Clou, mi hermano loco, desde que vi tanta luz brillar en tu mirada fija comprendí por qué te habían internado; te internaron, Clou, mi hermano loco, porque querías bailar con tu alma. Clou, mi hermano loco, me gritaste un día: ¡existe!
Y en ese momento no sabía exactamente lo que querías decir. Pero después de separarnos, en el camino de regreso vi tu ser en plena luz aparecer ante mí y comprendí que la percepción de un alma como la tuya sólo podría llevar a aquellos que alienan la materia a encerrarte por discrepancia. Clou, mi hermano loco, tú eres el mártir, el despreciado, el rechazado, el torturado, el alienado, el prisionero de un exceso del que sufren los pesados fantasmas del exterior: un exceso de gravedad.
Vincent Van Gogh: El Patio de la Prisión |
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