Los pasos pesan, las piernas no aguantan. Mira sus fronteras: su horizonte se extiende sin parar. La hipocresía habla de derechos humanos sobre la terraza de un yate, bajo el sol de mediodía.
¿Cuál justicia? Esto es un genocidio donde quienes ejecutan también son abogados y jueces. Pero la culpa se obstina en recaer sobre esta tierra que te vio nacer.
Vivir es un acto terrorista pero no puedes abandonar la vida: tienes esta voz en un rincón de la cabeza que te dice - resiste, las balas a tu alrededor no harán más que alojarse solas en tu cuerpo; la renuncia es una muerte más amarga, la renuncia es más difícil de llevar.
Resistir es ante todo existir. Esta sed de libertad surge a cada aliento espirado. Este amor propio en la desgracia te empuja a levantar la cabeza ante los opresores de igual a igual: al menos ellos tienen enfrente a seres humanos y no a perros. Ellos tienen enfrente a padres y a madres de familia al pie de un muro, a niños cuyo único sueño consiste en conjugar sus vidas en futuro, y ellos creen que apagan la llama de una vela, pero mira, nuestros corazones conforman un incendio.
Oh! cuánto coraje demuestra este pueblo que se niega a arrodillarse ante la tercera armada del mundo.
Creí que los días fríos quedaban atrás.
Creí que el sufrimiento quedaba atrás.
En mi cielo tengo un mundo, un mundo sin fin, lleno de colores.
En mi cielo hay sueños y lo demás son espejismos.
A veces permanezco en silencio, a veces.
Yo hablo, cuento historias, balbuceo palabras.
Creí que los días fríos quedaban atrás.
Creí que el sufrimiento quedaba atrás. *
Porque allá cada día se celebra el carnaval y los crímenes atroces se disfrazan de cortes quirúrgicos. A pesar de eso, esa maquinaria de muerte no sirve de ejemplo: mira nuestras rodillas estables, y mira como las suyas tiemblan: son ustedes quienes masacran, son ustedes quienes a quemarropa bañan a toda una población con fósforo blanco, ustedes los que destruyen techos, escuelas, trabajo. Sin embargo, son ustedes quienes viven con el miedo a flor de piel porque por cada muerto que dejen, habrá alguien que porte la bandera.
Por cada alma arrebatada, encontrarán 10 que se levantarán, 10 que pelearán, y 10 que caerán. Y por estos 10 que caeremos, ustedes encontrarán mil que se levantarán, mil en el frente, mil que caeremos en el frente por sus manos, por esas manos que se ahogan en sangre e impunidad hasta que se enfrenten a un digno y orgulloso pueblo entero que se levante. Qué este día sea el mío, qué este día sea el tuyo porque hoy todos somos palestinos.