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jueves, julio 04, 2019

Silence


I have known the silence of the stars and of the sea,
And the silence of the city when it pauses,
And the silence of a man and a maid,
And the silence for which music alone finds the word,
And the silence of the woods before the winds of spring begin,
And the silence of the sick
When their eyes roam about the room.
And I ask: For the depths
Of what use is language?
A beast of the field moans a few times
When death takes its young.
And we are voiceless in the presence of realities—
We cannot speak.

A curious boy asks an old soldier
Sitting in front of the grocery store,
«How did you lose your leg?»
And the old soldier is struck with silence,
Or his mind flies away
Because he cannot concentrate it on Gettysburg.
It comes back jocosely
And he says, «A bear bit it off.»
And the boy wonders, while the old soldier
Dumbly, feebly lives over
The flashes of guns, the thunder of cannon,
The shrieks of the slain,
And himself lying on the ground,
And the hospital surgeons, the knives,
And the long days in bed.
But if he could describe it all
He would be an artist.
But if he were an artist there would he deeper wounds
Which he could not describe.

There is the silence of a great hatred,
And the silence of a great love,
And the silence of a deep peace of mind,
And the silence of an embittered friendship,
There is the silence of a spiritual crisis,
Through which your soul, exquisitely tortured,
Comes with visions not to be uttered
Into a realm of higher life.
And the silence of the gods who understand each other without speech,
There is the silence of defeat.
There is the silence of those unjustly punished;
And the silence of the dying whose hand
Suddenly grips yours.
There is the silence between father and son,
When the father cannot explain his life,
Even though he be misunderstood for it.

There is the silence that comes between husband and wife.
There is the silence of those who have failed;
And the vast silence that covers
Broken nations and vanquished leaders.
There is the silence of Lincoln,
Thinking of the poverty of his youth.
And the silence of Napoleon
After Waterloo.
And the silence of Jeanne d’Arc
Saying amid the flames, «Blesséd Jesus»—
Revealing in two words all sorrow, all hope.
And there is the silence of age,
Too full of wisdom for the tongue to utter it
In words intelligible to those who have not lived
The great range of life.

And there is the silence of the dead.
If we who are in life cannot speak
Of profound experiences,
Why do you marvel that the dead
Do not tell you of death?
Their silence shall be interpreted
As we approach them.














                       









Edgard Lee Masters


Silencio


He conocido el silencio de las estrellas y del mar,
Y el silencio de la ciudad cuando calla,
Y el silencio de un hombre y una mujer,
Y el silencio por el que la música sólo encuentra su palabra,
Y el silencio de los bosques antes de los vientos de la primavera,
Y el silencio de los enfermos
Cuando sus ojos vagan por la habitación.

Y pregunto: ¿Para qué cosas profundas sirve el lenguaje?
Una bestia del campo se queja unas pocas veces
Cuando la muerte se lleva a su cría.
Y nosotros nos quedamos mudos ante realidades de las que no podemos hablar.

Un chico curioso le pregunta a un soldado viejo sentado
frente a un almacén
—¿Cómo perdiste la pierna?
Y el viejo soldado se queda sin palabras
o desvía el pensamiento
porque no puede concentrarlo en Gettysburg.
Y vuelve jocoso
Y le dice: Un oso me la comió.
Y el chico se maravilla, mientras el viejo soldado
Mudo, débil, sobrevive a
Los fogonazos de los revólveres, al trueno del cañón,
Los gritos de los asesinados,
Y a él mismo tendido en el suelo,
Y a los cirujanos del hospital, los cuchillos,
Y a los largos días en cama.

Pero si pudiera describir todo esto
Sería un artista.
Pero si fuera un artista debería haber palabras más hondas
Que él no podría describir.
Está el silencio de un gran odio,
Y el silencio de un gran amor,
Y el silencio de una profunda paz interior,
Y el silencio de una amistad traicionada,
Está el silencio de una crisis espiritual,
A través del cual, el alma, exquisitamente torturada,
Llega a visiones que no pueden pronunciarse
En un reino de vida superior.
Y el silencio de los dioses que se entienden sin hablar,

Está el silencio de la derrota.
Está el silencio de los injustamente castigados;
Y el silencio de los agonizantes cuya mano
de pronto toca la nuestra.
Está el silencio entre el padre y el hijo,
Cuando el padre es incapaz de explicar su vida,
Y por eso mismo resulta incomprendido.
Hay el silencio que crece entre el marido y la mujer.
Hay el silencio de aquellos que fracasaron;
Y el vasto silencio que cubre
A las naciones quebradas y a los líderes vencidos.
Y hay el silencio de la vejez,
tan lleno de sabiduría que la lengua no pronuncia
las palabras inteligibles para aquellos que no han vivido
La gran extensión de la vida.

Y está el silencio de los muertos.
Si nosotros, vivos,
no podemos hablar de profundas experiencias,
¿Por qué asombrarse de que los muertos
no nos hablen de la muerte?
Su silencio será interpretado
Cuando nos acerquemos a ellos.













                     










Edgard Lee Masters

Traducción de Jaime Priede