigante de las masas, relajándolas y humillándolas.


Encima de bancos de palo que resuenan como tabernas, como mítines, como iglesias

o como sepulcros, como acordeones de ladrones de mar en las oceanías de las cárceles o como átomos en desintegración,

sentados los ancianos me aguardan desde cinco siglos hace con los brazos cruzados a la espalda,

a la espalda de las montañas huracanadas que les golpean los testículos, arrojándolos a la sensualidad de la ancianidad, que es terrible, arrojándolos


a patadas de los hogares y de las ciudades, porque estos viejos lesos

son todos trágicos, arrojándolos, como guiñapos o pingajos, a la nada quebrada de los

apátridas a los que nadie quiere porque nadie teme.


Entiendo el infierno universal, y como no estoy viviendo en el techo del cielo, me ofende personalmente la agresión arcangélica de la Iglesia y del Estado, el "nido de ratas", y la clínica metafísica de "el arte por el arte", la puñalada oscuramente aceitada de flor y la cuchillada con serrucho

de los contemporáneos, que son panteón de arañas, el ojo de lobo del culebrón literario, todo amarillo, elaborando con desacatos la bomba cargada de versiones horizontales,

la manzana y la naranja envenenadas; contemplo los incendios lamiendo los penachos muertos, apuñalada la montaña en el estómago y el torreón de los extranjeros derrumbándose,

veo como fuegos de gas formeno, veo como vientos huracanados los fenómenos,

y desde adentro de las tinieblas a las que voy entrando por un portalón con intuición de desesperación y costillares de ataúdes,

la antigua vida se me revuelve en las entrañas.


La miseria social me ofende personalmente, y al resonar en mi corazón las altas y anchas masas humanas, las altas

y anchas masas de hoy, como una gran tormenta me va cruzando, apenas soy yo mismo íntegro porque soy mundo humano, soy el retrato bestial de la sociedad partida en clases, y hoy por hoy trabajo mi estilo arando los descalabros.


Las batallas ganadas son heridas marchitas, pétalos de una gran rosa sangrienta,

por lo tanto combato de acuerdo con mi condición de insurgente, dando al pueblo voz y estilo,

sabiendo que perderé la guerra eterna,

que como el todo me acosa y soy uno entero, mientras más persona

del cosmos asuma, será más integral la última ruina;

parece que encienden lámparas en otro siglo del siglo, en otro

mundo del mundo ya caído, el olvido

echa violetas muertas en las tumbas y todo lo oscuro

se reúne en torno a mi sombra,

mi sombra, mi sombra a edad remota comparable o a batea de aldea

en la montaña, y el porvenir es un sable de sangre.


No atardeciendo paz, sino el sino furioso de los crepúsculos guillotinados, la batalla campal de los agonizantes, y la guerra oscura del sol contra sí mismo, la matanza que ejecuta la naturaleza inmortal y asesina, como comadrona de fusilamientos.


Esculpí el mito del mundo en las metáforas, la imagen de los explotados y los azotados de mi época y di vocabulario

al ser corriente sometido al infinito,

multitudes y muchedumbres al reflejar mi voz su poesía, la poesía se sublimó en expresión de todos los pueblos,

el anónimo y el decrépito y el expósito hablaron su lengua

y emergió desde las bases la mitología general de Chile y el dolor colonial enarbolando su ametralladora;

militante del lenguaje nuevo, contra el lenguaje viejo enfilo mi caballo;

ahora las formas épicas que entraron en conflicto con los monstruos

usados como zapatos de tiburón muerto, o dieron batalla a los sirvientes de los verdugos de los sirvientes, transforman las derrotas en victorias, que son derrotas victoriosas y son victorias derrotosas, el palo de llanto del fracaso en una rosa negra,pero yo estoy ansioso a la ribera del suceder dialéctico, que es instantáneamente pretérito,

sollozando entre vinos viejos, otoños viejos, ritos viejos de las viejas maletas de la apostasía universal, protestando y pateando,

y el pabellón de la juventud resplandece de huracanes

despedazados, su canción vecinal y trágica como aquella paloma enferma, como un puñal de león enfurecido, como una sepultura viuda

o un antiguo difunto herido que se pusiera a llorar a gritos.


