jueves, julio 10, 2014

El Dios Que Adora


Soy un dios en mi pueblo y mi valle
no porque me adoren sino porque yo lo hago,
porque me inclino ante quien me regala
unas granadillas o una sonrisa de su heredad.


O porque voy donde sus habitantes recios
a mendigar una moneda o una camisa y me la dan.


Porque vigilo el cielo con ojos de gavilán
y lo nombro en mis versos.


Porque soy solo.


Porque dormí siete meses en una mecedora
y cinco en las aceras de una ciudad.


Porque a la riqueza miro de perfil
mas no con odio.


Porque amo a quien ama.


Porque sé cultivar naranjos y vegetales aún en la canícula.

Porque tengo un compadre
a quien le bauticé todos los hijos y el matrimonio.


Porque no soy bueno de una manera conocida.


Porque no defendí al capital siendo abogado.


Porque amo los pájaros y la lluvia
y su intemperie que me lava el alma.


Porque nací en mayo.


Porque sé dar una trompada al hermano ladrón.


Porque mi madre me abandonó
cuando precisamente más la necesitaba.


Porque cuando estoy enfermo
voy al hospital de caridad.


Porque sobre todo respeto sólo al que lo hace conmigo,
al que trabaja cada día un pan amargo y solitario y disputado
como estos versos míos que le robo a la muerte.

  



Raúl Gómez Jattin


lunes, julio 07, 2014

Y Enseguida Anochece


Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y enseguida anochece.















Salvatore Quasimodo

Traducción de Carlo Frabetti


Inferno, I, 32


 The inferno, canto 32. Gustave Dore



Desde el crepúsculo del día hasta el crepúsculo de la noche, un leopardo, en los finales del siglo XII, veía unas tablas de madera, unos barrotes de hierro, hombres y mujeres cambiantes, un paredón y tal vez una canaleta de piedra con hojas secas. No sabía, no podía saber, que anhelaba amor y crueldad y el caliente placer de despedazar y el viento con olor a venado, pero algo en él se ahogaba y se revelaba y Dios le habló en un sueño: Vives y morirás en esta prisión, para que un hombre que yo sé te mire un número de veces y no te olvide y ponga tu figura y tu símbolo en un poema, que tiene su preciso lugar en la trama del universo. Padeces cautiverio, pero habrás dado una palabra al poema. Dios, en el sueño, iluminó la rudeza del animal y éste comprendió las razones y aceptó ese destino pero sólo hubo en él, cuando despertó, una oscura resignación, una valerosa ignorancia, porque la máquina del mundo es harto compleja para la simplicidad de una fiera.

Años después, Dante se moría en Ravena, tan injustificado y tan solo como cualquier otro hombre. En un sueño, Dios le declaró el secreto propósito de su vida y de su labor; Dante maravillado, supo al fin quién era y qué era y bendijo sus amarguras. La tradición refiere que, al despertar, sintió que había recibido y perdido una cosa infinita, algo que no podría recuperar, ni vislumbrar siquiera, porque la máquina del mundo es harto compleja para la simplicidad de los hombres.



Jorge Luis Borges




viernes, julio 04, 2014

Hecha Polvo

Tanto te amé ese día que la muerte
voló por la ciudad como mil soles,
abeja de mi duelo
en el definitivo verano que te llama.


Fui descubriendo un astro en tu desnudo
tras de mis pasos ciegos por tu sombra,
presente, ocio feroz, donde toda la sangre
al hombre exige lo que para el cielo es imposible.


El mundo, espejo de mi mano iba
como una joya opaca por tus ojos,
te miraba mirar rostros, reinos, memoria
súbita, nube que como una desdicha
pasa por la carne de donde me retiro
desterrado a la ajena imagen que te asalta.


Te fui quitando abrazos, conquistas, el peso
de una dinastía que ahora habita la noche.


Yo te hice habitar en las estrellas.


