BIG BANG
En un principio, cada cosa y aparato se condensaba en un punto de densidad y temperatura infinitas. No había piedras, ni imperios, ni había ruedas. Todavía no había siquiera un sueño donde el hombre figurara.
Este punto no aguantó tanta calentura y quiso jugar consigo mismo. Explotó de contento, de tanta energía represada. Aparecieron entonces las luces y el espacio. Soles y planetas son resultado de una posterior generación. La Tierra fue habitada por un sólo fuego líquido que buscaba esculpir formas en ella. Pero en esa extensión se carecía de ese elemento inasible de que está provisto el hombre: las luces no eran conscientes de sí, o no lo decían. Así que hacía falta la palabra. En la oscuridad, en la pura inconsciencia, se gestó el accidente. Una forma inesperada entró en escena: caprichosas conformaciones de lo existente se aunaban para reproducirse en conglomerados cada vez más complejos. Lo llamamos ADN: Antecesor De Naciones y de lo que se resiste a morir ante el asedio de éstas.
A punta de ensayo y error, vinimos a poblar el mundo. De cachivaches. De imágenes. De significados. De estructuras.
YACHAR O SABER INGA
El mundo no es como lo vemos. Un entramado de fuerzas y relaciones escapan del alcance de percepción de aquellos que no están preparados para ver. Esencial en un entrenamiento destinado a ampliar el horizonte cognitivo de los miembros de la comunidad es el uso de psicotrópicos o plantas de poder, donde el Yagé tiene un papel preponderante. Las imágenes, las vivencias experimentadas en el transcurso de una toma, no son simples proyecciones que parten de una subjetividad. Son las manifestaciones de una realidad que se va
desnudando, que poco a poco se da a los ojos de sus pretendientes. Distintos símbolos marcan el paso de una prenda a otra; el acceso a un nivel más completo de “ver”, de comprender. Hay una zona de ese saber que está reservada a unos pocos que alcanzan el conocimiento de un ambidorgente o curandero. Todavía menos son los que se convierten en yachas o taitas, en hombres que son puro conocimiento. Y este conocimiento tiene voz: es la Palabra Mayor de los taitas, pronunciada desde otros presentes por los ancestros. Pronunciada en este presente por el taita que dirige la toma.
El primer símbolo que puede apreciar el afortunado es el churo o caracol que representa al universo. Entonces lo siguiente es caminar dentro de él, es recorrerlo. Esto permite percibir la naturaleza como una unidad donde converge lo material y lo espiritual. Se saborean las luces. Se es la arena y cada grano en ella. La música del taita se transforma en colores que recorren el cuerpo y el afuera. Además, cada recorrido que hace un aprendiz de taita también lo lleva a encontrarse con los huaira (amos de animales y plantas), con la gente del agua y del monte, con yageceros antiguos; y recibir enseñanzas de todos ellos.
Sucesivos avistamientos de símbolos y la posterior penetración en sus secretos, llevan finalmente al aprendiz capacitado a alcanzar el nivel de un yacha, de una persona cuya exhalación, cuya sangre, todo su cuerpo, es
conocimiento. Tendrá la fuerza para enfrentar a los espíritus o fuerzas que provocan enfermedades. Habrá visto al Señor de los Mundos, de esos mundos que recorrió en toda su complejidad en medio de su aprendizaje, y habrá recibido de él las palabras; la instrucción del modo de vida a llevar como yacha, la orden de cantar y curar. Será sustentador de la vivencia de todo el universo cognitivo de su comunidad, construido también por los taitas.
BUDISMO VAJRAYANA
"El vacío es forma y la forma es vacía.
La forma es forma y el vacío es vacío.
Vacío y forma son inseparables."
Desde tiempos sin principio, desde un nivel que trasciende el ser o no ser, la mente experimenta su riqueza a través de las creaciones que de ella surgen. Se forman galaxias, universos enteros, para disolverse otra vez: en el nivel de la manifestación no existe algo que sea permanente. Esto es un indicio de su carácter irreal: en el caso de un hombre, ¿qué es real: su vida o su muerte?
Entonces, ¿qué es mente? Es el ser y es el no ser. No es ser ni es no ser. Es ambos y ninguno. Este mundo es como una telaraña donde todo está conectado. Sus vértices están adornados con joyas. Resulta que esta existencia como personas es valiosísima. Resulta que somos las joyas que resplandecen en el sueño, pues estamos provistos de la cualidad primordial de la mente: la capacidad de darse cuenta. La conciencia no sucede dentro de la materia: la materia parte de la conciencia. La capacidad de darse cuenta es indestructible e incorruptible. No hay un solo Buda. Todos somos budas en potencia. Contrario a un pecado original, el arribo de los seres vivos a la escena se debe al impulso de la mente de experimentarse a sí misma. Todos los fenómenos son puros en esencia. Las pinturas donde se exhiben Budas femeninos y masculinos en unión simbolizan la inseparabilidad de espacio y actividad, sabiduría y amor; simbolizan la eliminación de cualquier dualidad, incluyendo la de samsara y nirvana.
“Hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su arquitectura tenues intersticios de sinrazón para saber que es falso”.
Jorge Luís Borges.
Organizamos un baile de disfraces y nos aferramos a las máscaras.
Mauricio Alejandro Moreno
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