domingo, febrero 11, 2018

J'Ai Le Cœur En Trop


Ce jour, je suis sans savoir, je ne sais pas comment,
ce jour je suis pour les peines seulement,
ce jour je n'ai pas l'amitié,
ce jour je n'ai que le désir
de m'arracher le cœur à la racine
et de le mettre sous un soulier.

Ce jour, reverdit cette épine desséchée,
ce jour est le jour des pleurs de mon règne,
ce jour se décharge dans ma poitrine le désespoir,
plomb désespéré.

Je ne supporte pas mon étoile.
Et je me cherche la mort à travers les mains
regardant les couteaux avec tendresse,
et je me souviens de cette hache camarade,
et je songe aux plus hauts clochers
pour y plonger d'un saut mortel sereinement.

Si ce n'était... pourquoi?... je ne sais pas pourquoi,
mon cœur écrirait une dernière lettre,
une lettre que je porte là-dedans,
je ferais un encrier de mon cœur,
une fontaine de syllabes, d'adieux et de cadeaux,
et fais sans moi, au monde je dirais.

Je suis né sous une mauvaise lune.
J'ai la peine d'une seule peine
qui vaut plus que toute la joie.

Un amour m'a laissé les bras ballants
et je ne peux pas les tendre plus loin.
Ne voyez-vous pas ma bouche si désabusée,
combien révoltés sont mes yeux?

Plus je me contemple, plus je m'afflige:
trancher cette douleur... avec quels ciseaux?

Hier, demain, aujourd'hui
souffrant pour tout
mon cœur, aquarium mélancolique,
prison de rossignols moribonds.
J'ai le cœur en trop.

Ce jour décoeurez-moi,
moi, le mieux encoeuré de tous les hommes,
et, pour cette raison, aussi le plus amer.
Je ne sais pas pourquoi, je ne sais ni pourquoi ni comment
je me pardonne la vie chaque jour.




Miguel Hernández & Pabellón de Palabras & J'Ai Le Cœur En Trop








Miguel Hernández

Traduction de Sara Solivella et Philippe Leigne



sábado, febrero 10, 2018

Moi, je ne veux pas d'autre lumière...


Moi, je ne veux pas d'autre lumière que ton corps devant le mien:
clarté absolue, ronde transparence.
Limpidité dont les entrailles, comme le lit de la rivière,
avec le temps s'affirme, avec le sang se creuse.

Quelles matières lumineuses et durables t'ont créé,
cœur d'aurore, incarnat du matin?
Moi, je ne veux pas d'autre jour que celui qu'exhale ta poitrine.
Ton sang est le jour qui jamais ne se termine.

Il n'est d'autre lumière que ton corps, ni d'autre soleil: le rest est crépuscule.
Moi, je ne vois les choses avec d'autre lumière que celle de ton front.
L'autre lumière n'est que fantôme, rien de plus, de ton pas.
Ton insondable regard ne tourne jamais au couchant.

Clarté sans possible déclin. Suprême essence
de l'éclair qui ne cède ni n'abandonne le sommet.
Jeunesse. Limpidité. Clarté. Transparence
approchant les astres de feu les plus lointains.
Corps clair et brun de chaleur fécondante.
Herbe noire l'origine; herbe noire les tempes.
Je me gorge des yeux noirs, du regard distant.
Jour bleu. Nuit claire. Ombre claire qui viens.

Moi, je ne veux d'autre lumière que ton ombre dorée
d'où jaillissent des anneaux d'une herbe sombre.
Dans mon sang, fidèlement brûlé par ton corps,
pour toujours c'est la nuit: à jamais c'est le jour.




Miguel Hernández & Pabellón de Palabras & Moi, je ne veux pas d'autre lumière...






Miguel Hernández

Traduction de Sara Solivella et Philippe Leigne






The Little Vagabond


Dear Mother, dear Mother, the Church is cold,
But the Ale-house is healthy & pleasant & warm;
Besides I can tell where I am use'd well,
Such usage in heaven will never do well.

But if at the Church they would give us some Ale.
And a pleasant fire, our souls to regale;
We'd sing and we'd pray, all the live-long day;
Nor ever once wish from the Church to stray,

Then the Parson might preach & drink & sing.
And we'd be as happy as birds in the spring:
And modest dame Lurch, who is always at Church,
Would not have bandy children nor fasting nor birch.

