jueves, julio 14, 2016

In Memoriam


A Soto Borda
† 1919


¡Oh, si pudiera, noble camarada,
darte de mi jardín rosas hermosas
y olorosas!… Pero ¡ay! Si ya mis rosas
me las comí hace tiempo en ensalada.

¿De qué vale hoy regar tumba regada?…
Tu madrecita, en tardes dolorosas,
te pondrá —como frescas mariposas—
lo que no ha de poner mi carcajada…

Sin embargo, donoso compañero,
casi me duele el corazón… Y quiero
recordar aquel rancio ventorrillo,

donde te conocí vencido y fuerte,
y donde me dijiste al conocerte:
—Sirve un trago y me das un cigarrillo.







Luis Carlos López



miércoles, julio 13, 2016

La Casa Que Me Habita


Aquí golpeaba airadamente el padre sobre la mesa

causando un temblor de cristales, una zozobra en la sopa



Piedad Bonnett







A veces siento desaparecer el límite
que separa mi cuerpo de la casa.
Entonces me convierto en un mueble más,
en un fardo inmóvil que acumula polvo,
en materia inerte que recuerda a los antepasados:

A la abuela con sus cigarrillos
tantas veces prohibidos por el médico,
a la tía siempre sola,
al abuelo que se convirtió en leyenda,
al que nunca conocimos con su faz de dios terrible
golpeando con su puño el centro de la mesa
o al bohemio tío en su borrachera eterna
escuchando en un tango el resumen de su vida.


Pero siempre hay algo que respira,
algo que se inflama con el fuego de la lengua
que lamió por vez primera nuestra piel
y que ahora sangra como una herida,
algo que regresa como la mañana al sol
e ilumina las estancias donde los recuerdos danzan
y nos hace huir a los aromas de jabones infantiles,
a las antiguas escenas de deseo
que retornan a los ojos como mil castigos.
Es entonces cuando salgo
y me confundo con los transeúntes,
quienes como yo
fingen caminar desprevenidos por las calles
y llevar sus cuerpos a las oficinas o a los parques,
ignorando que aquellas paredes
que aprisionan su alma
son ya parte de la casa donde habitan.

Cada hombre es una casa que camina.









Camilo Restrepo Monsalve




Clitemnestra



Agamenón
no hagas de mí una mala mujer

EURÍPIDES






Estaba hilando la lana que yo misma
le había preparado con todo mi cuidado
y conversaba alegre entre las amigas
cuando tu carta —Agamenón— anunció
algo que trastornó el rostro de la joven
princesa nuestra hija Ifigenia la atrida
Casarla con Aquiles le proponías por escrito
y nos pusimos tan contentas las dos
No importa que Artemisa la hubiera llevado
—rescatándola de la muerte que tú
su padre le ofrecías escondida en la promesa
de matrimonio— a Táuride como sacerdotisa
Lo que importan son tus intenciones de crimen
Y lo que importa ahora —perro— es que estés
pudriéndote allá en la llanura desolada
y tu cadáver fétido sea devorado por los buitres



Clitemnestra y Egisto a punto de matar a Agamenón.
Pintura de Pierre Narcisse Guérin. Museo del Louvre.






Raúl Gómez Jattin


martes, julio 12, 2016

Balada De Lo Que No Vuelve


Venía hacia mí por la sonrisa
Por el camino de su gracia
Y cambiaba las horas del día
El cielo de la noche se convertía en el cielo del amanecer
El mar era un árbol frondoso lleno de pájaros
Las flores daban campanadas de alegría
Y mi corazón se ponía a perfumar enloquecido

