miércoles, marzo 21, 2018

Como Una Luz


Llegada la hora en que el astro se apague,
quedarán mis ojos en los aires que contigo fulguraban
Silenciosamente y como una luz
reposa en mi camino
la transparencia del olvido.

Tu aliento me devuelve a la espera y a la tristeza de la tierra,
no te apartes del caer de la tarde
-no me dejes descubrir sino detrás de ti
lo que tengo todavía que morir.







Jaime Sáenz


En las pródigas luces...


En las pródigas luces humedecidas
y en los aires de navegación de las montañas,
en las solitarias inmensidades de la limpidez y en las humaredas, al calor fugitivo de la grave curvatura del mundo
–en las calles y en los árboles,
la lluvia refleja la callada ternura de tu visión.

     Y de las tumbas un suspiro enciende perdidos y escondidos fuegos
     en tu sentida imagen,
     a la ascensión de aquel melancólico vaho desde las oscuridades,
     que ha resquebrajado los sudarios de tus rumorosos antepasados

–y en las entrañas del agua, al compás que escucho del olvido, llueve,
y llueve y yo no te miro, en realidad puedo mirar que me miras tú,
–¡cómo me miras!,

     de unos confines, de la infancia
     y de los mares profundos de la juventud
     –¡me miras en el vacío y a través de la distancia,
     cómo llega tu mirar, de tanta lejanía y en qué conmovida manera,
     que me hace saber que yo no te miro!
     –y un gran llanto me sacude al deseo de encontrarte,
     y hablar contigo sobre la gratitud, sobre la primavera y la alegría
     y sobre cosas tantas y tan diversas,
     y a un tiempo te escucho –en la huella que ha quedado en mi frente, en una sombra que roza la pared–,
     te escucho hablar de todo cuanto me hace llorar
     –y así respondes a lo que digo en mi corazón.






Imagen tomada de Journey to the West:
Conquering the Demons.





Jaime Sáenz


lunes, marzo 19, 2018

Cuando Mataron A García Lorca


Cuando mataron a García Lorca
¡porque ciertamente lo mataron!
uno de la Guardia Civil bromeaba con una muchacha
luciéndose en una yegua.

Cuando mataron a García Lorca
¡porque ciertamente lo mataron!
La gente ni siquiera podía olvidarse
De una cuchara o de una taza.

En un momento de duelo,
Carmen con un elegante vestido
abraza la vida,
y es que nadie se acuesta con la muerte.

Una famosa adivinadora de la suerte
andaba por unas casas de campesinos.
Se lamentaba por García Lorca
pero nadie puede adivinarle el futuro a un cadáver.

La vida es siempre la vida
ya sea la jarra del bebedor de vino,
el puerco que come como un puerco
o una rosa prendida en el vestido de una mujer.

La juventud y la vejez siempre son lo mismo
así como lo es el plebeyo y lo es el señor.
Y aunque todas las cosas sigan existiendo
Sin embargo García Lorca no.

Pero en una polvorienta tienda
como un regimiento de soldados
no creyendo en la muerte de García Lorca
unos Don Quijotes de juguetes permanecían de pie.

Dejen que los ignorantes gobiernen
y que los que adivinan la suerte mientan
y tú, hidalgo de juguete
sigue soñando la esperanza.

Entre toda la basura de recuerdos para comprar
con una exhalación agria, ellos,
las absurdas pequeñitas espadas
gritaron: ¿Dónde estás García Lorca?

Ni un olmo ni un sauce tuyo
llamaron desde el libro de las cuentas
−después de todo tú eres inmortal−
ni siquiera nosotros te llamamos,
¡pero sí los Don Quijotes!

Y el pasto cantaba vacilante
y las grullas anunciaban
que a García Lorca no lo habían matado
en el momento cuando lo mataron.





Federico García Lorca, Ilustración de Raúl Arias




Yevgeny Yevtushenko


Ciudadanos, Oídme



Para John Updike





Estoy a bordo del barco Friedrich Engels,
pero en mi mente hay tal herejía
de pensamientos que rompen las puertas.
No comprendo, ¿qué oigo?,
llena de confusión y de dolor, la invocación:
"Ciudadanos, oídme".