And God like a father rejoicing to see,
His children as pleasant and happy as he:
Would have no more quarrel with the Devil or the Barrel
But kiss him & give him both drink and apparel.





Desocupados, de Antonio Berni






William Blake




Debate Del Cuerpo


Lamento que entre tumbas se consume
como época de sombra en una desatada tempestad,
mi corazón esparce su evidencia,
su dura flor de roca desolada
y al desbordarse forma
un cálido latir sobre la piel;
golpean más allá del cuerpo sus defendidos límites
prolongando su extrema vigilancia
contra un mundo al fin eco de mi sueño.

En ceniza y olvido ha de morir,
mas hoy insiste aquí como quien baña
con un lenguaje mudo sus palabras,
surgido de una voz que interminable se repite
acaso en sombra madurando,
a través de su luz dormida sobre los sentidos
para crear un mundo de armonía,
como un deshecho aliento que retoma a su origen
y vuelve a ser imagen de su fuente.

Y soy yo mismo su violento impulso
al anegarme entre mi propia carne,
viviendo en ella defendido,
cómplice de mi ser que contra el tiempo me levanta
con su voraz sentir la vida dentro,
y me abandona a cóleras y miedos,
me hunde en témpanos de espadas,
cuando al mover sus aguas con mis labios,
en lucha contra mi recuerdo,
frente a formas ajenas a mi imagen,
como un abismo ya sin nada cercano al corazón,
en ella me refugio, convencido
de que existo en la vida de mi piel,
habitando el sepulcro de mi cuerpo.

Aquí me encuentro oscuro e incorpóreo,
sin un viento que cambie mi identidad continua,
y luego me someto a su olvidado duelo
de lágrimas calladas,
como nace un olvido de otro olvido
y una roca es igual a su dureza.

Habito mi probable noche, mi laurel de adversario
sobre la arena trémulo abatido,
y viajo por mi cuerpo
en testimonio de que no existe un espejo
o simple fuente contra mí rebelde,
porque soy mi enemigo sentenciado,
mi propia víctima, la orilla
saciada entre sus límites, en un constante incesto
o presagio de mar que no requiere playa.







Alí Chumacero


Amor Es Mar


Llegas, amor, cuando la vida ya nada me ofrecía
sino un duro sabor de lenta consunción
y un saberse dolor desamparado,
casi ceniza de tinieblas;
llega tu voz a destrozar la noche
y asciendes por mi cuerpo
como el cálido pulso hacia el latir postrero
de quien a solas sabe
que un abismo de duelo lo sostiene.

Nada había sin ti,
ni un sueño transformado en vida,
ni la certeza que nos precipita
hasta el total saberse consumido;
sólo un pavor entre mi noche
levantando su voz de precipicio;
era una sombra que se destrozaba,
incierta en húmedas tinieblas
y engañosas palabras destruidas,
trocadas en blasfemias que a los ojos
ni luz ni sombra daban:
era el temor a ser sólo una lágrima.

Mas el mundo renace al encontrarte,
y la luz es de nuevo
ascendiendo hacia el aire
la tersa calidez de sus alientos
lentamente erigidos;
brotan de fuerza y cólera
y de un aroma suave como espuma,
tal un leve recuerdo
que de pronto se hiciera un muro de dureza
o manantial de sombra.

Y en ti mi corazón no tiene forma
ni es un círculo en paz con su tristeza,
sino un pequeño fuego,
el grito que florece en medio de los labios
y torna a ser el fin
un sencillo reflejo de tu cuerpo,
el cristal que a tu imagen desafía,
el sueño que en tu sombra se aniquila.

Olas de luz tu voz, tu aliento y tu mirada
en la dolida playa de mi cuerpo;
olas que en mí desnúdanse como alas,
hechas rumor de espuma, oscuridad, aroma tierno,
cuando al sentirme junto a tu desnudo
se ilumina la forma de mi cuerpo.

Un mar de sombra eres, y entre tu sal oscura
hay un mundo de luz amanecido.