Ya no se trilla a yegua ni se traduce a Heráclito, y Demócrito es desconocido del gran artista, nadie ahora lee a Teognis de Megara, ni topea en la ramada coral, amamantado con la guañaca rural de la República,

el subterráneo familiar es la sub-conciencia o la in-conciencia que alumbran pálidas o negras lámparas,

y todos los viajeros de la edad estamos como acuchillados y andamos como ensangrentados de fantasmas y catástrofes,

quemados, chorreados, apaleados del barro con llanto de la vida,

con la muleta de la soledad huracanando las veredas y las escuelas.


Avanza el temporal de los reumatismos y las arterias endurecidas son látigos que azotan el musgoso y mohoso y lúgubre

caminar del sesentón, su cara de cadáver apaleado, porque se van haciendo los viejos piedras de sepulcros, tumba y respetuosidad, es decir: la hoja caída y la lástima,

el sexo del muerto que está boca-arriba adentro de la tierra, como vasija definitivamente vacía.


Como si fuera otro volveré a las aldeas de la adolescencia, y besaré la huella difunta de su pie florido y divino como el vuelo de

un picaflor o un prendedor de brillantes, pero su cintura de espiga melancólica ya no estará en mis brazos.


No bajando, sino subiendo al final secular, gravita la senectud despavorida,

son los dientes caídos como antiguos acantilados a la orilla del mar

innumerable que deviene un panteón ardiendo, la calavera erosionada y la pelambrera

como de choclo abandonado en las muertas bodegas, esas están heladas y telarañosas en las que el tiempo aulla como perro solo, y el velámen de los barcos sonando a antaño está botado en las alcantarillas del gusano;

es inútil ensillar la cabalgadura

de otrora, y galopar por el camino real llorando y corcoveando con

caballo y todo o disparar un grito de revólver,

los aperos crujen porque sufren como el costillar del jinete que no es la bestia chilena y desenfrenada

con mujeres sentadas al anca, estremeciendo los potreros de sus capitanías.


La gran quimera de la vida humana como un lobo crucificado o aquella dulce estrella a la cual mataran todos los hijos

yace como yacen yaciendo los muertos adentro del universo.


"Caín, Caín, ¿qué hiciste de tu hermano?",

dice el héroe de la senectud cavando con ensangrentado estupor su sepulcro, la historia

le patea la cabeza como una vaca rubia derrumbándolo barranca abajo,

pero es leyenda él, categoría, sueño del viento acariciando los naranjos atrabiliarios de su juventud,

don melancólico, y la última cana del alma

se le derrama como la última hoja del álamo o la última gota de luz estremeciendo los desiertos.


Parten los trenes del destino, sin sentido, como navios de fantasmas.


Los victoriosos están muertos, los derrotados están muertos, cuando la ancianidad apunta la escopeta negra, estupenda, en los órganos desesperados como caballo de soldado desertor, todos, no nosotros en lo agonal agonizantes, todos están agonizando, todos pero el agonizante soy yo, yo soy el agonizante entre batallas, entre congojas, entre banderas y fusiles, solo, completamente solo, y lúgubre, sin editor, plagiado y abandonado en el abismo, peleando con escombros azotados,

peleando con el pretérito, por el pretérito, adentro del pretérito, en

pretericiones horribles, peleando con el futuro, completamente desnudo hasta la cintura, peleando y peleando con todos vosotros, por la grandeza y la certeza de la pelea,

peleando y contra-peleando a la siga maldita de la inmortalidad ajusticiada.


Entre colchones que ladran y buques náufragos con dentadura de prostitutas enfurecidas o sapos borrachos, ladrones y cabrones empapelados con pedazos de escarnio, agarrándose a una muralla por la cual se arrastran enormes arañas con ojo viscoso o hermafroditas con cierto talento de caracol haciendo un arte mínimo con pedacitos de atardecer amarillo, nos batimos a espada con el oficio del estilo,

cuando en los andamios de los transatlánticos como pequeños simios con chaleco despavorido, juegan a la ruleta los grandes poetas de ahora.


