martes, septiembre 22, 2015

Relato De Sergio Stepansky


¡Juego mi vida!
¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!

Erik Fjordsson.



Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida...

Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...

La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
—en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo...—

Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...

Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.

Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia;
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por una anilla de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...

Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...

o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.

Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos
(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...

¡o por dos huequecillos minúsculos
—en las sienes— por donde se me fugue, en grises podres,
la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!

Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...





León de Greiff



jueves, septiembre 10, 2015

Plegaria Para Salir De Estar Llevado


Primero que todo me meto en la cabeza que soy mi propio rey, y que lo yo no haga nadie lo va a hacer por mí
                                                                                  para mí.

No disparo un solo tiro por un rey distinto a mí.

La oración para tener mi bolsillo en la mente
fuera de la tristeza y el aburrimiento
                                                          la tengo que crear yo mismo.

Y sépalo de una vez: he creado para mí mi propia rueda de la suerte
si es que voy a guiar mis días por la suerte,
algo como tan sin oído para quien vive
                                                               con los pies,
                                                                          uno en la tierra y el
                                                              otro en las nubes como yo.

Lo que le quiero decir es que no me dejo utilizar
del discurso que le engarzan a la conciencia
                                                     en un sentido o en otro sentido,
                                         en un sin sentido o en otro sin sentido
en los completos sentidos o en los sin sentido completos
y quieren que siga del bolsillo y el cajero en carne y espíritu tirado...


                                               Qué tal el masaje,
                                                                              Ah...
                                                                                     ...que... que...
Una bárbara confianza me tengo para resolver los problemas en un dos por tres o en un tres por quince;

al principio,
                  por las buenas,
                                           siempre es mejor resolver
                                           los problemas por las buenas;
si esa vía se agota como se agota la plata de donde se saca y no se echa,
                               o si aparece de espanto,
                                                      espanto que uno no esperaba,
                                           un retén que no entró en los cálculos

o si pillo que me están gozando,
                                                  y en el goce creen que soy
                          un bobo ahííí..., con sus cifras embola... tadas...
                       ...o... que me pueden pasar por la galletaaaa...,

                        ...unos galones de gasolina a la acción y les hago cliquear la loción que se untan y que sufran
en sangre y lágrimas como lo he sufrido yo,
                                                          y mi familia,

                                 los vecinos y yo y los que me acompañan...,

                                          ...les hago sentir, y no lo puedo evitar,
que la cosa conmigo tiene precio en la bolsa de valores y es...

                                                                      Y nada de vulgaridad.

Somos tan vulgares algunas veces... tan torpes... tan... que,
que nos sacan del cuerpo el poco espíritu
que tenemos en donde nos ven,

                                                       y nos ven en la sopa,
en portal de sus mansiones y haciendas,
                                                   a los lados de sus redes sociales
nos ven en los alrededores de sus espías virtuales,
y en sus ideas nos ven cuando se las toman en una copa gala
para volvernos hilachas dentro de sus planes.

Cuál conmigo misericordia en la hora mía de yo mismo
al tomar una decisión que... sí,
me va a poner a sufrir
                                   en tercera dimensión y hasta más.

Ya vendrá la dicha ya vendrá
en ahí está y viene en el vendrá la dicha.

El miedo y las angustias de veinte llantas, entran y salen
a mi corazón en aquella una y otra hora en que se...,
se quiere salir en un susto mi corazón.

Me veo en dificultas pero me he refugiado en la idea de mi cabeza.

De mi ca be za.

Me es igual cualquier sentimiento.

Para desayunar, hoy, mi familia y yo solo tenemos arepa y aguapanela.

Mañana, me meto en la cabeza la idea de un desayuno con huevo revuelto, carne de res, cerdo o pollo, y un chocolate espeso lechado,
y me digo: manos y mente en desespero bajo control.
Que no me vaya arrastrar la calma que en una calma se acaba roncando;

frialdad profesional a la hora de reducir a cero al enemigo malo que no me deja vivir bueno con la cabeza en las nubes cuando tengo plata,
para reducir al enemigo bueno que ríe, canta, baila, estrena casa, carro y mecha, y come bueno pero él solo y ahí es malo. Muy malo.