A ti, arrogancia, cuerpo impenetrable,
la pena de todos vencedora te ha penetrado.





http://ene-naturismo.org/revista/polvo-de-estrellas/





Jorge Gaitán Durán

miércoles, junio 25, 2014

Ella Se Lamenta


Me hubiera gustado ser varón
para poseerte
Para darnos trompadas en señal de ternura
y de fidelidad
Para ponerme las botas de capataz
y cabalgarte desnudo
Para amenazarle con un revólver
Pero yo
Una mujer
Una simple mujer
¿Qué puede hacer de memorable
en la prosecución de un amor?

Raúl Gómez Jattin



viernes, junio 20, 2014

Tania Mendoza Robledo


Mujer de una belleza de otra parte
tuviste que cruzar el océano
para encontrar el amor

Te nos fuiste Petulia casi para siempre
y casi ninguno de nosotros se dio cuenta
de lo ensimismados que estábamos
con nuestras anémicas vidas
para entender tu aventura de amor

Mujer con una carne oscura y silenciosa
Compañera
Ninguno de nosotros supo retenerte
Siempre estabas demasiado ausente
Desde entonces te nos estabas yendo

En el lugar del escenario una trágica creciente
como una luna
como una droga amorosa para el ojo
que la ve y no se sacia de ver tanta hermosura
ardiendo sobre unas miserables
tablas de roble apolillado
Tania Mendoza Robledo
Precoz trágica de los escenarios colombianos
Bruja
Moría en cada noche como la flor de la coraguala
y perfumaba de tristezas
a todo el que tuviera la dicha terrible
de contemplarla

Donde esté la imagino animando
algo casi modesto en apariencia
algo que casi no le importe a nadie.


Raúl Gómez Jattin







sábado, junio 07, 2014

Que Te Vas A Acordar Isabel



Que te vas a acordar Isabel
de la rayuela bajo el mamoncillo de tu patio
de las muñecas de trapo que eran nuestros hijos
de la baranda donde llegaban los barcos de La
Habana cargados de…
Cuando tenías los ojos dorados
como pluma de pavo real
y las faldas manchadas de mango
Qué va
tú no te acuerdas
En cambio yo no lo notaste hoy
no te han contado
Sigo tirándole piedrecillas al cielo
Buscando un lugar donde posar sin mucha fatiga
el pie
Haciendo y deshaciendo figuras en la piel de la
tierra
y mis hijos son de trapo y mis sueños de trapo
y sigo jugando a las muñecas bajo los reflectores
del escenario
Isabel ojos de pavo real
Ahora que tienes cinco hijos con el alcalde
y te paseas por el pueblo con un chofer endomingado
ahora que usas anteojos
cuando nos vemos me tiras un “qué hay de tu vida”
frío e impersonal
Como si yo tuviera de eso
Como si yo todavía usara eso















Raúl Gómez Jattin


sábado, mayo 31, 2014

Un jaque...


Un jaque
del que no salgo
desde hace días,
muchísimos días.

Un árbol
de un lado a otro
empujado por vientos
tan antiguos como el mundo.

Una voz
que no se decide
a expresar
su sonido único,
la desazón de tantos.

Tantos ciclos de melancolía
y la no lluvia no se agota
o tanto de eso otro
y la furia no se apaga.

¿Dónde se encuentra la extinción
de toda vida,
de todo instinto,
de todo impulso?

¿Acaso la nada
es asible con palabras,
el descanso
con pasiones?

¿podrán los pasos
desprenderse de sus huellas?

En fuga de todo
un espíritu busca
su disolución,
pero la nada
no es un lugar,
y hasta los dioses
la envidian.




Mauricio Alejandro Moreno


martes, abril 15, 2014

Tú que caminas...


Tú que caminas esta noche en la soledad de la calle, vas llena de besos que no has dado.
Del amor ignoras la escritura prodigiosa.

Aunque no me conoces, en mi cuerpo tiembla el mismo mar 

que en tus venas danza.

Recibe mis ojos milenarios, mi cuerpo repetido, el susurro de mi arena.



Rafael Cadenas


jueves, diciembre 26, 2013

Primogénito


Fue tu hogar
             mi cuerpo.
Percibiste
el laberinto de mi espíritu.