Cien puñales de mar me apuñalaron y la patada estrangulada

de lo imponderable, fue la ley provincial del hombre pobre que se

opone al pobre hombre y es maldito, vi morir, refluir a la materia enloquecida, llorando a la más amada de las mujeres, tronchado, funerario, estupefacto,

mordido de abismos, baleado y pateado por los fusileros del horror, y en tales instantes espero los acerbos días de la calavera que adviene cruzando los relámpagos con la cuchilla entre los dientes.


Voy a estallar adentro del sepulcro suicidándome en cadáver.


Como si rugiera desde todo lo hondo de los departamentos y las provincias

de pétalos y jergones de aldea o mediaguas

descomunales, o por debajo de los barrios sobados como látigos de triste jinete, embadurnados con estiércol de ánimas

o siúticos ajusticiados, con sinuosidades y bellaquerías de una gran mala persona,

acomodado a las penumbras y las culebras, clínico, el complejo de inferioridad y resentimiento

se asoma roncando en las amistosidades añejas,

con el gran puñal-amistad chorreado de vino, chorreado de adulaciones, chorreado de sebo comunal,

y al agarrar la misericordia, y azotar con afecto al fantasma,

sonríe el diente de oro de la envidia, la joroba social, lo inhibidísimo, la discordia total, subterránea, en la problemática del fracasado,

escupiéndonos los zapatos abandonados en las heroicas bravuras antiguas.


Todos los ofidios hacen los estilos disminuidos de las alcobas e invaden la basura de la literatura, de la literatura universal, que es la pequeña cabeza tremenda del jíbaro de la época, agarrándose del cogote del mundo, agarrándose de los calzoncillos de "Dios", agarrándose de los estropajos del sol, de la literatura del éxito,

el aguardiente pálido y pornográfico de los académicos o formalistas

u onanistas o figuristas o asesinos descabezados o pervertidos

sexuales con el vientre rugiente como una catedral o una diagonal entre Sodoma y Gomorra, la cama de baba con las orejas negras como un huevo de difunto

o un veneno letal administrado por carajos eclesiásticos,

y el Arte Grande y Popular les araña la guata de murciélagos del infierno con fierros ardiendo, el abdomen

de rana o de ramera para el día domingo.


Aquestas personas horrendas, revolcándose en el pantano de los desclazados del idealismo o masturbándose o suicidándose a patadas ellos contra ellos, mientras el denominador común humano total se muere de hambre en las cavernas de la civilización, y "la cultura capitalista" desgarra a dentelladas la desgracia de la infancia proletaria con

el Imperialismo, o la tuberculosis es una gran señora que se divierte fotografiando los moribundos estimulándose las hormonas con la caridad sádico-metafísica, especie

de brebaje de degolladores, y la clase rectora, tan idiota como habilísima e imbécil, nos alarga un litro de vino envenenado o un gobierno de carabinas...


Medio a medio de este billete con heliotropos agusanados o demagogos de material plástico o borrachos anti-dionisíacos simoníacos o demoníacos, nuestra heroicidad vieja de labriegos

se afirma en los estribos huracanados y afila la cuchilla, pero pelea

con la propia, terrible sombra enfrentándose al cosmopolita

desde todo lo hondo de la nacionalidad a la universalidad lanzada y estrujándose el corazón, se extrae el lenguaje.


La soledad heroica nos confronta con la ametralladora y el ajenjo del inadaptado y nos enfrenta a la bohemia del piojo sublime del romanticismo, entonces, o ejecutamos como ejecutamos, la faena de la creación oscura y definitiva en el anonimato universal arrinconándonos, o caemos de rodillas en el éxito por el éxito, aclamados y coronados por picaros y escandalosos, vivientes y sirvientes del banquete civil, acomodados a la naipada, comedores en panteones de panoplias y botellas metafísicas, porque el hombre ama la belleza y la mujer retratándolas y retratándose como proceso y como complejo, en ese vórtice que sublima lo cuotidiano en lo infinito.


Completamente ahitos como queridos de antiguos monarcas más o menos pelados, desintegrados y rabones,

caminan por encima de la realidad gesticulando,

creyendo que el sueño es el hecho, que disminuyendo se logran síntesis y categorías, que la manea es la grandeza

y aplaudidos por enemigos nos insultan,

como cadáveres de certámenes enloquecidos que se pusiesen de pie de repente, rajando los pesados gangochos en los que estaban forrados y amortajados a la manera de antaño,

llorando y pataleando, gritando y pataleando en mares de sangre inexorable,

dopados con salarios robados en expoliaciones milenarias y cavernarias ejecuciones de cómplices.


