jueves, febrero 25, 2016

Primera Elegía Del Duino


¿Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros (1)
de los ángeles? Y aun suponiendo que alguno de ellos
me acogiera de pronto en su corazón, yo desaparecería
ante su existencia más poderosa. Porque lo bello no es sino
el comienzo de lo terrible, ése que todavía podemos soportar;
y lo admiramos tanto porque, sereno, desdeña el destruirnos.
Todo ángel es terrible.
      Y así me contengo, sofocando el llamado seductor
de oscuros sollozos. Ay, ¿a quién podemos
recurrir entonces? A los ángeles no, a los seres humanos tampoco
y los astutos animales advierten ya
que no estamos muy confiados y como en casa
en el mundo interpretado. Tal vez nos queda todavía
algún árbol en la ladera que podamos contemplar
de nuevo cada día; nos queda la calle de ayer
y la mimada fidelidad de una costumbre
que se complació en nosotros y así permaneció y ya no se fue.
      Oh, y la noche, la noche, cuando el viento lleno de espacio sideral
nos muerde el rostro; ¿a quién no le queda al menos ella, la anhelada,
que nos decepciona suavemente y con esfuerzo aguarda
al corazón de cada cual? ¿Es la noche más leve para los enamorados?
Ay, ellos sólo se ocultan uno al otro su destino.
      ¿Aún no lo sabes? Arroja desde los brazos el vacío
hacia los espacios que respiramos; quizá de modo que los pájaros
sientan el aire ensanchando con un vuelo más íntimo.

Sí, al parecer las primaveras te necesitaban.
Algunas estrellas te exigían que las percibieras.
En el pasado se levantaba, acercándose, una ola
o cuando pasabas tú junto a la ventana abierta
se entregaba un violín. Todo eso era misión.
¿Pero pudiste con ello? ¿No estabas todavía
distraído por las expectativas como si todo
te anunciara una amada? (¿Dónde quieres albergarla,
cuando grandes y extraños pensamientos entran y salen de ti
y a menudo se quedan por la noche?) Pero,
si te abruma la nostalgia, canta a los amantes; mucho falta 
todavía
para que su célebre sentimiento sea lo bastante inmortal.
Y a esos abandonados que tú casi envidias y a quienes 
encontraste
aún más capaces de amar (2) que a los satisfechos.
Una y otra vez recomienza la alabanza inalcanzable;
piensa: el héroe perdura y hasta su mismo ocaso
fue para él sólo un pretexto para ser: su último nacimiento.
Pero la naturaleza, agotada, recoge de vuelta a los amantes
en su seno, como si le faltaran las fuerzas
para llevar a cabo dos veces la tarea.
¿Has pensado bastante en Gaspara Stampa (3), para que así alguna muchacha a quien dejó su amado, ante el ejemplo señero de esta amante, sienta: y si yo llegase a ser como ella?
¿No deberían, al fin, hacérsenos más fecundos estos viejos 
dolores?
¿No es tiempo ya de liberarnos, amando, del amado
y de resistir estremecidos, como resiste la flecha a la cuerda,
para ser, concentrada en el salto, más que ella misma?
Porque no hay permanecer en parte alguna.

   Voces, voces. Escucha, mi corazón, como antaño
sólo escuchaban los santos, de tal modo que el llamado 
gigantesco los alzaba del suelo; pero ellos, los imposibles, seguían ahí de rodillas, indiferentes:
Así estaban escuchando. No es que tú puedas soportar
la voz de Dios, ni mucho menos. Pero escucha el soplo,
el mensaje incesante que se forma del silencio.
Ahora susurra hacia ti desde aquellos jóvenes difuntos.
Donde quiera que entraste, ¿no te habló quedamente
su destino en iglesias de Nápoles y Roma?
¿O se te impuso, sublime, una inscripción en relieve,
como recientemente esa lápida en Santa María Formosa?
¿Qué quieren ellos de mí? En voz baja debo deshacer
la apariencia de injusticia que limita un tanto a veces
el puro movimiento de sus espíritus.


Por cierto que es extraño no habitar más la tierra,
no seguir practicando las costumbres apenas aprendidas,
no dar el significado de un porvenir humano a las rosas
y a tantas otras cosas llenas de promesas;
no seguir siendo lo que uno era
en unas manos infinitamente angustiadas
o incluso dejar de lado el propio nombre
como un juguete destrozado.
Es extraño el no seguir deseando los deseos. Es extraño
ver ondear libre en el espacio todo lo que antes se amarró.
Y el estar muerto es laborioso y tan lleno de recuperaciones
que sólo lentamente percibe uno algo de eternidad. Pero los 
vivos
cometen todos el error de distinguir con demasiada vehemencia.
Los ángeles (se dice) no sabrían a menudo
si andan entre los vivos o los muertos.
A través de ambas regiones el eterno fluir
siempre arrastra consigo a todas las edades, acallándolas.