Van andando los días a lo largo del año
¿En dónde estás?
Me crece la mirada
Se me alargan las manos
En vano la soledad abre sus puertas
Y el silencio se llena de tus pasos de antaño
Me crece el corazón
Se me alargan los ojos
Y quisiera pedir otros ojos
Para ponerlos allí donde terminan los míos
¿En dónde estás ahora?
¿Qué sitio del mundo se está haciendo tibio con tu presencia?
Me crece el corazón como una esponja
O como esos corales que van a formar islas
Es inútil mirar los astros
O interrogar las piedras encanecidas
Es inútil mirar ese árbol que te dijo adiós el último
Y te saludará el primero a tu regreso
Eres sustancia de lejanía
Y no hay remedio
Andan los días en tu busca
A qué seguir por todas partes la huella de sus pasos
El tiempo canta dulcemente
Y si mis ojos os dicen
Cuánta vida he vivido y cuánta muerte he muerto
Ellos podrían también deciros
Cuánta vida he muerto y cuánta muerte he vivido

¡Oh mis fantasmas! ¡Oh mis queridos espectros!
La noche ha dejado noche en mis cabellos
¿En dónde estuve? ¿Por dónde he andado?
¿Pero era ausencia aquélla o era mayor presencia?

Cuando las piedras oyen mi paso
Sienten una ternura que les ensancha el alma
Se hacen señas furtivas y hablan bajo:
Allí se acerca el buen amigo
El hombre de las distancias
Que viene fatigado de tanta muerte al hombro
De tanta vida en el pecho
Y busca donde pasar la noche

Heme aquí ante vuestros limpios ojos
Heme aquí vestido de lejanías
Atrás quedaron los negros nubarrones
Los años de tinieblas en el antro olvidado
Traigo un alma lavada por el fuego
Vosotros me llamáis sin saber a quién llamáis
Traigo un cristal sin sombra un corazón que no decae
La imagen de la nada y un rostro que sonríe
Traigo un amor muy parecido al universo
La Poesía me despejó el camino
Ya no hay banalidades en mi vida
¿Quién guió mis pasos de modo tan certero?

Mis ojos dicen a aquellos que cayeron
Disparad contra mí vuestros dardos
Vengad en mí vuestras angustias
Vengad en mí vuestros fracasos
Yo soy invulnerable
He tomado mi sitio en el cielo como el silencio

Los siglos de la tierra me caen en los brazos
Yo soy amigos el viajero sin fin
Las alas de la enorme aventura
Batían entre inviernos y veranos
Mirad cómo suben estrellas en mi alma
Desde que he expulsado las serpientes del tiempo oscurecido

¿Cómo podremos entendernos?
Heme aquí de regreso de donde no se vuelve
Compasión de las olas y piedad de los astros
¡Cuánto tiempo perdido! Este es el hombre de las lejanías
El que daba vuelta las páginas de los muertos
Sin tiempo sin espacio sin corazón sin sangre
El que andaba de un lado para otro
Desesperado y solo en las tinieblas
Solo en el vacío
Como un perro que ladra hacia el fondo de un abismo

¡Oh vosotros! ¡Oh mis buenos amigos!
Los que habéis tocado mis manos
¿Qué habéis tocado?
Y vosotros que habéis escuchado mi voz
¿Qué habéis escuchado?
Y los que habéis contemplado mis ojos
¿Qué habéis contemplado?

Lo he perdido todo y todo lo he ganado
Y ni siquiera pido
La parte de la vida que me corresponde
Ni montañas de fuego ni mares cultivados
Es tanto más lo que he ganado que lo que he perdido
Así es el viaje al fin del mundo
Y ésta es la corona de sangre de la gran experiencia
La corona regalo de mi estrella
¿En dónde estuve en dónde estoy?

Los árboles lloran un pájaro canta inconsolable
Decid ¿quién es el muerto?
El viento me solloza
¡Qué inquietudes me has dado!
Algunas flores exclaman
¿Estás vivo aún?
¿Quién es el muerto entonces?
Las aguas gimen tristemente
¿Quién ha muerto en estas tierras?
Ahora sé lo que soy y lo que era
Conozco la distancia que va del hombre a la verdad
Conozco la palabra que aman los muertos
Este es el que ha llorado el mundo el que ha llorado resplandores