Como en un sueño

navegaste en mi mundo.

Distinguí tu latido

en mi oído interior
                        como pasos que se apresuraban hacia mí.
En una noche ahogada de lluvia
un silencio imprevisto me invadió.
Tu canto vital desapareció.

De tu temprana despedida

                          guardo
el hálito de tu eco
como un secreto.




Yolima Andrea Zuleta

jueves, diciembre 12, 2013

La Hora De Las Campanas


En otros mundos salen soles sin esfuerzo. En éste, su único sol se arrastra, cuando no se esconde, para iniciar la función que no tiene norte. Llegan temporadas de frío donde el mundo se ve a través de una ventana empañada. Es peligroso morir allí. Los buenos sueños acaso no vengan a recogerte sin un sol a su espalda. Pero qué tentador resulta abandonar un cuerpo congelado…



Sin embargo, es otra la hora de las campanas. Antes eran varias las horas, pero se redujeron a una sola para evitar el éxodo de los pájaros; los invade un frenesí extraño, luego del cual todo es un reguero de plumas. Hubo uno que se hizo imperturbable después de aquello. En el pequeño bosque, a orillas del lago, se ubica muy tranquilo, como si fuera un señor de esos que alimentan palomas, y no devuelve ni un saludo, ni un gesto siquiera, de tanto mirar sin mirar lo que parece el cielo a unos pasos del horizonte. Muchos, muchos de sus compañeros desaparecieron. 



A mí las campanas me recogen, me llevan con ellas en el mismo sitio donde reposo y por un momento todo se hace tan liviano que me nace la certeza de llevar este mundo en la palma de mi mano. Con ellas, hasta el sol se alegra. Una luz que no parece la suya se aposenta en las cosas y en los seres, y una risa que es volcán y no cascada, vibra en el suelo, en el aire. 



En otros mundos, tal vez todas las horas son de campanas. No tengo idea si en otros mundos extrañaría mi hora de campanas. Pero sin la reminiscencia de una ventana empañada, acaso todo resulte deslucido a mis ojos.



Mauricio Alejandro Moreno & Pabellón de Palabras & La Hora De Las Campanas



Mauricio Alejandro Moreno


domingo, diciembre 01, 2013

El Combate Poético


Tú me darás el arma, Poesía
para vencer al enemigo oculto,
para arrasar las fortalezas fatuas,
para escalar las torres de lo bello,
para extirpar las sierpes del planeta
instaurando el reinado del rocío.

Oh Poesía armada
clava tu alfanje de cristal y música
en el cuerpo del pulpo de la sombra,
da muerte al escorpión de la injusticia,
corta el pan de la luna para todos,
protege al nido, corazón del árbol,
a los seres vestidos de inocencia,
a las albas del mundo
y ciñe tu armadura transparente
para el combate diario con la noche.

No permitas que rueden las palabras
de peldaño en peldaño hasta el estiércol.
Haz huir a los cuervos emisarios
de fealdad, que mienten en tu nombre.

Tú me darás el arma, Poesía
para abolir el reino del Oscuro
y devolver al hombre el patrimonio
de la luz transformada
en amor a las cosas del planeta.

Jorge Carrera Andrade



martes, noviembre 19, 2013

Intentaron Sembrar En Mí El Odio


A la memoria de mi padre, Jesús Emilio Moreno.
 

Intentaron sembrar en mí el odio. Aún persisten en ello. No necesito recordar para sentir la ausencia de mi padre. Lo asesinaron en la sala de su casa, donde la puerta abierta a la calle, al mediodía, se entregaba a la última trama que él protagonizaría.

Otros, acaso los mismos, me asaltan con requisas, no sé qué buscan en mis genitales. Han venido a mi casa con sus gritos y patadas a la puerta. Dentro dan órdenes y se creen señores donde saben que no hay reyes. No en vano se han visto siervos a caballo y príncipes que anden como siervos sobre la tierra, ¿pero toda la tierra?