Alí Chumacero



miércoles, febrero 07, 2018

Los Amigos


A veces me pregunto qué fue de los amigos
después de que los días
han dejado caer su ceniza

Los que vivían en las barracas
sobre el río
un río sucio que parte la ciudad
en dos tajadas de hierba
Donde mujeres lentas de grandes pies
llevan fardos de trapos sobre la cabeza

El de la cachucha azul y raída
que limpiaba telares
Su padre era mecánico

y él también quería ser mecánico
Estoy seguro de que ambos
continúan comiendo su emparedado cotidiano
y su único amor son los tornillos

El flaco de la bicicleta
que todos envidiaban
porque tenía muchas revisas de Charles Atlas
y decía que era capaz de levantar 100 kilos
Tenía novia y no le gustaban las nubes
Después muchas ciudades
torres de acero bulevares
mujeres pintarrajeadas en las esquinas


restaurantes etc
donde todos están un poco solos
no se conocen pero se miran
apuestan a las carreras frente al televisor
los fines de semana
y desean ir al mar

Yo sigo buscando desde mis papeles
a la muchacha que se paraba
contra el poste de la luz




Pabellón de Palabras & Mario Rivero & Los Amigos




Mario Rivero


Howl








Howl









Allen Ginsberg

martes, febrero 06, 2018

Joya Abolida Para El Alma


No todo está perdido, piensas,
aguijoneado por el impulso de una redención,
aún es tiempo de que renazca
el árbol sacrificado por el verano.

Así pasas la vida, la fortuna,
imaginando el azul y el mar por ti cantado,
miras la noche que transcurre
sin una blancura, joya abolida para el alma.

¿Dónde lo verdadero entonces, dónde
la rosa revelada por un sombrío arrepentimiento?
Tal vez no todo sea falso, quizá tenga
ese color que dura después de la muerte.




Giovanni Quessep



Diamante


Si pudiera yo darte
La luz que no se ve
En un azul profundo
De peces. Si pudiera
Darte una manzana
Sin el edén perdido,
Un girasol sin pétalos
Ni brújula de luz
que se elevara, ebrio,
al cielo de la tarde;
y esta pagina en blanco
que pudieras leer
como se lee el más claro
jeroglífico. Si
pudiera darte, como
se canta en bellos versos,
unas alas sin pájaro,
siempre un vuelo sin alas,
mi escritura sería,
quizá como el diamante,
piedra de luz sin llama,
paraíso perpetuo.







Giovanni Quessep



lunes, febrero 05, 2018

In Memoriam


Today is Sunday.
I fear the crowd of my fellows with such faces of stone.
From my glass tower filled with headaches and impatient Ancestors,
I contemplate the roofs and hilltops in the mist.
In the stillness—somber, naked chimneys.
Below them my dead are asleep and my dreams turn to ashes.
All my dreams, blood running freely down the streets
And mixing with blood from the butcher shops.
From this observatory like the outskirts of town
I contemplate my dreams lost along the streets,
Crouched at the foot of the hills like the guides of my race
On the rivers of the Gambia and the Saloum
And now on the Seine at the foot of these hills.
Let me remember my dead!
Yesterday was All Saints’ Day, the solemn anniversary of the Sun,
And I had no dead to honor in any cemetery.
O Forefathers! You who have always refused to die,
Who knew how to resist Death from the Sine to the Seine,
And now in the fragile veins of my indomitable blood,
Guard my dreams as you did your thin-legged migrant sons!
O Ancestors! Defend the roofs of Paris in this dominical fog,
The roofs that protect my dead.
Let me leave this tower so dangerously secure
And descend to the streets, joining my brothers
Who have blue eyes and hard hands.








Léopold Sédar Senghor

Translated by Melvin Dixon



In Memoriam


C'est
Dimanche.

J'ai peur de la foule de mes semblables au visage de pierre.
De ma tour de verre qu'habitent les migraines, les
Ancêtres impatients

Je contemple toits et collines dans la brume
Dans la paix — les cheminées sont graves et nues.
A leurs pieds dorment mes morts, tous mes rêves faits poussière

Tous mes rêves, le sang gratuit répandu le long des rues,

mêlé au sang des boucheries.
Et maintenant, de cet observatoire comme de banlieue
Je contemple mes rêves distraits le long des rues, couchés

au pied des collines
Comme les conducteurs de ma race sur les rives de la

Gambie et du
Saloum
De la
Seine maintenant, au pied des collines.
Laissez-moi penser à mes morts !