Las lágrimas se hinchan se dilatan
Y empiezan a girar sobre su eje
Heme aquí ante vosotros
Cómo podremos entendernos Cómo saber lo que decimos
Hay tantos muertos que me llaman
Allí donde la tierra pierde su ruido
Allí donde me esperan mis queridos fantasmas
Mis queridos espectros
Mirad me os amo tanto pero soy extranjero
¿Quién salió de su tierra
Sin saber el hondor de su aventura?
Al desplegar las alas
El mismo no sabía qué vuelo era su vuelo

Vuestro tiempo y vuestro espacio
No son mi espacio ni mi tiempo
¿Quién es el extranjero? ¿Reconocéis su andar?
Es el que vuelve con un sabor de eternidad en la garganta
Con un olor de olvido en los cabellos
Con un sonar de venas misteriosas
Es este que está llorando el universo
Que sobrepasó la muerte y el rumor de la selva secreta
Soy impalpable ahora como ciertas semillas
Que el viento mismo que las lleva no las siente
Oh Poesía nuestro reino empieza

Este es aquel que durmió muchas veces
Allí donde hay que estar alerta
Donde las rocas prohíben la palabra
Allí donde se confunde la muerte con el canto del mar
Ahora vengo a saber que fui a buscar las llaves
He aquí las llaves
¿Quién las había perdido?
¿Cuánto tiempo ha que se perdieron?
Nadie encontró las llaves perdidas en el tiempo y en las brumas
¡Cuántos siglos perdidas!

Al fondo de las tumbas
Al fondo de los mares
Al fondo del murmullo de los vientos
Al fondo del silencio
He aquí los signos
¡Cuánto tiempo olvidados!
Pero entonces amigo ¿qué vas a decirnos?
¿Quién ha de comprenderte? ¿De dónde vienes?
¿En dónde estabas? ¿En qué alturas en qué profundidades?
Andaba por la Historia del brazo con la muerte
Oh hermano nada voy a decirte
Cuando hayas tocado lo que nadie puede tocar
Más que el árbol te gustará callar








Vicente Huidobro



viernes, julio 08, 2016

Cantar XLV (Con Usura)


Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra
Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó "La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura. 







Ezra PoundVersión de Javier Calvo




martes, julio 05, 2016

Prometeo


Yo no me voy, amor.
A qué dejar tu cuerpo
Flotando abandonado en su círculo de sueños, 
                                                              Desnudo,
Laguna sin bordes que corta toda
                                                               retirada.


El reino de tu piel contra la noche
Perdiendo mis fuerzas de amante
                                                               que se escapa
Me detiene.

Yo no me voy. Nada gano.
No puedo poner un pie fuera de ti
—mujer que me tomas al vuelo cada ansia—
Porque me escondes en tus piernas
                                               la camisa del viaje
y me dices ardiente:
“Vete de mí, pero me voy contigo”.

Y he aquí que estoy
                                              Anudado a tu fuego,
Inventándome fugas a tus alrededores,
Fiel                                                                       (pese a mis alas)
al rojo de la hoguera.




Miguel Iriarte


viernes, julio 01, 2016

Pienso que en este momento...


Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.

Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.

Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.





Roberto Juarroz

jueves, junio 30, 2016

Semana Santa De Mi Boca


Sólo queda tu ausencia repetida.
Es eso todo lo que tengo.
Tú que desapareces, que te esfumas
En la ráfaga alisia que estremece mis ramas.
Aire que nada dice.
Brisa del río que viene siempre ahogada.

Cada vez que te pierdes de mí
Más cercana del centro de mis sueños yo te encuentro
Más hundida en el pozo rojo de mi sangre
Más lejana de mis manos
Que quisieran tocarte.

Por eso sueño.
Para ordenar la defectuosa realidad
De no tenerte
Para recomponerle a Dios
Los terribles descuidos de su oficio.
Para llegar a ti primero que la muerte
Película de tiempo
Sobre la piel lustrosa de la noche.