El aullido general de la miseria imperialista da la tónica a mi rebelión, escribo con cuchillo y pólvora, a la sombra de las pataguas de Curicó, anchas como vacas, los padecimientos de mi corazón y del corazón de mi pueblo, adentro del pueblo y los pueblos del mundo y el relincho de los caballos desensillados o las bestias chucaras.


Y como yo ando buscando los pasos perdidos de lo que no existió nunca,

o el origen del hombre en el vocabulario, la raíz animal de la Belleza


con estupor y errores labrada, y la tónica de las altas y anchas muchedumbres en las altas y anchas multitudes del país secular de Chile,

el ser heroico está rugiendo en nuestra épica nueva, condicionado por el espanto nacional del contenido;

como seguramente lloro durmiendo a lágrimas piramidales que estallan, las escrituras que son sueño sujeto a una cadena inexorable e imagen que nadie deshace ni comprendió jamás, arrastran las napas de sangre

que corren por debajo de la Humanidad y al autodegollarse en el lenguaje, organizándolo, el lenguaje mío

me supera, y mi cabeza es un montón de escombros que se incendian, una guitarra muerta, una gran casa de dolor abandonada;

el junio o julio helado me abrigan de sollozos

y aunque estos viejos huesos de acero vegetal se oponen a la invasión de la nada que avanza con su matraca espeluznante,

comprendo que transformo fuerzas por aniquilamiento y devengo otro suceso en la naturaleza.


Oh! antiguo esplendor perdido entre monedas y maletas de cementerio, oh! pathos clásico, oh! atrabiliario corazón enamorado de una gran bandera despedazada, la desgracia total, definitiva está acechándonos con su bandeja de cabezas degolladas en el desfiladero.


Retornan los vacunos del crepúsculo tranco a tranco, a los establos lugareños, con heno tremendo, porque los asesinarán

a la madrugada, y rumiando se creen felices al aguardar la caricia de la cuchilla, el hombre, como el toro o como el lobo se derrumba en su lecho que

es acaso su sepulcro, contento como jumento de panadería.


Si todos los muertos se alzasen de adentro de todos los viejos, entre matanzas y campanas,se embanderaría de luz negra la tierra, e iría

como un ataúd cruzando lo oceánico con las alas quebradas de las arboladuras.


A la agonía de la burguesía, le corresponde esta gran protesta social de la poesía revolucionaria, y los ímpetus dionisíacos tronchados o como bramando por la victoria universal del comunismo,

o relampagueando a la manera de una gran espada o cantando como el pan en la casa modesta

emergen de la sociedad en desintegración que reflejo

en acusaciones públicas, levantadas como barricadas en las encrucijadas del arte;

mis poemas son banderas y ametralladoras,

salen del hambre nacional hacia la entraña de la explotación humana, y como rebota en Latinoamérica

el impacto mundial de la infinita energía socialista que asoma en las

auroras del proletariado rugiente, saludo desde adentro del anocheciendo la calandria madrugadora; y aunque me atore de adioses que son espigas y vendimias de otoños

muy maduros,

el levantamiento general de las colonias, los azotados y los fusilados de la tierra encima del ocaso de los explotadores y la caída de la esclavitud contra los propios escombros de sus verdugos,

una gran euforia auroral satura mis padecimientos

y resuena la trompeta de la victoria en los quillayes y los maitenes del sol licantenino.


Parezco un general caído en las trincheras, ajusticiado y sin embargo acometedor en grande coraje: capaz de matar por la libertad o la justicia, dolorido y convencido de todo lo heroico del Arte Grande, bañando de recuerdos tu sepulcro que se parece a una inmensa religión atea,


a plena conciencia de la inutilidad de todos los lamentos, porque ya queda apenas de la divina, peregrina, grecolatina flor, la voz de las generaciones.