C'était hier la
Toussaint, l'anniversaire solennel du
Soleil
Et nul souvenir dans aucun cimetière.

Ô
Morts, qui avez toujours refusé de mourir, qui avez su résister à la
Mort

Jusqu'en
Sine jusqu'en
Seine, et dans mes veines fragiles.

mon sang irréductible
Protégez mes rêves comme vous avez fait vos fils, les

migrateurs aux jambes minces.

I.
Ancien royaume du
Sénégal.



ô
Morts ! défendez les toits de
Paris dans la brume dominicale

Les toits qui protègent mes morts.

Que de ma tour dangereusement sûre, je descende dans la rue

Avec mes frères aux yeux bleus

Aux mains dures.








Léopold Sédar Senghor


domingo, febrero 04, 2018

Prière À L'Inconnu


Voilà que je me surprends à t'adresser la parole,
Mon Dieu, moi qui ne sais encore si tu existes
Et ne comprends pas la langue de tes églises chuchotantes.
Je regarde les autels, la voûte de ta maison,
Comme qui dit simplement: voilà du bois, de la pierre,
Voilà des colonnes romanes.

Il manque le nez à ce saint.
Et au-dedans comme au-dehors, il y a la détresse humaine.
Je baisse les yeux sans pouvoir m'agenouiller pendant la messe,
Comme si je laissais passer l'orage au-dessus de ma tête.
Et je ne puis m'empêcher de penser à autre chose.
Hélas! j'aurai passé ma vie à penser à autre chose.
Cette autre chose, c'est encore moi.
C'est peut-être mon vrai moi-même.
C'est là que je me réfugie.
C'est peut-être là que tu es.
Je n'aurai jamais vécu que dans ces lointains attirants.
Le moment présent est un cadeau dont je n'ai pas su profiter.
Je n'en connais pas bien l'usage.
Je le tourne dans tous les sens,
Sans savoir faire marcher sa mécanique difficile.
Mon Dieu, je ne crois pas en toi, je voudrais te parler tout de même.
J'ai bien parlé aux étoiles, bien que je les sache sans vie,
Aux plus humbles des animaux, quand je les savais sans réponse,
Aux arbres qui, sans le vent, seraient muets comme la tombe.
Je me suis parlé à moi-même, quand je ne sais pas bien si j'existe.
Je ne sais si tu entends nos prières, à nous les hommes,
Je ne sais si tu as envie de les écouter.
Si tu as, comme nous, un coeur qui est toujours sur le qui-vive
Et des oreilles ouvertes aux nouvelles les plus différentes
Je ne sais pas si tu aimes à regarder par ici.
Pourtant je voudrais te remettre en mémoire la planète terre
Avec ses fleurs, ses cailloux, ses jardins et ses maisons
Avec tous les autres et nous qui savons bien que nous souffrons.
Je veux t'adresser sans tarder ces humbles paroles humaines
Parce qu'il faut que chacun tente à présent tout l'impossible.
Même si tu n'es qu'un souffle d'il y a des milliers d'années
Une grande vitesse acquise
Une durable mélancolie
Qui ferait tourner encore les sphères dans leur mélodie
Je voudrais, mon Dieu sans visage et peut-être sans espérance
Attirer ton attention parmi tant de ciels vagabonde
Sur les hommes qui n'ont pas de repos sur la planète.
Ecoute-moi ! Cela presse. Ils vont tous se décourager
Et l'on ne va plus reconnaître les jeunes parmi les âgés
Chaque matin, ils se demandent si la tuerie va commencer.
De tous côtés, l'on prépare de bizarres distributeurs de sang de plaintes et de larmes
L'on se demande si les blés ne cachent pas déjà des fusils.
Le temps serait-il passé où tu t'occupais des hommes?
T'appelle-t-on dans d'autres mondes, médecin en consultation,
Ne sachant où donner de la tête
Laissant mourir sa clientèle?
Ecoute-moi! Je ne suis qu'un homme parmi tant d'autres.
L'âme se plait dans notre corps,
Ne demande pas à s'enfuir dans un éclatement de bombe.
Elle est pour nous une caresse, une secrète flatterie.
Laisse-nous respirer encore sans songer aux nouveaux poisons
Laisse-nous regarder nos enfants sans penser tout le temps à la mort.
Nous n'avons pas du tout le coeur aux batailles, aux généraux.
Laisse-nous notre va-et-vient, comme un troupeau dans ses sonnailles,
Une odeur de lait frais se mélant à l'odeur de l'herbe grasse.
Ah! si tu existes, mon Dieu, regarde de notre côté.
Viens te délasser parmi nous.
La terre est belle, avec ses arbres, ses fleuves et ses étangs,
Si belle, que l'on dirait que tu la regrettes un peu
Mon Dieu, ne va pas faire la sourde oreille
Et ne va pas m'en vouloir si nous sommes à tu et à toi
Si je te parle avec tant d'abrupte simplicité.
Je croirais moins qu'en tout autre en un Dieu qui terrorise.
Plus que par la foudre, tu sais t'exprimer par les brins d'herbe
Et par les jeux des enfants et par les yeux des ruisseaux.
Ce qui n'empêche pas les mers et les chaînes de montagnes.
Tu ne peux pas m'en vouloir de dire ce que je pense
De réfléchir comme je peux sur l'homme et sur son existence
Avec la franchise de la terre et des diverses saisons
Et peut-être de toi-même dont j'ignorerais les leçons
Je ne suis pas sans excuses
Veuille accepter mes pauvres ruses
Tant de choses se préparent sournoisement contre nous
Quoi que nous fassions, nous craignons d'être pris au dépourvu
Et d'être comme le taureau
Qui ne comprend pas ce qui se passe
Le mène-t-on à l'abattoir
Il ne sait où il va comme ça
Et juste avant de recevoir le coup de mort sur le front
Il se répète qu'il a faim et brouterait résolument
Mais qu'est-ce qu'ils ont ce matin avec leurs tabliers pleins de sang
A vouloir tous s'occuper de lui?