Parejas intocables somos
frente a un telón abierto
Desde donde nos miran los duendes del deseo
Asomados distantes al mar antiguo de Taganga
Desde el claro mirador de las alturas
Desde el ojo de un pez que nos ve allí
Puestos los dos para un hambre anterior a toda sed.
Y sin embargo ausentes
En la extraña ceremonia del olvido.

Pintura viva de este mar
Para el consumo de mis ojos del alma
Con los mismos que te miro
Siempre que quiero verte y no te veo.
Espejo desierto de una sal que arde
Paisaje en el que navegan mis adentros.

Podrás, ahora que ya sabes de mi andar
En el feliz dolor de la poesía
Que voy en vuelo fácil de la nada del sueño
a mis silencios y viceversa.
Podrás, repito,
Entender por fin que un amor por más callado
No tiene que ser menor amor.

Déjate hallar,
Perdida medicina de mi ahogo
Déjame ponerte las manos encima
Virgen gemela
Idéntica deidad a la que van mis rezos dirigidos
Dulce moreno de trópico de almíbar
Miel de ciruelas
Para la semana santa de mi boca.





Miguel Iriarte


Balada Para Un Pistolero Pop


Pabellón de Palabras & Mario Rivero & Balada Para Un Pistolero Pop



Erase una vez un fuera–de–la–ley

que protagonizó una crónica heroica de persecución y de huida

perseguido por la policía federal estatal y municipal
de todo el sudoeste de los Estados Unidos.

Clyde Barrow pues de él se trata
y la muchacha Bonnie Parker eran amantes.
Juntos formaron la pandilla Barrow
robaban autos y mataban gente
en la forma más peliculesca posible.

Y apareció su nombre en unos carteles
“En busca y captura muerto o vivo”.

Pero Clyde no nació como dicen con el gatillo en la mano
ni con la “O” de Oeste en la frente grabada
había trabajado en el campo hasta que vino a Dallas en 1922. 

Lo que sí es que se metió en dificultades
desde el principio
tenía 16 años cuando comenzó
y le gustaba asistir a esos melodramas
de balazo y jinete
así es que según parece echó a correr
mucho antes de haberse ganado un auténtico perseguidor 
como que el destino que dio a su primer auto
un auto veloz
fue pisar a fondo el acelerador
y hacerse perseguir por la policía.

Sabía pues Clyde conducir como un diablo
y los días eran de sueño y las noches de huida
y Bonnie con un corazón más grande que el edificio del Empire
estaba siempre con él 
como lo estuvo hasta el fin
aquella mañana de mayo cerca de Arcadia Luisiana.

Clyde y Bonnie o “los sanguinarios Barrow”
como los llamaban los diarios
iban a huir constantemente durante el resto de sus vidas
en un éxodo que alcanzó los límites de lo inverosímil
y huyeron a pie y huyeron en coche
y una vez a lomo de mula
los policías y la prensa pedían su sangre
porque ellos eran culpables de crímenes
pero en general eran inocentes
con una especie de insensatez inocente
dado que nunca se propusieron matar
y que sin embargo tantas veces lo hicieron.

Clyde y Bonnie los pistoleros enamorados
crearon un mito de victoria y violencia
y por entonces llegó a ser un hábito
reconocer a Clyde Barrow
como el ombligo de todos los delitos que se cometieran en Texas
y que significaran “pasta grande”
y siempre figuraba a su lado
una muchacha rubia que lo esperaba en un auto.

Equivocada o no pues Bonnie Parker
era la muchacha más bonita y valiente
que haya pisado este mundo feo
Si se desperdició en un “perro de mala ralea”
si hasta el último minuto ella creyó que se trataba de una boda con él
y si se entretenía contando a su madre
lo que le constaba
acerca de muchas tumbas y sus residentes
es porque qué importancia podría tener
un robo de más o un asesinato de menos
en el paisaje andrajoso de La Depresión
en donde el crimen era la única aventura posible.

