Tu voz en la mañana
mientras te paseas del joyero al tocador
y alisas la falda que te pondrás,
como un rezago de lo soñado,
como un guiño de tu alma,
deshoja para mí,
muy lentamente,
tus pesares y tus dichas,
tus amores y tus odios,
eso que hace tus días.
Podrás decir que olvido,
que no presto atención a cuanto refieres,
pero jamás
que su música misma no me sea imprescindible.
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