Malditos sean los mapas, las coordenadas, las carreteras
y las vías de la Renfe.
Malditas las unidades de medida:
las horas, los kilómetros, los números.
Malditas sean las comunidades autónomas,
el tendido eléctrico,
las líneas telefónicas,
las conexiones automáticas
y la red virtual.
¡Malditos los poetas!
¡Madito Salinas, maldito Machado!
Y Gustavo.
Y Federico.
Malditas las tostadas
con café por las mañanas.
Malditas las canciones
que me arrancó, los testigos.
Malditas las camas de uno cuarenta,
la prisa, el alcohol y los planeas a la larga.
Malditos los pensamientos impuros,
las ideas lujuriosas y la libido.
Malditas sean también las comparaciones
y los dólares, la ley del suelo
y la burbuja inmobiliaria.
Malditas las parejas de la mano,
malditos los besos sin tapujos,
maldito el camino de vuelta.
Y tus ojos.
Y todas las cosas que me recuerdan que tú no estás.