viernes, noviembre 14, 2014

El Rito De Iniciación (Fragmento de Priapica Carmina Sensualis Amoris)









La luz violácea del ocaso sembraba sombríos resplandores sobre las aguas del lago Inferiore; a la altura de una de las entradas principales hacia la ciudad fortificada, esperaban contemplando sin afán los cambios en la atmósfera Cayus Generosus Erigo y su amigo Flavus Tiberius, ambos investidos de esa belleza propia de la juventud, cuando el alma y el cuerpo se lanzan a la aventura de la vida. Esperaban a un hombre maduro quien, tras una breve tardanza, llegó a cumplir la cita acordada. 

Se adentraron en la ciudad por las estrechas calles que semejaban laberintos; sin aventajar el paso, pero manteniendo el ritmo un poco acelerado. Aquel hombre, cuyo nombre jamás será revelado, se adelantó un poco y bajó unas escalas. Golpeó una puerta. Unos ojos saltones se movían del otro lado de una rendija o mirilla. La gran puerta de madera se abrió y los tres hombres se adentraron por un pasillo iluminado con velones en forma de falos. Bajaron hasta un salón amplio donde reinaba un silencio de piedra; allí abajo el universo parecía ser otro. Al menos así lo describe Tiberius en sus Memorias sobre Erigo. 

El cronista narra estupefacto la belleza excelsa de los cuerpos de 28 mujeres de edades varias y de formidable esbeltez. El hombre se detuvo ante el umbral que formaban las primeras mujeres; lo mismo hicieron los jóvenes que le seguían con respeto. Fueron conducidos hasta una pequeña habitación donde fueron desnudados, bañados en tibias aguas y perfumes, en un ambiente de hierbas y esencias aromáticas, y purificados para el inicio de los misterios. Llevados de nuevo al amplio salón, los dos jóvenes debieron libar los sexos de las 28 mujeres; cortesía que aquellas les devolvieron por el placer recibido. Tiberius, en sus Memorias, escribe: “Estas deliciosas sacerdotisas nos amaron de una manera libre y perfecta. Fue una jornada en la cual se puso a prueba nuestra potencia viril. Hubo un instante en el que creí desfallecer, aun cuando Erigo parecía un gallo atendiendo a todo el gallinero. Justo en el momento en que me desvanecía, nos dieron de beber un líquido espeso y de sabor amargo que nos revitalizó[1]”. 

Al alba, cuando los dos novicios cayeron rendidos, aparecieron en la aromosa sala los sacerdotes integrantes del Culto Enhiesto con dos hermosas doncellas que a su vez iban a ser iniciadas en los lúbricos misterios. 14 hombres en total desfloraron a aquellas divas de pieles lozanas y anhelantes. Duró el día entero esta escena de penetraciones, dobles, triples, cuádruples, y de gemidos que hacían del aire una música de jadeos. Al llegar la hora del ocaso los nuevos integrantes del culto fueron llevados a una habitación donde muy seguramente bebieron más Satirión y continuaron el húmedo ritual hasta el alba siguiente. Era el año 748 de nuestra era. Iniciaba así una nueva etapa para la humanidad.




[1] Al parecer, la bebida que les fue dada a ingerir era el famoso Satirión, cuyas propiedades afrodisíacas fueron bastante apetecidas en la antigüedad. N.T. 





Justo Ernesto Paladín

Versión de Jandey Marcel Solviyerte


jueves, noviembre 06, 2014

Nuevo Mundo



1

He quemado las fórmulas. Dejé de hacer exorcismos. Lejos, lejos queda el antiguo poder, mi legado. Hálito de fogata en mis narices, mi idioma desintegrado, la sombra todavía húmeda de un sortilegio. Como vena de agua en la oscuridad otra vida avanza. Todo el arrasamiento ha sido para desplazarme, para vivir en otra articulación.


2

Papeles del amanecer. Siempre hablan de la patria adoptiva, la que me ha dado. Hojas amontonadas como para una ceremonia. Sacrificio a un dios de ébano.


3

Esas escrituras invariables.

Siempre regreso al mismo idioma. Un cuero embrujado de animal.

Inatrapable, pero presente como la vida de un antepasado.

Tejido sobre el tejido, la lengua muerta del amor, fuego que me ha hecho
adicto a un culto insinuante. 



4

El amanecer no me devuelve el amuleto perdido. Desde una playa un anciano hace señales. Trato de regresar a los pozos, pero no sé el camino.


5

Entra mi sombra
Trae una serpiente, un búfalo, una mujer, una casa, 
un muelle. 

Intoxicación de cobres salvajes. 
Avanza, avanza. 
Droga. 
Se apodera de lo que miro. 
Va marcando aquí y allá, todo. 
Luego huye para unirse a un animal. 