Indiscutiblemente soy pueblo ardiendo, entraña de roto y de huaso, y la masa humana me duele, me arde, me ruge

en la médula envejecida como montura de inquilino del Mataquito, por eso comprendo al proletariado no como pingajo de oportunidades bárbaras,

sino como hijo y padre de esa gran fuerza concreta de todos los pueblos,

que empuja la historia con sudor heroico y terrible sacando del arcano universal la felicidad del hombre, sacando del andrajo espigas y panales.


Los demonios enfurecidos con un pedazo de escopeta en el hocico, o el antiguo y eximio caimán de terror desensillándose, revolcándose, refocilándose, entre escobas de fuego y muelas de piedra y auroras de hierro gasificado piden que me fusilen,

y mis plagiarios que me ahorquen con un sapo de santo en el cogote.


Luchando con endriagos y profetas emboscados en grandes verdades, con mártires de títeres hechos con zapatos viejos

en material peligrosísimo y de pólvora, usados por debajo del cinturón reglamentario,

enfermó mi estupor cordillerano de civilización urbana;

en tristes, terribles sucesos, no siembro trigo como los abuelos,

siembro gritos de rebelión en los pueblos hambrientos,

la hospitalidad provincial empina la calabaza y nos emborrachamos

como dioses que devienen pobres, se convierten en atardeceres públicos y echan la pena afuera dramáticamente, caballos de antaño,

y emerge el jinete de la épica social americana todo creando solo; recuerdo al amigo Rabelais y al compadre

Miguel de Cervantes, tomando mi cacho labrado en los mesones de las tabernas antiquísimas, las bodegas y las chinganas flor de invierno, y agarro

de la solapa de la chaqueta a la retórico-poética del siútico edificado con escupitajos de cadáver,

comparto con proletarios, con marineros, con empleados, con campesinos de "3a clase", mi causeo y mi botella,

bebo con arrieros y desprecio a la intelectualidad podrida.


A la aldea departamental llegaron los desaforados, y un sigilo de alpargatas se agarró del caserón de los tatarabuelos,

entre las monturas y las coyundas sacratísimas del polvoso antepasado remoto,

la culebra en muletas del clandestina je habita,

el tinterillo y el asesino legal hacen sonar sus bastones de ladrones y de camaleones de la gran chancleta

y la mala persona arrojó a las mandíbulas del can aventurero

la heredad desgarradoramente familiar de las montañas de Licantén y las vegas nativas de los costinos en donde impera la lenteja real de Jacob y Esaú y la pregunta blanca de la gaviota.


Como billete sucio en los bolsillos del pantalón del alma el tiempo inútil va dejando su borra de toneles desocupados, y echando claveles de acaeceres marchitos a la laguna de la amargura; buscamos lo rancio en las despensas y en la tristeza: el queso viviendo muerto en los múltiplos de las oxidaciones que estallan como palancas, las canciones arcaicas y la penicilina de los hongos remotos, con sombrero de catástrofes.


El nombre rugiente va botado, encadenado, ardiendo como revólver rojo a la cintura del olvido, como ramo de llanto, como hueso de viento, como saco de cantos o consigna ineluctable,

como biblioteca sin bibliotecario, como gran botella

oceánica, como bandera de quijadas de oro, y dicen las gentes por debajo del poncho:

"renovó con "Los Gemidos" la literatura castellana",

como quien hablara de un muerto ilustre a la orilla del mar desaparecido.


Contra la garra bárbara de Yanquilandia que origina la poesía del colonialismo en los esclavos y los cipayos ensangrentados, contra la guerra, contra la bestia imperial, yo levanto

el realismo popular constructivo, la epopeya embanderada de dolor insular, heroica y remota en las generaciones,

sirvo al pueblo en poemas y si mis cantos son amargos y acumulados de horrores ácidos y trágicos o atrabiliarios como océanos en libertad,

yo doy la forma épica al pantano de sangre caliente clamando por debajo en los temarios americanos;

la caída fatal de los imperios económicos refleja en mí su panfleto de cuatrero vil, yo lo escupo transformándolo en imprecación y en acusación poética, que emplaza las masas en la batalla por la liberación humana, y tallando

el escarnio bestial del imperialismo

lo arrojo a la cara de la canalla explotadora, a la cara de la oligarquía mundial, a la cara de la aristocracia feudal de la República

y de los poetas encadenados con hocico de rufianes intelectuales; gente de fuerte envergadura, opongo la bayoneta de la insurgencia

colonial a la retórica capitalista, el canto del macho anciano, popular y autocrítico tanto al masturbador artepurista, como al embaucador populachista,


que entretiene a las muchedumbres y frena las masas obreras,

y al anunciar la sociedad nueva, al poema enrojecido de dolor nacional, le emergen

por adentro de las rojas pólvoras, grandes guitarras dulces, y la sandía colosal de la alegría


