jueves, febrero 11, 2016

En El Vestíbulo


Solo, en vano, contra el tiempo,
vencido de antemano y sin remedio,
vencedor porque sabe sus derrotas,
naufragado en tierra, nadando entre raíces,
luchando contra la corriente de arena de las horas
y al irse a pique, de un golpe de talón subir
a través de una epidermis de gramas y de podres
hasta la superficie donde fluyen las aguas,
corren las bestias, caen las hojas,
se esparcen los abonos, las semillas
y da traspiés y pisa y pasa el hombre.

Lleno de un confuso grito o de un canto
que ni salta hacia afuera ni se vierte,
lleno de lomos ondulantes, de pozos y de ecos,
de cálidas o gélidas corrientes subterráneas,
lleno de estertores, de gemidos que echan hongos,
de arrebatos pirotécnicos,
vacilante, blando, derrumbado
y de súbito capaz de embestir y desangrarse,
capaz de arrancar de raíz lo que le queda,
de perder lo que espera,
capaz de sembrar un torbellino,
de enterrar una estrella y estrellar una piedra,
¡tan pobre! ¡tan dual! ¡tan compartido!
¡tan lleno de lo que le falta!
¡tan desnudo y sobrancero!
como si fuera otro, soy, me nombro y me descubro.

Perdido en el vestíbulo,
entre dos vanos vacíos,
atravesado por corrientes de espejismos,
por corrientes de paisajes que se salen de madre,
por oscuros aires sexuales y aire de espinas,
llamado silenciosamente por espantos,
por voces que se esconden en el cuarto oscuro
o ruedan y se estiran en el horizonte,
rumorosa serpiente, ciempiés resonante,
detenido entre dos vanos
en el corredor de entrada o de salida,
en el zaguán donde cada domingo
llegan los mendigos puntuales, pustulantes,
allí, en el portal de siempre,
hasta donde corría ladrando el perro de la casa,
vacilo, existo, toco el timbre, espero.

Sangran llamas los dedos, raíces brota la frente,
se desconcha la piel, se derrite la lengua,
herido, agrietado, va gritando en silencio,
cantando para sí, callado,
encerrado, extraviado en esa galería de aire que le asfixia
detenido en el zaguán, entre dos vanos vacíos,
golpeando los muros de su cárcel,
buscando en el espacio neutro, informe,
las puertas, el postigo, las ventanas
que por todas partes cantan, se abren,
se multiplican, susurran, relucen, cabrillean,
buscando entrar a la casa,
queriendo salir al mundo,
salir a la casa, entrar al mundo,
pasar hacia adentro, andar hacia afuera,
cruzar umbrales, calles, alcobas, urbes,
países, desvanes, continentes, galerías,
solo y perdido de antemano el hombre,
el hombre del zaguán,
frente a todas las entradas libres,
frente a todas las salidas vivas.



 













Juan Liscano


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