Cuando observo estos confines del mundo, con su horizonte enrojecido por el sol mientras desaparece, olvido lo que he sido. Mi espíritu emprende entonces la huída transformando tantas perspectivas como líneas de opción encuentra e ignorando los reproches que parecen preguntarle por qué él colma el espacio que lo rodea, como si por primera vez perteneciera a ese gran todo que tomó por techo.
Cuando observo los azules de luna que el mar regala a nuestros juegos y que entonces espirales de verde plancton luminoso acogen nuestros cuerpos agitando la calma neblina de un amor casi indecente, me doy cuenta de cuán parecido es al mío el cofre donde tu corazón se oculta buscando conjurar sus miedos.
Cuando observo estos confines del mundo, con un sol que incendia su horizonte mientras renace, olvido lo que has sido, como si la noche hubiera resguardado nuestro amor para que no se ahogue. Me sumerjo entonces en los placeres y renuevo la hazaña de ir a pedirle a la luna que me crea una última vez y te devuelva todo el amor que yo tenía destinado para ti.