XII
Que mi salud es débil,
Que no resisto los rigores del trabajo intelectual,
Que mi pensamiento es inestable y que a menudo me
equivoco en mis apreciaciones sobre la verdad de las
ciencias y las magias del arte,
Que soy descuidado para con mi persona,
Que no me baño con regularidad
Y que mis cabellos y mis uñas crecen sin control,
Que he derrochado mi hacienda en beneficio de los pobres
de espíritu,
Que he favorecido más de lo justo y necesario a los
enfermos,
Que he permanecido largas horas en los cementerios
Disfrutando paganamente de la soledad y del silencio
consagrado a los muertos,
Que en momentos de desesperación y orgullo he escupido
el rostro de los ídolos,
Que he vuelto ebrio al templo y caído dormido en los
bancos de las plazas y en los tranvías,
Y que gasté mi juventud en viajes inútiles y estudios
innecesarios.