Por último, ya no nos necesitan ellos, los que se fueron temprano;
suavemente uno se va desacostumbrando de lo terrenal, así como se emancipa con ternura de los pechos de la madre. Pero nosotros, que tenemos necesidad de tan grandes misterios, 
de los cuales, y desde la tristeza, surge a menudo
una prosperidad bienaventurada: ¿podríamos existir sin ellos? ¿Es vana la leyenda de que antaño, en el lamento funerario por Lino (4), la primera música, osada,
atravesó el arido estupor (5); 
y que recién en aquel espacio dominado por el terror, del cual el joven semidiós
escapó de pronto y para siempre, entró el vacío mismo en aquella vibración
que aún ahora nos arrebata, nos consuela y nos ayuda? (6)










Rilke por Paula Becker






Rainer Maria Rilke

Traducción y notas de Otto Dörr Zegers









NOTAS:

1. La palabra que el poeta usa es "Ordnungen", que significa "órdenes", pero en este contexto en el sentido de "jerarquías". Desgraciadamente se produce una cacofonía con "oiría" y "desaparecería", que no hay cómo evitar porque ambos tiempos verbales no son reemplazables. Por esta razón hemos decidido emplear una figura que, aunque no corresponde exactamente al sentido de "jerarquías angélicas", se emplea mucho en relación con estos seres puramente espirituales, cual es la de "coros de los ángeles".

2. En esta parte del poema, Rilke hace un juego de palabras con el verbo "lieben" (amar). Al comienzo de la estrofa habla de "eine Geliebte", que significa "una amada" o "una mujer amada"; luego dice que hay que cantarle a los "Liebenden", que serían los que están amando, vale decir, los "amantes"; y por último, usa como adjetivo el gerundio de "lieben", que es "liebend", pero en forma comparativa, o sea, con la terminación "er". E lugar de traducir esta última expresión como "más amantes que", hemos preferido decir "más capaces de amar que", porque corresponde más al sentido de lo que el poeta quiso expresar.

3. Gaspara Stampa (1523-1554) es una poetisa italiana, nacida en Padua, que en sus poemas cantó su amor no correspondido por el noble veneciano Collatino di Collalto.

4. Según la mitología griega la música fue inventada por el joven Lino, hijo de Apolo y Terpsícore. Orfeo y Hércules, entre otros, fueron sus discípulos. Un día reprochó Lino a este último sus escasas aptitudes para la música, frente a lo cual Hércules se encolerizó y con su lira asestó un golpe mortal sobre la cabeza del semidiós. Grecia entera lloró su muerte la que llegó a recibir los honores de la apoteosis.

5. La expresión "dürre Erstarrung" es muy difícil de traducir, pero también de comprender. La mayor parte de los traductores, empezando por Maurice Betz, el primero que tradujera a Rilke al francés, interpreta que esa seca rigidez o paralización (Erstarrung) es la de la materia toda ante la tragedia de la muerte de Lino. Pero también, y coincidiendo con la interpretación de Romano Guardini podemos pensar que son los humanos los que quedan paralizados, inmóviles, ante el horror del sufrimiento provocado por la muerte del joven semidiós. De hecho, en alemán se usa la expresión "vor Schreck erstarren", que significa "quedar paralizado de terror". Ahora bien, la palabra "paralización" es muy poco poética, por lo cual hemos preferido decir "estupor".

6. En las dos últimas líneas hemos agregado, respectivamente, los adverbios "mismo" y "aún". En el primer caso lo hicimos por sonoridad, porque sin él el verso nos quedaba corto. En el segundo, también en parte por sonoridad, pero sobre todo porque agregando el adverbio se hace más comprensible el final.



martes, febrero 23, 2016

El Amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.







Jorge Luis Borges



domingo, febrero 21, 2016

Ven, tú, el último...


Ven, tú, el último, a quien reconozco,
dolor incurable que se adentra en la carne:
igual que yo ardía en el espíritu, mira:
ardo ahora en ti; la leña ha resistido
largamente la llama que encendías,
pero ahora te alimento, y en ti ardo.
Mi calma se hace furia en tu furia, se hace infierno,
subo a la confusa cima del dolor,
sabiendo que nada del futuro valdrá
para mi corazón. Que guardaré en silencio
todo lo que ha atesorado. ¿Soy yo aún
quien arde, ya irreconocible?
No puedo adentrarme en los recuerdos.
Oh vida, vida: tendría que estar fuera.
Pero estoy dentro, en llamas. Ya nadie me conoce.



