domingo, junio 14, 2015

A Propósito De Cuícatl




Le pregunté a mi amigo John, o más bien, lo reté a que me contara una verdad sin engaño. Se hizo un silencio en el que sólo fue audible el canto de un sinsonte o un turpial. Ahora tan sólo me pregunto por el canto de los hombres: ¿Cantaremos alguna vez nuestra verdad así hiera al infinito? ¿Llegaremos a ser ese gesto capaz de iluminar toda existencia?

Víctima de la razón, es decir, de la desesperanza, ya no flecha sino blanco, me doy cuenta en el silencio provocado, que sólo cuando acaban las preguntas la vida toda se vuelve una respuesta y nada, absolutamente nada es insignificante. Cada existencia canta su verdad y todo se relaciona contigo.



Vladimir Montoya Gómez


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