Jules Supervielle



Plegaria Al Desconocido


He aquí que me sorprendo hablándote, Dios mío,
yo, que no sé todavía si existes
ni comprendo la lengua de tus iglesias susurrantes.
Miro los altares, la bóveda de tu casa
como quien dice simplemente: “Esto es madera, esto es piedra,
aquéllas son columnas románticas, le falta la nariz a ese santo,
y adentro como afuera hay un mismo desamparo entre los hombres.
”Bajo los ojos sin poder arrodillarme durante la misa
como si dejara pasar una tormenta sobre mi cabeza
y no puedo evitar el pensar siempre en otra cosa.
Me pasaré la vida pensando en otra cosa,
y esa otra cosa soy yo, tal vez mi yo verdadero:
es allí donde me refugio, y tal vez sea allí donde tú estás,
creo que nunca podré vivir sino en esas lejanías que me seducen.
El momento presente es un regalo que no he sabido aprovechar,
no sé bien cómo se usa, lo volteo para un lado y para el otro
y no logro que funcione su difícil mecanismo.
No creo en ti, Dios mío, pero quisiera hablarte a pesar de todo;
he hablado con las estrellas aunque las sepa sin vida,
con los más humildes de los animales aunque los sepa sin respuesta,
con los árboles que, sin el viento, serían mudos como la tumba.
Y me he hablado a mí mismo aunque no estoy seguro del todo de que existo.
No se si oyes nuestras plegarias, las plegarias de los hombres,
no sé si tienes ganas de escucharlas,
no sé si tienes como nosotros un corazón en alerta continua
y oídos siempre abiertos a las noticias más diversas.
No sé si te gusta mirar por aquí.
Pero querría recordarte a tu planeta la Tierra,
con sus flores, sus guijarros, sus jardines y sus casas.
Con todos sus seres; con nosotros que sufrimos y lo sabemos.
Querría dirigirte cuanto antes estas humildes palabras humanas
porque cada cual debe intentar ahora lo imposible
aun si no eres más que un soplo de hace millares de años,
una gran velocidad adquirida, una melancolía durable
que hace aún girar a las esferas en su melodía.
Querría, Dios sin rostro y tal vez sin esperanza,
que prestaras toda tu atención, entre tantos cielos vagabunda,
a los hombres que nunca pueden darse un respiro en el planeta.
Escúchame, corre prisa: todos van a desalentarse
y ya no podremos distinguir a los jóvenes de los viejos.
Cada mañana se preguntan si la matanza va a comenzar.
Por todas partes se preparan extraños distribuidores
de sangre, de quejidos y de lágrimas.
Se preguntan si los trigos no esconden ya fusiles.
¿Se acabó el tiempo en que podías ocuparte de los hombres?
¿Te llaman de otros mundos, médico de consulta
que sin saber por dónde empezar deja morir a su clientela?
Escúchame, no soy más que un hombre entre tantos otros:
el alma está a gusto en el cuerpo, el alma no quiere escapar
en un estallido de bomba;
el alma es para nosotros una caricia, un secreto halago.
Déjanos respirar sin pensar en nuevos venenos,
déjanos mirar a nuestros niños sin pensar todo el tiempo en la muerte.
No estamos para batallas, para generales.
Déjanos nuestro ir y venir de rebaño entre cencerros
y olor a leche que se mezcla al olor de la hierba espesa.
Ah, si existes, mi Dios, mira de nuestro lado,
ven y descansa un rato entre nosotros, la Tierra es hermosa con sus árboles,
sus ríos y sus estanques, tan hermosa que uno diría
que la añoras un poco.
No te vayas a hacerte sordo una vez más
ni a sentirte conmigo, Dios, si te tuteo,
si te hablo con tan abrupta simplicidad:
creería menos que en cualquier otro en un Dios que aterrorizara;
y tú, más que por el rayo, sabes expresarte por las briznas de hierba
y los ojos del agua y los juegos de los niños,
lo cual no impide que haya océanos y cadenas de montañas.
No puedes ofenderte porque te digo lo que pienso,
porque reflexiono como puedo sobre el hombre y su existencia
con la franqueza de la tierra y de las diversas estaciones
y tal vez con tu franqueza cuyas lecciones ignoro.
No me faltan disculpas, consiente en aceptar mis pobres sutilezas,
tantas cosas se preparan solapadamente contra nosotros
que, por mucho que hagamos, tememos siempre que nos sorprendan desprevenidos,
tenemos ser como el toro que no comprende qué sucede:
lo llevan al matadero, no sabe adónde va,
y justo antes de recibir el golpe mortal sobre la frente
se repite que tiene hambre, y pastaría de buena gana,
¿pero qué pasa con esa gente de delantales llenos de sangre
para que así se empeñen todos en atenderlo esta mañana?