Se pierde entre las hojas como un ave. 


6

Memoria que sale a buscar cosas huidizas. Posesiones que pertenecen menos a su dueño que al aire. Eso que un cofre de madera quiere proteger no nació para las palabras. Sólo yo me empeño en quitárselo a los ojos.

¿Qué lengua traerá los tesoros sin tocarlos? 
Al fondo un rey enfermo me ve partir. 
Yo le entrego un estuche con un rubí ansioso. 


7

Voy, abriéndome paso por entre la aspereza, al lugar donde está guardado
mi retrato futuro. 


8

Un fuego remoto me sostiene. De su aura roja tomo mis préstamos. 

Pasadizo hacia la incandescencia, no admites plazos. 


9

Orgía vegetal. 
Una mujer desnuda se acuesta bajo la lluvia. 
Texturas donde una ausencia se mira.
Caverna olorosa, condúceme. 


10

Légamos jamás recuperados.
De repente un roce. El universo de la piel. El hilo extraviado en el viaje. 
Estoy bañado por lo que vive, por lo que muere.
Cada día es el primer día, cada noche la primera noche, y yo, yo también
soy el primer habitante. 


Rafael Cadenas


viernes, octubre 31, 2014

Si Las Nubes...


SI LAS NUBES no anticipan en sus formas
la historia de los hombres
Si los colores del río no figuran los designios
del Dios de las Aguas
Si no remiendas con tus manos de astromelias
las comisuras de mi alma
Si mis amigos no son una legión de ángeles
clandestinos
Qué será de mí


Raúl Gómez Jattin

martes, octubre 28, 2014

a veces veo en mis manos...


a veces
veo en mis manos las manos
de mi padre y mi voz
es la suya

un oscuro terror
me toca

quizá en la noche
sueño sus sueños

y la fria furia
y el recuerdo de lugares no vistos

son él, repitiéndose
soy él, que vuelve

cara detenida de mi padre
bajo la piel, sobre los huesos de mi cara



José Manuel Arango

jueves, octubre 23, 2014

Poesía Vertical 7


Cuando se ha puesto una vez el pie del otro lado
y se puede sin embargo volver,
ya nunca más se pisará como antes
y poco a poco se irá pisando de este lado el otro lado.

Es el aprendizaje
que se convierte en lo aprendido,
el pleno aprendizaje
que después no se resigna
a que todo lo demás,
sobre todo el amor,
no haga lo mismo.

El otro lado es el mayor contagio.
Hasta los mismos ojos cambian de color
y adquieren el tono transparente de las fábulas.



Roberto Juarroz


martes, octubre 21, 2014

Hágote Carne, Alma Mía


Nada puede darte tanta alma
como mi cuerpo cuando cava en ti
salobre oceánico salvaje libre
lleno de sí mismo desbordado
balbuceando tu nombre hasta clamarlo
hasta arrojarlo, guijarro en la honda,
contra la frente lisa del olvido.
Nada puede darte tanta alma
como esa herida que en tu cuerpo cavo.


Los sentidos en alma se convierten:

dedos del alma que te acarician
labios del alma que te besan
ojos cerrados que en su interior te miran
resonancias de tu nombre que despiertan
el inconfundible aroma de tu cuerpo
rendido allí donde mi pensamiento lo construye.


Gusto el sabor universal que tienes.
Te respiro hasta hacer de tu olor una persona
que se entrega, después, temblorosa
a la ávida persona de mi olor.


Mis dedos rozan órganos

                                      destellos
                                                   hálitos
rumores de la naturaleza
y en la vigilia que me enciende tantas veces junto a ti
oigo sonar el tiempo
como un río por el que tú te acercas.
Nada puede darte tanta alma
como mi cuerpo cuando cava en ti
cuando abre sus alas, cuando canta
cuando prueba su vuelo, cuando vuela
cuando cae herido y se pierde en el follaje
cuando sangra su espesa miel y desfallece.


Para que no te hiele la memoria

ni te consuma la sed de porvenir;
para que sobrevivas a las guerras
y no te cubra de escamas el odio entre los prójimos;
para que ilumines la miseria y la fortuna
que se dan puñetazos en el sótano
y se muerden en las partes vulnerables;
para que seas libre y ondeante;
para que no tengas verdades que matan
ni evidencias como pirámide vacía;
para que puedas ser esfinge
                                          ser humana
y dudar sin pecado y caer en soledades
-universal como el viento o la muerte-
¡hágote carne que sufre, piensa y pasa,
hágote sentido alma mía!
¡escribo tu historia como se ve correr el agua!
¡dejo que el lobo devore a Caperucita  Esperanza!
¡acepto los hundimientos del pasado!
¡aprendo la soledad con orgullo de centinela!
y entonces -ánima sola, piel y vello de verano
sexo resplandeciente del otoño
futuro derrumbado en actos sensuales inmediatos
desesperada alegría de beber en la fuente de la herida-
descubro que tú me haces alma
que ingreso en los medios espaciales vírgenes
que mis gestos, mis sentidos, ya no me pertenecen
que mientras se derrumban mi carne y me deshojo
tu soplo esparce mi polen invisible;
sonido fértil del canto, ecos del olor
palabras inmanentes, signos indestructibles
¡persona y vida cristalizadas en el tiempo!