Si no me arrodillé cuando lo tuve que hacer y no lo hice, ahora menos.

En el momento de echarle memoria a mi vida sé,
                                                                                    lo he vivido,
que una sola ilusión de las mil que me pinto llega a mi realidad.

Dejo a la depre viendo un chispero al montarme en otra ilusión.

Tengo ambiciones. Sueño dormido, y despierto mil veces más. Estoy vivo.
Vivo, vivo, vivo,
          y eso ya de por sí es un canto. Una hermosura de canto.





Helí Ramirez




Cuando Crecíamos En El Barrio Sueños

No, no. Tranquilo
en su sillón. No
vine a pedirle limosna, ni chamba de
mínimo o lazo de colores en el cuello
para mí o algún pariente
con el Cristo de espaldas...

Quienes están acomodados,
quienes están subiendo,
subiendo desde abajo,
lo ven llegar a uno,
y creen que es a pedirles algo,
y yo noooo... A mí no me gusta pedir;

voy de paso por aquí. Me acordé
de antes,
cuando crecíamos en el barrio
sueños en las esquinas,
y decidí entrar a saludarlo
pero no se preocupe,
respire tranquilo en su sillón,
relajado mire por los ventanales la miseria
que se encarama a las montañas,
y yo sigo mi acera al no recuerdo
para no arañarlo ni herirme yo el pensamiento.






Helí Ramirez




martes, septiembre 08, 2015

El Amor Abunda

Vivo en un país tropical.
El amor cae silvestre.
Lo veo caer sin afán.
Dejo que colme las calles y los andenes.

Mañana temprano
recogeré lo que quede de él
con una pala.

Sé que mañana en la mañana
el dolor no habrá acabado con todo.

Que pase el amor.

Yo lo veo pasar
tendido en la playa
como un turista.
Como si se tratara
de bandadas de alcatraces.

El amor
abunda.

















John Galán Casanova




Almac n Ac sta

Viejas letras de madera
sobre la fachada blanca de cal
anuncian a los pobladores
el ALMACEN ACOSTA.

Nadie se ha ocupado
en reemplazar las que han caído.

Cuántos años creciendo
recostado bajo el marco de la puerta
para nunca reparar en estas cosas.

Es preciso una tristeza
que lo traiga a uno de regreso,
apoyar una escalera sobre el muro

y fijar el cartel

EMILIO ACOSTA MARTÍNEZ

–mi padre, HA MUERTO.





John Galán Casanova




lunes, septiembre 07, 2015

Que Noche De Hojas Suaves

Que noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.

El aire besa, el aire besa y vibra
como un bronce en el límite lontano
y el aliento en que fulgen las palabras
desnuda, puro, todo cuerpo humano.

Yo soy el que has querido, piel sinuosa,
yo soy el que tú sueñas, ojos llenos
de esa sombra tenaz en que boscajes
abren y cierran párpados serenos.

Qué noche de recónditas y graves
sombras de hojas, sombras de tus párpados:
está en la tierra el grito mío, ardiendo,
y quema tu silencio como un labio.

Era una noche y una noche nada
es, pregona en sus cántigas el viento:
aún oigo tu anhelar, tu germinar melódico
y tu rumor de dátiles al viento.

Y he de cantar en días derivantes
por ondas de oro, y en la noche abierta
que enturbiará de ti mi pensamiento,
he de cantar con voz de sombra llena.

Qué noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.



















Aurelio Arturo




Canción De La Noche Callada


En la noche balsámica, en la noche,
cuando suben las hojas hasta ser las estrellas,
oigo crecer las mujeres en la penumbra malva
y caer de sus párpados la sombra gota a gota.


Oigo engrosar sus brazos en las hondas penumbras
y podría oír el quebrarse de una espiga en el campo.