Jules Supervielle





Nieve Sobre París


Señor, tú que has visitado París, en este día de tu nacimiento 
porque se había vuelto avaro y malo
lo has purificado con el frío incorruptible
con la blanca muerte.
Esta mañana, hasta las chimeneas
de las fábricas cantan al unísono.
Arbolando banderas blancas
"Paz a los hombres de buena voluntad"
Señor, tú has propuesto la nieve de tu Paz al mundo dividido
A la europa dividida
A la España rasgada
Y el rebelde judío y católico ha disparado
sus mil cuatro cientos cañones contra las montañas de tu Paz.
Señor yo he aceptado tu frío blanco que quema más que la sal.
Y mi corazón se funde como nieve bajo el sol.
Olvido
las manos blancas que disparan tiros de fusil que destruyen imperios
las manos que flagelan esclavos, que te flagelan
las manos blancas polvorientas que te abofetean
las manos pintadas polvorientas blancas que me han abofeteado.
Las manos seguras que me han empujado
a la soledad. Al odio.
Las manos blancas que abatieron la selva
de roneros que dominaban africa, en el centro de Africa
Derechos y duros. Los Saras hermosos como los primeros hombres que surgieron de tus manos morenas.
Ellas abatieron la selva negra para hacer traversas de raíles de tren.
Ellas abatieron las selvas de Africa para salvar la civilización, porque hacía falta materia prima humana.

Señor, yo no saldré de mi reserva de odio, lo sé, ante los diplomáticos que muestran sus largos colmillos.
Y que mañana trocarán la carne negra.
Mi corazón, Señor, se ha fundido como la nieve sobre los tejados de París.
Al sol de tu dulzura.

Dulce para mis enemigos, para mis hermanos de manos blancas sin nieve
A causa también de manos de palizas, al atardecer, a lo largo de mis mejillas ardientes.






Léopold Sédar Senghor

Versión de Tierno Bokar