Rilke retratado por Leonid Pasternak

















Rainer Maria Rilke

sábado, febrero 20, 2016

Desnuda


Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua
cuando entre sus paredes me sumerjo.

Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como a un niño perdido
que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo

pasa a ser mi universo, el credo que se nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a la sombras los deseos me ladran.

Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.

El día en que te mueras te enterraré desnuda,
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.






















Roque Dalton

viernes, febrero 19, 2016

Oración De Un Desocupado


Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón!,
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello.


















Juan Gelman


Opiniones


Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas. 







Juan Gelman


jueves, febrero 18, 2016

Una querencia tengo por tu acento...


Una querencia tengo por tu acento,
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento.

Paciencia necesita mi tormento
urgencia de tu garza galanía,
tu clemencia solar mi helado día,
tu asistencia la herida en que lo cuento.

¡Ay, querencia, dolencia y apetencia!:
tus sustanciales besos, mi sustento,
me faltan y me muero sobre mayo.

Quiero que vengas, flor, desde tu ausencia,
a serenar la sien del pensamiento
que desahoga en mí su eterno rayo. 





Miguel Hernández



Cuando estés vieja y gris y soñolienta...


Cuando estés vieja y gris y soñolienta
y cabeceando ante la chimenea, toma este libro,
léelo lentamente y sueña con la suave mirada
y las sombras profundas que antes tenían tus ojos.

Cuántos amaron tus momentos de alegre gracia
y con falso amor o de verdad amaron tu belleza,
pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina
y amó los sufrimientos de tu cambiante cara.

E inclinada ante las relumbrantes brasas
murmulla, un poco triste, cómo escapó el amor
y anduvo en las cimas de las altas montañas
y entre un montón de estrellas ocultó su rostro





William Butler Yeats

Versión de Nicolás Suescún


Balada De Las Contra-Verdades


No hay preocupación, más que cuando se tiene hambre;
ni servicio, más que de enemigo;
ni se saborea si no es un fardo de heno;
ni gran vigilancia sino de hombre adormilado;
ni clemencia sino de traición;
ni seguridad sino de miedosos;
ni lealtad sino del regenerado;
ni más sensato que el enamorado.

No hay engendramiento sino en los baños;
ni buena fama sino de hombre afrentado;
ni risa sino después de un puñetazo;
ni prestigio, sino tras negar las deudas;
ni auténtico amor, sino en la adulación;
ni buen encuentro, sino con los desgraciados;
ni verdadero informe, sino en la mentira;
ni más sensato que el enamorado.

Ni reposo semejante a vivir en la preocupación;
ni se puede hacer honor mayor que decir bah;
ni vanagloria, sino de falsos acuñadores;
ni salud, sino la de hombre abotargado;
ni alta osadía, sino la de cobardía;
ni razón, más que en el enfurecido;
ni dulzura, sino en la mujer aturdida;
ni más sensato que el enamorado.

¿Queréis que os diga la verdad?
No hay juego sino en la enfermedad;
palabra verdadera, sino en la tragedia;
cobarde, sino caballeroso;
sonido horrible, sino melodía;
ni más sensato que el enamorado.







Francois Villon



lunes, febrero 15, 2016

El Joven A Sus Juiciosos Consejeros


¿Pretendéis que me apacigüe? ¿Qué domine
este amor ardiente y gozoso, este impulso
hacia la verdad suprema? ¿Qué cante
mi canto del cisne al borde del sepulcro
donde os complacéis en encerrarnos vivos?
¡Perdonadme, mas no obstante el poderoso impulso que lo arrastra
el oleaje surgente de la vida
hierve impaciente en su angosto lecho
hasta el día en que descansar! en su mar natal.

La viña desdeña los frescos valles,
los afortunados jardines de la Hesperia
sólo dan frutos de oro bajo el ardor del relámpago
que penetra como flecha en corazón de la tierra.
¿Por qué moderar el fuego de mi alma
que se abrasa bajo el yugo de esta edad de bronce?
¿Por qué, débiles corazones, querer sacarme
mi elemento de fuego, a mí que sólo puedo vivir en el combate?

La vida no está dedicada a la muerte,
ni al letargo el dios que nos inflama.
El sublime genio que nos llega del Éter
no nació para el yugo.
Baja hacia nosotros, se sumerge, se baña
en el torrente del siglo; y dichosa, la náyade
arrastra por un momento al nadador,
que muy pronto emerge, su cabeza ceñida de luces.