Pero no hay que tratar de hacer de Bonnie Parker un ángel
no podría hacerse pese a matices melancólicos
ya que existe una fotografía de Bonnie de aquel verano
fumando cigarros puros
y Clyde con sombrero de fieltro de ala blanda
Bonnie y Clyde y sus compañeros de crimen
en plena gloria de su misión facinerosa
exhibiendo sus grandes revólveres
su desafío a la ley
y sus trajes de fantasía…

El último acto de Clyde fue cambiar la marcha para huir
y estirar la mano en busca de su pistola
pero esas cosas las hacía porque Clyde que era de un coraje borracho
no sabía que ya estaba muerto
y que “la ley” había vencido.

Dispararon sobre él y Bonnie el plomo suficiente
para matar cincuenta vivos
la policía no desperdicia esas oportunidades suntuosas
y los agentes corrían hacia su presa sin dejar de disparar
en una operación de estricta justicia.

Cualquier parecido con personas vivas o muertas
es simple coincidencia
a semejanza de cierto productor cinematográfico.

The end.


(Arthur Penn cuyo arte discernió la seducción
sicológica que trascendería
de aquel ambiente de los años treinta
tuvo la bondad de contarnos que existen
seres humanos con el seso recalentado
pero no “El Monstruo” –lo que es una figura platónica–
Y así a pesar de lo que siempre
hemos sabido de los malos –que acaban mal
y que su lugar no es el cielo–
hay una parte de nosotros que quiso creer
en la minúscula posibilidad
de que se saliesen con la suya).




Mario Rivero



domingo, junio 26, 2016

El Tac-Tac De La Chancleta Izquierda


En ese limo se hunden mis ojos 

Maiakovski

Ponerlo a la mesa, mostrarlo a los amigos
Alberto Rodríguez Tosca




Cuando mi madre arrastra su pierna
yo no me compadezco como el vecino
que cumple con su deber de buen ciudadano:
el dolor se encharca
y el alma se cubre de limo.

Cuando en la oscuridad del corredor imaginario
mi madre camina, y mientras avanza
retumba el tac-tac…de su chancleta izquierda
yo no me compadezco como el buen samaritano:
por mis conductos fluye un río de fuego
y las paredes se estremecen revolviendo el ácido
que se concentra en las articulaciones.

Mi madre arrastra junto a su pierna
el Alzheimer de mi abuela
y yo no me compadezco como el espectador que se reconforta
ante el show de la podredumbre ajena:
mi dolor es el dolor de César Vallejo:
hoy no sufro solamente.

Mi madre arrastra junto a su pierna
la tragedia de mi padre, la alegría estúpida de los enemigos,
la indolencia, el marabú…
y yo no me compadezco como un simple compañero:
rabia la sangre y de un manotazo
tiro las miserias.

Sin embargo, no siempre fue mi madre
la angustia que hoy se me atraganta.
Hubo un tiempo de epifanía inmarcesible:
un aire fresco y saludable que inundaba la casa,
un instante en que se creía en el amor como en casi todo,
y era mi madre la línea parpadeante,
la dulce ingenua idea de que nada se iba a acabar.

Trato de conformarme
pero la conformidad es un cuchillo de doble filo.
Trato de aceptar, y aunque sé que la vida
siempre abre una puerta
poner la cabeza donde va el corazón
es el hermoso traje de la sabiduría
que ahora no me sirve.

Si mi madre es el dolor permanente, también pudiera ser
el único alivio a ese dolor.
Veo a mi madre infatigable, dura como el quiebra hacha,
acomodando al Abadón de su cervical
con la misma humildad con que una vara en tierra resiste un ciclón.
Cuando está a punto de decir basta hasta aquí ya me cansé
el gesto se suaviza , cobra su rostro la dulzura habitual
y convierte al Alzheimer en un niño pulcro y oloroso.
Veo a mi madre arrancando los coágulos que se pegan
a las hojas del mar pacífico.
La veo con los zapatos gastados, las manos limpias
mientras camina por el sendero de la Gran Marcha
y sostiene el peso de un ideal
como quien soporta en sus brazos
una pila de caña quemada.
La veo sacrificarse (si es preciso, dejaría de existir)
para que su hijo vanidoso escriba versos
que probablemente no cambien nada
ni a nadie.

