Tengo por buenos los silencios
Pero hasta cuándo los silencios
¡Basta ya de silencios!
¡Venga la orquesta!
¡Venga la grave y ronca y melancólica llama de la gran tempestad!
Y la dulce balada de la calle
Y el ruido de las gentes y los autos
Y la guitarra entera de mi pecho
a la que el huracán hace sonar
Venga la vida
con altos y con bajos
Vengan los mares y los vientos
y las lluvias y las desolaciones
y el polvo del camino y las fatales
brumas de la soledad
¡Venga envuelta en su gorro
frigio la loca fortuna
de saberse vivo!
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