¡Renunciad al placer de rebajar lo grande!
¡No habléis de vuestra felicidad!
¡No plantéis el cedro en vuestros tiestos de arcilla!
¡No toméis al Espíritu por vuestro siervo!
¡No intentéis detener los corceles del sol
y dejad que las estrellas prosigan su trayecto!
¡Y a mí, no me aconsejéis que me someta,
no pretendáis que sirva a los esclavos!

Y si no pedéis soportar la hermosura,
hacedle una guerra abierta, eficaz.
Antaño se clavaba en la cruz al inspirado,
hoy lo asesinan con juiciosos e insinuantes consejos.
¡Cuántos habéis logrado someter
al imperio de la necesidad! ¡Cuántas veces
retuvisteis al arriesgado juerguista en la playa
cuando iba a embarcarse lleno de esperanza
para las iluminadas orillas del Oriente!

Es inútil: esta época estéril no me retendrá.
Mi siglo es para mí un azote.
Yo aspiro a los campos verdes de la vida
y al cielo del entusiasmo.
Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos,
celebrad la labor del hombre, e insultadme.
Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere,
la bella, la vida Naturaleza. 







Friedrich Hölderlin

Traducción de Federico Gorbea



Canción De Amor


¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!



















Rainer Maria Rilke




La Canción De La Vida Profunda


"El hombre es cosa vana, variable y ondeante.....".

Montaigne





Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar...
Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonría...
La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en Abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña oscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
-¡niñez en el crepúsculo! ¡laguna de zafir!-
que un verso, un trino, un monte, un pájaro
que cruza,
¡y hasta las propias penas!, nos hacen sonreír...

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver;
un día en que discurren vientos ineluctables...
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!











Porfirio Barba Jacob


domingo, febrero 14, 2016

La Despedida


¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio?
¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos
                                                            a cometer un crimen?
¡Ah! poco nos conocemos,
pues un dios manda en nosotros.
 


¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió
el sentido y nos infundió la vida, al animador,
al genio tutelar de nuestro amor?
Eso, eso yo no lo hubiera permitido.

 

Pero el mundo se inventa otra carencia,
otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre
nos va gastando el alma
día tras día disimuladamente.

 

Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado
separa a los dioses y a los hombres,
el corazón de los amantes, para expiarlo,
debe ofrendar su sangre y perecer.

 

¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a
                                                                            contemplar
este suplicio, así podré marchar en paz
hacia la soledad,
¡y que este adiós aún nos pertenezca!

 

Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto
del sagrado filtro, tanto contigo de la poción letea,
que lo olvidemos todo
amor y odio!

 

Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempo
vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá
                                                                            desangrado
entonces, y apacibles
como bienaventurados
 

nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro
conversando,
divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del
                                                                                          adiós
rescate nuestras almas del olvido
y dé calor a nuestro corazón.

 

Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando
                                                                            como otrora
el dulce canto, las voces, los acordes del laúd,
y más allá del arroyo la azucena dorada
exhalará hacia nosotros su fragancia.









Friedrich Hölderlin

Versión de Helena Araújo



Tema Objetivo

Es cierto que escribo sobre mí mismo
¿A quién otro conozco mejor?
Dónde se juntan más sangre rosas rojas y basura de cocina
Qué más tiene mi grueso corazón, hepatitis o hemorroides-
¿Qué otro vivió mis setenta años, mi vieja Naomi?
Y si por casualidad escribo sobre política norteamericana,
sabiduría, meditación, teoría del arte
es porque leí un periódico amé
a los maestros leí libros por encima y visité un museo








Allen Ginsberg

Versión de Ana Becciu



No Te Enfades Conmigo


para Chodok Tulku



No te enfades conmigo
Podrías morir mañana
Soy un fantasma hambriento vacío
¿tienes cambio para prestarme?


No te enfades conmigo
Lleno de Dios mañana
Pena me daría que te enojes,
¿quieres ser el Dios de mi pena?


No te enfades conmigo
La guerra empieza mañana
Me bombardearán Te darán en un ojo
con la Flecha Interdependiente

 

No te enfades conmigo
Hierve el infierno mañana
Si ardiéramos ahora inflamados
Pasaríamos siglos en horror frío

 

No te enfades conmigo
Seremos gusanos mañana
ambos retorciéndonos en el barro
partidos en dos por un arado
 

No te enfades conmigo
¿Quiénes seremos mañana?
¿quién sabe hoy quiénes somos?
Mejor es meditar y rezar
Tila, Mila, Marpa, Naro. 




Linaje Karma Kagyu

 


Allen Ginsberg Versión de Ana Becciu