Yo tengo detrás del cielo un cielo para regresar, pero
continúo puliendo el metal de este lugar, y vivo
una hora que percibe lo invisible. Sé que el tiempo
no será dos veces mi aliado, y sé que saldré de
mi bandera cual pájaro que no se posa en ningún árbol del jardín.
Saldré de toda mi piel, y de mi lengua
descenderán algunas palabras sobre el amor por
la poesía de Lorca que habitará en mi alcoba
y verá lo que yo he visto de la luna beduina. Saldré del
almendro como algodón sobre la espuma del mar. El extranjero ha pasado
portando setecientos años de caballos. Ha pasado por aquí el extranjero
para que el extranjero pase por allí. Saldré dentro de poco
de los pliegues de mi tiempo como extranjero de Damasco y de Andalucía.
Esta tierra no es mi cielo pero esta tarde es mía,
las llaves me pertenecen, y los alminares y las lámparas, y yo
también me pertenezco. Soy el Adán de los dos paraísos, dos veces perdidos.
Cazadme despacio
y matadme deprisa
bajo mi olivar
con Lorca.