Construyen murallas a la esquina de mi casa y con toda clase de vallas quieren delimitar mi deseo. Hasta música componen los canallas. Míralos, míralos cómo se ocultan entre las líneas. ¿Los has visto? Te dicen que no puedes, que lo más a lo que se puede aspirar es a disfrutar el momento y te dicen cómo y dónde comprarlo. Que no puedes soñar con encontrar un sentido, que no puedes hacer nada para sanar el hambre o el dolor, y que las muertes de cada día son necesarias o inevitables. Maestros de la impotencia, todo lo pueden. He creído verlos, pero están por todos lados y en ninguno. Obedecen a corrientes que también siguen las nubes y que hacen estación en cada casa, no siempre por asalto, sutiles corrientes.

Hemos de emanciparnos, espero. Yo mismo me sacudo y todo el humo negro, toda la rabia, la disuelvo en luz o en vacío. Entre tanto las grandes estructuras siguen creciendo, atropellando. Intentan sembrar en mí el odio, persisten en ello.




Mauricio Alejandro Moreno & Pabellón de Palabras & Intentaron Sembrar En Mí El Odio




Invoco al granizo, ya viene. Lo percibo en el aire.







Mauricio Alejandro Moreno



lunes, octubre 28, 2013

Así Haber Amado


Si encuentras a una mujer que por dentro guarda el misterio de las cosas, ámala
como si sólo para amarla hubieras nacido,
como si nada, ni tu vida, importara más que amarla.
Si vas a la guerra, no puedes morir porque tu obligación es regresar
a seguir amándola.
Podrás amar a otras mujeres,
podrás amar al trabajo, que tanto suele amarse,
podrás amar a la poesía o a la música.
Pero tu oficio verdadero es amar mansamente a la que se pasea por tu
corazón
y entonces tú lo arreglas para ella como a un salón de fiestas.
Si te ofrecen un reino, antes de aceptar piensa cuánto dejarías de amarla
por estar cuidándolo.
Al final de los tiempos se te juzgará según hayas amado a esa mujer
que tiene tu corazón en sus manos
y lo pulsa y le saca dulces ondas,
la que de tu corazón hace un arpa de oro y nácar.
Escucha el nombre de esa mujer
en las notas del tenor y de la soprano, en las repeticiones del coro y en
los acordes del órgano de la catedral.
Quizá los hombres vayan por el mundo dando gritos de dolor,
enturbiando cuanto dicen con gritos de dolor,
pero si dicen su nombre deberás oírlo como si fuera un canto.
Si amas a una mujer que por dentro guarda el misterio de las cosas,
ámala
sin esperar nada a cambio.
Si desfalleces de hambre y a cambio de ese amor te ofrecen montañas de
oro
continúa mendigando.
Cuando ella, inevitablemente, se marche,
tu recompensa será, por esa única vez,
así haber amado.





José Libardo Porras




jueves, octubre 24, 2013

Retrato De Mi Amada


Mi amada no espera de mí que gane dinero y trepe.
Ella prefiere esa otra forma de ascensión
que es como subir a las terrazas de la infancia, como hundirse en un
          sueño.


Mi amada es un arca de maderas resinosas en la que me he embarcado
          con los animales mansos y bravíos de mi sangre,
con mis pertenencias.


Como un cuervo he volado fuera de ella, pero no he hallado donde
          posarme;
como una paloma he volado fuera de ella, pero no he hallado donde
          posarme.


Un granero embrujado es mi amada: cuanto más devoro su trigo
          magnífico más crece mi hambre y el grano más se multiplica;
su cuerpo siempre incendiado me entrega una música inaudible: en su
          silencio, como en los rieles, escucho al tren que nunca llega.


Donde posa su mano se abre una herida de dolor dulce y lento, brota el
          agua, florece un canto.
Sal y azúcar, mi amada; comunión y ruptura.
Es cal y es arena.


Abro muy bien los ojos: me gusta verla por fuera.
Verla por dentro lo dejo para cuando no estamos juntos
o para cuando estoy dormido.







José Libardo Porras