La cubierta se inclina y se lamenta,
mezcla de concertina y charlestón,
pero en el puente, queda, suplicante,
intenta abrirse paso con violencia
la imponente canción:
"Ciudadanos, oídme".

Sentado en un tonel hay un soldado.
Su pelo cuelga sobre su guitarra
mientras rasguea despacioso.
Y enardecido como su guitarra
de sus labios escapa con tormento:
"Ciudadanos, oídme".

No nos quieren oír los ciudadanos.
Preferirían comer, beber, bailar.
Y no les interesa lo demás.
Sin embargo, dormir es importante.

¿Y por qué ese estribillo interminable?
"Ciudadanos, oídme".

Alguien echa sal a un tomate,
otro tira unas cartas grasientas,
otro golpea el suelo con las botas,
otro despliega ansioso el acordeón;
mas, cuántas veces a cualquiera de ellos
el grito o el susurro, le brotó:
"Ciudadanos oídme".

Y cuántas veces nadie lo escuchó.
Hinchando el pecho y retorciéndose,
no pudieron decir lo que sentían.
Reaccionando con alma indiferente,
oyen a los demás con dificultad:
"Ciudadanos, oídme".

Mira, soldado encaramado en un tonel:
Yo soy igual que tú, mas sin guitarra,
sobre ríos, montes, mares,
soy un vagabundo de manos extendidas,
la voz ya ronca repite sin cesar:
"Ciudadanos, oídme".

Terrible si no quieren escuchar.
Terrible si comienzan a oír.
¿Y si al final la canción no valiera la pena?
¿Y si nada en ella tuviera sentido
salvo el tormentoso y sangrante estribillo:
"Ciudadanos, oídme"?




Yevgeny Yevtushenko

Versión de Heberto Padilla

¡La Mitad No Quiero De Nada!


La mitad no quiero de nada!
¡Que sea mío el cielo todo!
¡La tierra toda, mía!
Mares y ríos, el torrente de la montaña,
¡míos! No los comparto.

No me seducirás, vida, con una parte.
¡Será todo o nada! ¡Yo podré con todo!
No quiero ni la felicidad
ni el dolor a medias.

¡Quiero, sí, la mitad de la almohada
donde, pegado a tu mejilla,
como una pobre estrella fugaz,
fulgure el anillo de tu dedo...






Yevgeny Yevtushenko

Versión de Rafael Alberti y María Teresa León

domingo, marzo 18, 2018

Demain, dès l'aube...


Demain, dès l'aube, à l'heure où blanchit la campagne,
Je partirai. Vois-tu, je sais que tu m'attends.
J'irai par la forêt, j'irai par la montagne.
Je ne puis demeurer loin de toi plus longtemps.

Je marcherai les yeux fixés sur mes pensées,
Sans rien voir au dehors, sans entendre aucun bruit,
Seul, inconnu, le dos courbé, les mains croisées,
Triste, et le jour pour moi sera comme la nuit.

Je ne regarderai ni l'or du soir qui tombe,
Ni les voiles au loin descendant vers Harfleur,
Et quand j'arriverai, je mettrai sur ta tombe
Un bouquet de houx vert et de bruyère en fleur.





Une tombe de Victor Hugo




Victor Hugo


sábado, marzo 17, 2018

Les Crucifiés


La foule tient pour vrai ce qu'invente la haine.
Sur tout grand homme un ver, le mensonge, se traîne.
Tout front ceint de rayons est d'épines mordu;
A la lèvre d'un dieu le fiel atroce est dû;
Tout astre a pour manteau les ténèbres infâmes.
Ecoutez. Phidias était marchand de femmes,
Socrate avait un vice auquel son nom resta,
Horace ami des boucs faisait frémir Vesta,
Caton jetait un nègre esclave à la lamproie,
Michel-Ange, amoureux de l'or, homme de proie,
Vivait sous le bâton des papes, lui Romain,
Et leur tendait le dos en leur tendant la main;
Dans l'oeil de Dante errant la cupidité brille;
Molière était un peu le mari de sa fille;
Voltaire était avare et Diderot vénal;
Devant le genre humain, orageux tribunal,
Pas un homme qu'on n'ait puni de son génie;
Pas un qu'on n'ait cloué sur une calomnie;
Pas un, des temps anciens comme de maintenant,
Qui sur le Golgotha de la gloire saignant,
Une auréole au front, ne pende à la croix vile;
Et les uns ont Caïphe et les autres Zoïle.