No ingresaremos al huracán de silencio con huesos de las jubilaciones públicas, a conquistar criadas y a calumniar los

polvorosos ámbitos jamás, el corazón sabrá rajarse en el instante preciso y definitivo como la castaña muy madura haciendo retumbar los extramuros, haciendo

rodar, bramando, llorar la tierra inmensa de las sepulturas


Si no fui más que un gran poeta con los brazos quebrados

y el acordeón del Emperador de los aventureros o el espanto del mar me llamaban al alma,

soy un guerrero del estilo como destino, apenas,

un soñador acongojado de haber soñado y estar soñando, un "expósito" y un "apátrida"

de mi época, y el arrepentimiento

de lo que no hicimos, corazón, nos taladra las entrañas

como polilla del espíritu, aserruchándonos.


A la luz secular de una niña muerta, madre de hombres y mujeres, voy andando y agonizando.


El cadáver del sol y mi cadáver con la materia horriblemente eterna, me azotan la cara desde todo, lo hondo de los siglos, y escucho aquí, llorando, así, la espantosa clarinada migratoria.


No fui dueño de fundo, ni marino, ni atorrante, ni contrabandista o arriero cordillerano, mi voluntad no tuvo caballos ni mujeres en la edad madura y a mi amor lo arrasó la muerte azotándolo con su aldabón tronchado, despedazado e inútil y su huracán oliendo a manzana asesinada.


Contemplándome o estrellándome en todos los espejos rotos de la nada, polvoso y ultrarremoto desde el origen.


El callejón de los ancianos muere donde mueren las últimas águilas...


Soy el abuelo y tú una inmensa sombra, el gran lenguaje de imágenes inexorables, nacional-internacional, inaudito

y extraído del subterráneo universal, engendra

la calumnia, la difamación, la mentira, rodeándome de chacales ensangrentados que me golpean la espalda,

y cuando yo hablo ofendo el rencor anormal del pequeño;

he llegado a esa altura irreparable en la que todos estamos solos, Luisa Anabalón,

y como yo emerjo acumulando toda la soledad que me dejaste derrumbándote, destrozándote, desgarrándote contra la nada en un

clamor de horror, me rodea la soledad definitiva; sé perfectamente que la opinión pública de Chile y todo lo humano están conmigo, que el pulso del mundo es mi pulso y por adentro de mi condición fatal galopa el potro del siglo la carretera de la existencia,

que la desgarrada telaraña literaria

está levantando un monumento a nuestra antigua heroicidad, pero no puedo superar lo insuperable.


Como los troncos añosos de la vieja alameda muerta, lleno de nidos y panales, voy amontonando inviernos sobre inviernos

en las palabras ya cansadas con el peso tremendo de la eternidad...


Tranqueo los pueblos rugiendo libros, sudando libros, mordiendo libros y terrores

contra un régimen que asesina niños, mujeres, viejos con macabro trabajo esclavo, arrinconando en su ataúd a la pequeña madre obrera en la flor de su ternura,

ando y hablo entre mártires tristes y héroes de la espoliación, sacando mi clarinada a la vanguardia de las épocas, oscura e imprecatoria

de adentro del espanto local que levanta su muralla de puñales y de fusiles.


El Díaz y el Loyola de los arcaicos genes ibero-vascos están muriendo en mí como murieron cuando agonizaba tu perfil colosal, marino, grecolatino, vikingo,

las antiguas diosas mediterráneas de los Anabalones del Egeo y las walkirias de Winétt-hidromiel,

adiós! ... cae la noche herida en todo lo eterno por los balazos del sol decapitado que se derrumba gritando cielo abajo...












Pablo De Rokha




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Fragmento del Canto Del Macho Anciano en la voz de Pablo de Rokha:


Canto Del Macho Anciano