Juan Liscano




domingo, octubre 19, 2014

Negro





Mauricio Alejandro Moreno & Pabellón de Palabras & Negro 1
cortesía de Carolina David


Descenderé a mi cuerpo
Pero eres la amada de mi alma.

Ascenderé en mi cuerpo
Y oh cielos incontables cielos
Seguirás siendo amada en mi alma

Cielo supremo, Blancura inagotable
Azul irrefutable
Negro torbellino de deseo en sentido inverso de las jerarquías

Negro apostata babilónico sodomita
Negro profundo en sentido inverso de los caminos de vuelta,
de los de ascenso, de aquellos caminos que desembocan

en pisadas de nube sobre asfalto
en sentido infinito

¡Negro mío! ¡Negro mío!

Cuán fiera es tu noche, amada de mi alma,
cuando mía es su negra luna.





Mauricio Alejandro Moreno & Pabellón de Palabras & Negro 2
por Luis Guillermo Giraldo



Mauricio Alejandro Moreno


viernes, octubre 17, 2014

Cielo De Los Hombres




Todos los actos retumban sordamente contra

la cóncava oquedad y se diluyen de inmediato en

esas dulces praderas inmensas y desiertas.




Pero el azul preciso y frío resulta una escandalosa

razón de más para vivir, igual que cualquier otra.



Rodolfo Alonso




jueves, octubre 16, 2014

Pareja Sin Historia


Se acarician. Se bastan.
Están colmados por ellos mismos
colmados por la sed sensual del otro.

Se conocieron ayer:
llevan siglos de parecerse
de abrazarse en las paredes siempre únicas
de reconocerse en todos los lugares
donde el sueño esconde su tesoro
donde la dicha deja a la nostalgia
donde nunca estuvieron
donde están.

Aroma de piel ramajes íntima penumbra
labios que besan por la herida
rostro asomado al secreto del rostro que lo refleja
palabras que se derriten por los dedos
semejanzas descubiertas con delicia
apetencias de olvido y de sabores no probados
mientras se inventan paraísos sin castigo
y se cuentan a tientas el alma
mientras asumen el destino de las frutas
y la vida fulgura en ellos
con sus “siempre” y sus “nunca” efímeros
con sus “primera vez” repetido hasta el final
con sus partes confundidas cual miembros que el amor enlaza.

Hasta ellos no alcanza el rumor de la urbe
o será más bien que no lo oyen
que lo cubre el susurro con que se aman
que lo dispersa el soplo que se dan.

Se huelen se gustan se desean.
La libertad que encuentran los deslumbra.
Ascienden en una isla espacial entre los astros.
Pareja sin Historia
pareja constelada.

Se miran a sí mismos en el otro.
Ella aparece abierta impúdica ojerosa tremulante
él: enhiesto obsceno avisor posesivo
ella: contráctil húmeda gimiente umbría
él: herido llameante solar fulminado.
¡Cuánto abandono momentáneo!¡Cuánto triunfo!
Pueden equivocarse gozosamente
confundir las imágenes del deseo espejado
fundir los sabores de sus bocas
perderse juntos en el placer del otro
fluir de manantiales en arroyos
de arroyos en raudales de raudales en ríos
hasta el mar hasta volcarse en la unidad del origen
en el espacio pletórico y vibrante
donde cada movimiento se transmite de polo a polo
donde flotarán donde están flotando
como dos hipocampos entregados al rito nupcial.

Aflojan las redes y los nudos milenarios
arrojan de sí el pasado las cáscaras los trapos
viento propicio borra las huellas mezcla arenas y estrellas
le dan la espalda a la memoria hueca
para ser cresta de una ola
para ser cresta espuma sortilegio
cielo de mar espacio palpitante que rompe en sales
y en la cresta de esa ola de caballos tornasolados
que recorre de punta a punta el tiempo como una playa
me arrojo contigo!
¡la corro contigo hasta el final del día!
¡sobre su filo tú y yo somos jabalina y destello!
¡vivan este esfuerzo estos besos esta presencia única!
¡vivan este júbilo del mar los cuerpos aparejados!
¡nuestro almizcle que huele a marisco y a gato montés!
¡el relámpago en que nos dormimos juntos!






Juan Liscano