De Lee Woodward Zeigler.
(Il montre Hypatia, nu, étant attaqué par une foule)




Victor Hugo


Masters Of War


Come you masters of war
You that build all the guns
You that build the death planes
You that build all the bombs
You that hide behind walls
You that hide behind desks
I just want you to know
I can see through your masks

You that never done nothin'
But build to destroy
You play with my world
Like it's your little toy
You put a gun in my hand
And you hide from my eyes
And you turn and run farther
When the fast bullets fly

Like Judas of old
You lie and deceive
A world war can be won
You want me to believe
But I see through your eyes
And I see through your brain
Like I see through the water
That runs down my drain

You fasten all the triggers
For the others to fire
Then you set back and watch
When the death count gets higher
You hide in your mansion'
As young people's blood
Flows out of their bodies
And is buried in the mud

You've thrown the worst fear
That can ever be hurled
Fear to bring children
Into the world
For threatening my baby
Unborn and unnamed
You ain't worth the blood
That runs in your veins

How much do I know
To talk out of turn
You might say that I'm young
You might say I'm unlearned
But there's one thing I know
Though I'm younger than you
That even Jesus would never
Forgive what you do

Let me ask you one question
Is your money that good
Will it buy you forgiveness
Do you think that it could
I think you will find
When your death takes its toll
All the money you made
Will never buy back your soul

And I hope that you die
And your death'll come soon
I will follow your casket
In the pale afternoon
And I'll watch while you're lowered
Down to your deathbed
And I'll stand over your grave
'Til I'm sure that you're dead








Bob Dylan


miércoles, marzo 14, 2018

Blowin' In The Wind


How many roads must a man walk down
Before you can call him a man?
How many seas must a white dove sail
Before she sleeps in the sand?
Yes, how many times must the cannon balls fly
Before they're forever banned?
The answer my friend is blowin' in the wind
The answer is blowin' in the wind.

Yes, how many years can a mountain exist
Before it's washed to the sea?
Yes, how many years can some people exist
Before they're allowed to be free?
Yes, how many times can a man turn his head
Pretending he just doesn't see?
The answer my friend is blowin' in the wind
The answer is blowin' in the wind.

Yes, how many times must a man look up
Before he can really see the sky?
Yes, how many ears must one man have
Before he can hear people cry?
Yes, how many deaths will it take till he knows
That too many people have died?
The answer my friend is blowin' in the wind
The answer is blowin' in the wind.







Bob Dylan


martes, marzo 13, 2018

Adios


Adios
Adios
Adios to your afternoon
Tonight i will be forever following the colosseum moon
into a certain room
Adios
Adios
I am sorry for quickly jumping into the train
I waited but no one came
You just a little bit too late
The decision is mine
The decision is mine
So let the lesson be mine
Let the lesson be mine
The decision is mine
The decision is mine
Cause the vision is mine
The vision is mine
Adios
Adios
Adios to the little child in me
who kept on blaming everyone else
instead facing his own defeat in Edmonton
After All, why should have no regrets
For if it wasn't for the mistakes I made yesterday
where will I had been by now
The decision is mine
The decision is mine
So let the lesson be mine
Let the lesson be mine
The decision was hard
The decision was hard
Cause the vision is mine
The vision is mine
Lest the trees cease breathing
Lest all the bees cease breeding
And all the salts in the dead sea ferment to honey
Until then, I will be forever
Chasing it all till the very end
The decision is mine
So let the lesson be mine
Cause the vision is mine
The decision is mine
So let the lesson be mine
Cause the vision is mine







Benjamin Clementine


lunes, marzo 12, 2018

No es el tiempo el que corre...


No es el tiempo el que corre
somos nosotros quienes pasamos
iluminados por un lado o en sombras
ahogados o clamorosos.
Somos la referencia del tiempo
la irremediable certidumbre de destrucción
las ruinas por venir las contingencias
y la memoria que de pronto cesa
se expanden la ausencia el vacío
palpita el recuerdo entre los que nos miran morir
empiezan el despojo
las liturgias del luto
los vestigios devorados día a día por el olvido
las descomposiciones activas
                                                 el polvo
el pasaje desconocido hacia el enigma.