Cuando mi madre arrastra su pierna
yo me pregunto:
De qué material están hechos los seres
que arrastran el dolor
con la misma paciencia
con que ofrecen la vida.






Israel Domínguez Pérez



viernes, junio 24, 2016

Oficio


Como un sabueso
me dispongo
para descubrir
nuevos parajes
en los libros.
El instinto
consigue retener
breves palabras
que escritas a mi modo
oculto
bajo las arenas
del lenguaje.






Walther Espinal


Arde En Letras El Rayo De La Voz


En el crepitar de antorcha del mito
Bramo resoplo me desboco

Muerdo la aurora me desgarra tu grito
Arde en letras el rayo de la voz

Incuba la palabra su estertor primero
Sangra el nombre su leyenda

Tu nacimiento
Palabra
Es una joya del milagro
Entrelazada a un rocío de eternidad









Jairo Guzmán Sossa



miércoles, junio 22, 2016

Oh, Noche


Oh, noche
Mi mal es ir a tientas con alma enardecida
ciego sin lazarillo bajo el azul de enero;
mi pena estar a solas errante en el sendero;
y el peor de mis daños, no comprender la vida.

Mi mal es ir a ciegas, a solas con mi historia,
hallarme aquí sintiendo la luz que me tortura
y que este corazón es brasa transitoria
que arde en la noche pura.

Y venir sin saberlo, tal vez de algún oriente
que el alma en su ceguera vio como un espejismo,
y en ansias de la cumbre que dora un sol fulgente
ir con fatales pasos hacia el fatal abismo.

Con todo, hubiera sido quizás un noble empeño
el exaltar mi espíritu bajo la tarde ustoria
como un perfume santo…
¡Pero si el corazón es brasa transitoria!

Y sin embargo, siento como un perenne ardor
que en el combate estéril mi juventud inmola…
(¡Oh noche del camino, vasta y sola,
en medio de la muerte y del amor!)





Porfirio Barba Jacob

martes, junio 21, 2016

Hacia Donde El Agua Empuja


La sensación, hijo.
La sensación de los días y las noches.


Vuelvo como una piedra que respira bajo el agua,
en los ojos de la lechuza
que traza sus nocturnidades por el Parque de la Libertad.

Y ya mi sangre es otra sangre
y mi recipiente avanza 
en los extraños cuerpos de un mar del norte.
Pero de qué me sirve volver
si ya no puedo acariciar el cabello blanco de tu madre.

Es verdad que los muertos llevan la luz
que los hombres esconden por temor,
lo que realmente se pierde
es sólo memoria de la familia.
Yo en cambio deseo regresar,
pues aunque esta paz
es inalcanzable en el reino de los vivos,
no hay nada como un trago de café,
los acordes del laúd
y mi décima irrumpiendo en el eco de otro canto.

Hubiera querido volver
sin que ninguna señal de la ciudad
entorpeciera el recorrido de mi viaje.
De qué vale un buen comportamiento
si cuando cierras los ojos
nadie te acompaña.

Ve, hijo.
Sin que te detenga el llanto de los tuyos.
Ve hacia donde el agua empuja
sus infinitos manantiales





Israel Domínguez Pérez 




fatigada de anhelar para mi especie...


fatigada de anhelar para mi especie el milagro de la supervivencia y bienestar estilizados
no emprendí lucha, como otras hembras, para el orgasmo simulado o para el heredado espejismo conyugal

fui, eso sí, una mujer urbana, de postre a la cama y media suelta a la lengua, agudo filo en el diente, angustia inflada en la barriga y con sonrisa terriblemente abierta

la inconsciencia del arrojo hacia tu cuerpo-falo:
el error teórico-práctico que pagaré con creces
antes que las palabras me persigan
todavía antes que suceda el segundo para enunciarlas.


Fausto Esparza, “Reina de espadas”, óleo sobre papel, 24 x 35 cm, 2015.

Marlene Zertuche