Creador hermano mío, voy a pronunciar dos palabras: "biología" y "psicología", y yo que nunca juzgo, como un juez severo, juzgaré.
Primer acusado:
- La biología...
- ¿Cómo algunos seres vivos pudieron imaginar, a fuerza de pretensión, que podrían delimitar la vida con un microscopio?
Creador hermano mío, éste es mi veredicto:
- Condenados por falta de humildad y de dignidad.
Creador, hermano mío, no es a ti a quien voy a explicar mi veredicto severo porque tú, que tienes un corazón que de verdad late, tú sabes que hace falta humildad para no alienar la vida en conceptos estériles y para estar realmente vivo.
Sí, Creador hermano mío, hace falta dignidad para poder superar las obsesiones de un intelecto que se cree sano, racional, cartesiano, y que de hecho, cuando se emplea solo, no es sino una máquina para tartamudear, una máquina para proyectar ondas enfermas, una máquina para promover a los enfermos. Los enfermos, Creador hermano mío, son los hombres de cerebro grande, porque a fuerza de proyectar sobre lo que llaman "materia", la convierten en una entidad amorfa, vacía y sin sentido.
¡Creador, hermano mío, me has entendido bien! No se juega impunemente con la tierra, y sin importar lo que puedan decir: LA VIDA ES. Creador hermano mío, cantemos, bailemos y burlémonos de ellos para que puedan inclinar su cabeza pretenciosa, vacía y amorfa, si en ellos queda una parcela de verdad viva. Para esperar, Creador hermano mío, que a pesar de todo, en su ser declinante quede aún un poco de humildad y de dignidad suficientes para desmentir sus ridículos y estériles conceptos. Y si lo hacen, Creador hermano mío, juntos y con todo nuestro corazón, diremos:
-¡Circunstancias atenuantes! ¡Circunstancias atenuantes!
Creador hermano mío, pasemos al segundo acusado:
-Psicología...
Tú, Creador hermano mío, rico en el don que te hizo Dios tu padre, tu genio, no puedes oír una palabra como "psicología" sin levantarte de repente y llamar a rendir cuentas a aquellos que han querido encerrar, en un concepto materialista y triste, la psique.
Porque, Creador hermano mío, percibir la primavera, el verano, el otoño y el invierno con una agudeza cada vez mayor demuestra que el alma, lejos de ser un concepto, es un parámetro en perpetuo movimiento en cuanto al verdadero y profundo sentimiento de la vida!
Y este sentimiento que brota del alma, Creador hermano mío, es infinito; porque el alma, aunque efímera, es una herramienta que sirve al humilde fenómeno para alcanzar en plena luz: el UNO.
Creador, hermano mío, éste es mi veredicto:
- Condeno a quienes han querido confinar el alma en un concepto estéril a tener una percepción plena de lo que es "morir para renacer".
Además, Creador hermano mío, espero con todo mi corazón que aquellos que se enfrenten a esta terrible prueba, elijan en el sufrimiento, a pesar del miedo, el camino que lleva a la Unidad.
Edvard Munch: El Grito |