Juan Liscano


La Berceuse De L'Oignon


L'oignon c'est du givre
fermé et pauvre:
givre de tes jours

et de mes nuits.
Faim et oignon:
glace noire et givre
grand et rond.

Dans le berceau de la faim
était mon enfant.

Avec le sang de l'oignon
il s'allaitait.
Mais ton sang,
givré de sucre,
oignon et faim.

Une femme brune,
transformée en lune,
se répand fil à fil
sur ton berceau.
Ris, enfant,
parce que tu avales la lune
quand il le faut.

Alouette de ma maison,
ris beaucoup.
C'est ton rire dans les yeux
la lumière du monde.
Ris tellement
que dans l'âme, à t'entendre,
batte l'espace.

Ton rire me rend libre,
me donne des ailes.
M'enlève les solitudes
m'arrache la prison.
Bouche qui vole,
cœur qui sur tes lèvres
lance des éclairs.

C'est ton rire l'épée
la plus victorieuse.
Vainqueur des fleurs
et des alouettes.
Rival du soleil,
avenir de mes os
et de mon amour.

La chair battant des ailes,
la paupière subite,
et l'enfant comme jamais
coloré.
Combien de chardonnerets
s'élèvent un à un, battent des ailes,
depuis ton corps!

Je me suis réveillé d'être enfant.
Ne te réveille jamais.
Je porte la bouche triste.
Toi, ris toujours.
Toujours dans le berceau,
défendant le rire
plume à plume.

Être d'un vol si haut,
si étendu,
que ta chair semble
un ciel tamisé.
Si je pouvais
remonter a l'origine
de ta course!

Au huitième mois tu ris
avec cinq fleurs d'oranger.
Avec cinq minuscules
férocités.
Avec cinq dents
comme cinq jasmins
adolescents.

Frontières des baisers
elles seront demain,
quand dans la denture
tu sentiras une arme.
Tu sentiras un feu
courir des dents jusqu'en bas
cherchant le centre.

Vole enfant dans la double
lune des seins.
eux, tristes par l'oignon.
Toi, satisfait.
Ne t'écroule pas.
Ne sache pas ce qui se passe
ni ce qui arrive.





Une illustration de Miguel Tanco




Miguel Hernández

Traduction de Sara Solivella et Philippe Leigne

Vuelo


Sólo quien ama vuela. Pero ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar... Pero ¿quién ama? Volar... Pero ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otros como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

Triste instrumento alegre de vestir: apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de batirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. El cielo se eleva. El aire mueve.











Miguel Hernández


domingo, marzo 11, 2018

Tristes Guerras


Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.








Miguel Hernández


sábado, marzo 10, 2018

Galope Súbito


A veces cruza mi pecho dormido
una alada magnolia gimiendo,
con su aroma lascivo, una campana
tocando a fuego, a besos,
una soga llanera
que enlaza una cintura,
una roja invasión de hormigas blancas,
una venada oteando el paraíso
jadeante, alzado el cuello
hacia el éxtasis,
una falda de cámbulos,
un barco que da tumbos
por ebrio mar de noche y de cabellos
un suspiro, un pañuelo que delira
bordado con diez letras
y el laurel de la sangre,
un desbocado vendaval, un cielo
que ruge como un tigre,
el puñal de la estrella fugaz
que sólo dos desde un balcón han visto,
un sorbo delirante de vino besador,
una piedra de otro planeta silbando
como la leña verde cuando arde,
un penetrante río que busca locamente
su desenlace o desembocadura
donde nada la Bella Nadadora,
un raudal de manzana y roja miel,
el arañazo de la ortiga más dulce,
la sombra azul que baila en el mar de Ceilán,
tejiendo su delirio,
un clarín victorioso levantado hacia el alba,
la doble alondra del color del maíz
volando sobre un celeste infierno
y veo, dormido, un precipicio súbito
y volar o morir...

A veces cruza mi pecho dormido
una persona o viento,
un enjambre o relámpago,
un súbito galope:
es el amor que pasa en la grupa de un potro
y se hunde en el tiempo hacia el mar y la muerte.




Eduardo Carranza