Una palabra canta en mi corazón, susurrante
hoja verde sin fin cayendo. En la noche balsámica,
cuando la sombra es el crecer desmesurado de los árboles,
me besa un largo sueño de viajes prodigiosos
y hay en mi corazón una gran luz de sol y maravilla.


En medio de una noche con rumor de floresta
como al ruido levísimo del caer de una estrella,
yo desperté en un sueño de espigas de oro trémulo
junto del cuerpo núbil de una mujer morena
y dulce, como a la orilla de un valle dormido.


Y en la noche de hojas y estrellas murmurantes,
yo amé un país y es de su limo oscuro
parva porción el corazón acerbo;
yo amé un país que me es una doncella,
un rumor hondo, un fluir sin fin, un árbol suave.


Yo amé un país y de él traje una estrella
que me es herida en el costado, y traje
un grito de mujer entre mi carne.


En la noche balsámica, noche joven y suave,
cuando las altas hojas ya son de luz, eternas…


Mas si tu cuerpo es tierra donde la sombra crece,
si ya en tus ojos caen sin fin estrellas grandes,
¿qué encontraré en los valles que rizan alas breves?,
¿qué lumbre buscaré sin días y sin noches?




















Aurelio Arturo



domingo, septiembre 06, 2015

Hallazgo De La Vida

¡Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida. ¡Señores! Ruego a ustedes dejarme libre un momento, para saborear esta emoción formidable, espontánea y reciente de la vida, que hoy, por la primera vez, me extasía y me hace dichoso hasta las lágrimas.

Mi gozo viene de lo inédito de mi emoción. Mi exultación viene de que antes no sentí la presencia de la vida. No la he sentido nunca. Miente quien diga que la he sentido. Miente y su mentira me hiere a tal punto que me haría desgraciado. Mi gozo viene de mi fe en este hallazgo personal de la vida, y nadie puede ir contra esta fe. Al que fuera, se le caería la lengua, se le caerían los huesos y correría el peligro de recoger otros, ajenos, para mantenerse de pie ante mis ojos.

Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte. Si viniese ahora mi amigo Peyriet, le diría que yo no le conozco y que debemos empezar de nuevo. ¿Cuándo, en efecto, le he conocido a mi amigo Peyriet? Hoy sería la primera vez que nos conocemos. Le diría que se vaya y regrese y entre a verme, como si no me conociera, es decir, por la primera vez.

Ahora yo no conozco a nadie ni nada. Me advierto en un país
extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible. No, señor. No hable usted a ese caballero. Usted no lo conoce y le sorprendería tan inopinada parla. No ponga usted el pie sobre esa piedrecilla: quién sabe no es piedra y vaya usted a dar en el vacío. Sea usted precavido, puesto que estamos en un mundo absolutamente inconocido.

¡Cuán poco tiempo he vivido! Mi nacimiento es tan reciente, que no hay unidad de medida para contar mi edad. ¡Si acabo de nacer! ¡Si aún no he vivido todavía! Señores: soy tan pequeñito que el día apenas cabe en mí.

Nunca, sino ahora, oí el estruendo de los carros, que cargan piedras para una gran construcción del boulevard Haussmann. Nunca, sino ahora, avancé paralelamente a la primavera, diciéndola: “Si la muerte hubiera sido otra…” Nunca, sino ahora, vi la luz áurea del sol sobre las cúpulas del Sacré-Coeur. Nunca, sino ahora, se me acercó un niño y me miró hondamente con su boca. Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.

¡Dejadme! La vida me ha dado ahora en toda mi muerte.






César Vallejo



Voy A Hablar De La Esperanza


Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente.

Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.


Me duelo ahora sin explicaciones. Mi dolor es tan hondo, que no tuvo ya causa ni carece de causa. ¿Qué sería su causa ¿Dónde está aquello tan importante, que dejase de ser su causa? Nada es su causa; nada ha podido dejar de ser su causa. ¿A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Si hubiera muerto mi novia, mi dolor sería igual. Si me hubieran cortado el cuello de raíz, mi dolor sería igual. Si la vida fuese, en fin, de otro modo, mi dolor sería igual. Hoy sufro desde más arriba. Hoy sufro solamente.

