La ciudad es un lugar donde todos los asuntos
están tocados por una laboriosa inquietud.
La necesidad del movimiento
parece habitar en lo más profundo
del corazón de los hombres.
En cualquier habitación
una mujer se quita los zapatos
y se tiende sobre la cama.
Cerca de aquí un hombre cierra la puerta
y se dispone a cruzar la carretera.
Los automóviles van y vienen
aguijoneados por el trepidar de sus motores.
Esta tarde alguien se lanzará al vacío.
La caída será vertiginosa desde un noveno piso.
(En fin, la oración del movimiento perpetuo)
La obligación de no permanecer
entre estas cuatro paredes.
Hasta aquí también llegan
las insidiosas saetas de cualquier urgencia.