Como una pequeña escultura
desenterrada
y devuelta a su nicho en el templo.
De una perfección
que asombra en estos tiempos,
y que obliga a pensar
en el dominio del material
por su artífice,
en su musa inspiradora.
También en la maleable amalgama
que con mármol y piedras
de un color siempre vivo,
conformó y dio un soplo
a lo que la misma naturaleza desconocía.
A aquélla de la cual dar razón
de este modo y no de otro
—con su blanco y delicado vientre—
—con la altiva redondez de sus senos—
—con el amoroso ofrecimiento de su alma—,
mudándola en ídolo
y alojándola en un recinto,
pues tarea humana
es también fabricar la inmortalidad.
Y que ahora después de siglos
vuelve a su lugar,
—desenterrada y centelleante—,
permitiéndome así hablar de tu belleza.
de este modo y no de otro
—con su blanco y delicado vientre—
—con la altiva redondez de sus senos—
—con el amoroso ofrecimiento de su alma—,
mudándola en ídolo
y alojándola en un recinto,
pues tarea humana
es también fabricar la inmortalidad.
Y que ahora después de siglos
vuelve a su lugar,
—desenterrada y centelleante—,
permitiéndome así hablar de tu belleza.