Venid, amigos, a la fiesta mía,
a donde el campo grava el sol de rojo,
campo mi sangre en que mi vida acojo,
árbol mi sangre en que se encarna el día.
Pues mi casa renace en alegría
y el diario pan su eterno sol ofrece,
criaturas de mi sueño que os merece,
venid, amigos, a la fiesta mía.
Veréis que entera os doy la antigua tarde,
el camino y el árbol, la palabra
querida que dijimos ya muy tarde.
Pues cuando el pecho mi vigilia abra,
vendréis donde mi pan, donde mi vino arde,
al abrigado amor de mi palabra.