Miro el dolor del hambriento y veo que su hambre anda tan lejos de mi sufrimiento, que de quedarme ayuno hasta morir, saldría siempre de mi tumba una brizna de yerba al menos. Lo mismo el enamorado. ¡Qué sangre la suya más engendrada, para la mía sin fuente ni consumo!

Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran, inevitablemente, padres o hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer y si lo pusiesen en una estancia obscura, no daría luz y si lo pusiesen en una estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente.



César Vallejo



sábado, septiembre 05, 2015

Antiguos Recién Llegados


Por el camino a Palaausain, cerca de Porshiina,
los conejos bailan una danza secreta,
con las culebras Kashiiwano’u...
y los niños pastores ahuecan sus manos
para inventar los silbidos...: ¡waawai!, ¡waawai!...

y el monte se descubre en cien senderos:
el de la piedra y el polvo,
el del agua y la sombra,
el del sueño y la risa,
el de la trampa y el temor,
el de la mujer y la fiesta.

Por el camino a Palaausain, cerca de O’utüsumana,
los espantos beben chicha
en los ranchos abandonados...
y el silencio trae el diálogo oculto de los muertos.

Así vemos que nuestro antiguo mundo
es, aún, sonriente aprendiz de la vida.

Somos como eternos recién llegados










Vito Apüshana


jueves, septiembre 03, 2015

Danza


Salimos al baile circular
y todos los pies giran desnudos.

Las mujeres ríen la alegría de los hombres.

Hay toques de Kaasha,
cantos de Jayeechmajachi,
sonidos de Wontoroyoi,
sonidos de Sawawa. . .

Música de los que estamos en la risa.

Los hombres nos hacemos contentos
bajo la sombra de las mujeres. 

Sentimos sus brazos,
aún, en los viajes lejanos.





Vito Apüshana

Historia De La Playa

Ante la inclemencia
del diluvio

para contener el mar

cada cual
puso
un grano de arena.



Por: Paola Leija












John Galán Casanova

Solidaridad


Los pañuelos

blancos

agitados al mediodía



para la tarde

enjugan nuevos lutos.






John Galán Casanova

miércoles, septiembre 02, 2015

El Espejo

Estuve aquí.
                               Me ahogaron contra el muro.
Alguien dijo mi nombre es esa puerta
agitando un pañuelo sin color.
Y yo que estaba ciego me tragué
el grito a chorros verdes de silencio.

Conozco ya tu voz.
                                    Yo estuve aquí.
Desde hace años que muero y resucito.
Nadie me ve morir.
                                     No me conocen
quienes creen que soy el que pregunto:
"- ¿Por dónde pasa el bus?
- ¿Me presta un fósforo?"

Ceñido al sexo.
                             A su materia oscura.
Comprando la cadera atormentada.
El labio.
                     El alarido.
                                             Y el mordisco.
Gimiendo por la sal de la entrepierna.
Yo estoy allí.
Yo soy David.
                                          ¡Estoy gritando!
Soy yo que vuelvo.
                                                La escalera oprime
angustiada de amor mis dos zapatos.

¡Oh amarradme, amarradme -oh, si- amarradme!
Los huesos ya no bastan.
                                                     Nada basta.
Ni la boca.
                            Ni el ojo.
                                                     Nada basta.
Necesito más cuerdas.
                                                     ¡Amarradme
porque me estoy rodando hacia el vacío!

Yo soy.
                              Yo estoy gritando.
Parado aquí.
Están sordos.       No me asisten.
Y muero cuerpo adentro sin decirlo.
Aullando, sí. Mordiendo. Combatiendo.





David Ledesma Vásquez


Nuevo Conocimiento De La Muerte

Morimos en silencio. Nos morimos
sin que nadie lo note. Sin que nadie
pregunte por la lenta muerte diaria.







David Ledesma Vásquez