martes, enero 05, 2021

Azul de Luna


Cuando observo estos confines del mundo, con su horizonte enrojecido por el sol mientras desaparece, olvido lo que he sido. Mi espíritu emprende entonces la huída transformando tantas perspectivas como líneas de opción encuentra e ignorando los reproches que parecen preguntarle por qué él colma el espacio que lo rodea, como si por primera vez perteneciera a ese gran todo que tomó por techo.


Cuando observo los azules de luna que el mar regala a nuestros juegos y que entonces espirales de verde plancton luminoso acogen nuestros cuerpos agitando la calma neblina de un amor casi indecente, me doy cuenta de cuán parecido es al mío el cofre donde tu corazón se oculta buscando conjurar sus miedos.


Cuando observo estos confines del mundo, con un sol que incendia su horizonte mientras renace, olvido lo que has sido, como si la noche hubiera resguardado nuestro amor para que no se ahogue. Me sumerjo entonces en los placeres y renuevo la hazaña de ir a pedirle a la luna que me crea una última vez y  te devuelva todo el amor que yo tenía destinado para ti.











Zoufris Maracas

Versión al español de Mauricio Alejandro Moreno




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La Verdad De La Desnudez


"Yo lo sé bien."



La desesperanza no tiene alas,

el amor tampoco,

sin rostro,

no hablan,

yo no me muevo,

no les observo,

no les hablo

pero estoy tan vivo como mi amor y mi desesperanza.









Paul Éluard

Traducción de Mauricio Alejandro Moreno



Nudité De La Verité



"Je le sais bien."




Le désespoir n’a pas d’ailes,
L’amour non plus,
Pas de visage,
Ne parlent pas,
Je ne bouge pas,
Je ne les regarde pas,
Je ne leur parle pas
Mais je suis bien aussi vivant que mon amour et que mon désespoir.











Paul Éluard


jueves, diciembre 17, 2020

Me Va La Vida En Ello


Cierto que huí de los fastos y los oropeles
y que jamás puse en venta ninguna quimera
siempre evité ser un súbdito de los laureles
porque vivir era un vértigo y no una carrera


Pero quiero que me digas amor
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar era el verbo más bello
dímelo, me va la vida en ello
me va la vida en ello


Quiero que me digas amor
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello
dímelo, me va la vida en ello


Cierto que no prescindí de ningún laberinto
que amenazara con un callejón sin salida
ante otro más de lo mismo, creí en lo distinto
porque vivir era búsqueda y no una guarida


Pero quiero que me digas amor
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello
dímelo, me va la vida en ello


Quiero que me digas amor
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello
dímelo, me va la vida en ello


Cierto que cuando aprendí que la vida iba en serio
quise quemarla deprisa jugando con fuego
y me abrasé defendiendo mi propio criterio
porque vivir era más que unas reglas en juego


Pero quiero que me digas amor
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar era el verbo más bello
dímelo, me va la vida en ello
me va la vida en ello


Pero quiero que me digas amor...





















Silvio Rodríguez



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Me Va La Vida En Ello



martes, diciembre 15, 2020

Au Hasard


Au hasard une épopée, mais bien finie maintenant,
Tous les actes sont prisonniers
D'esclaves à barbe d'ancêtre
Et les paroles coutumières
Ne valent que dans la mémoire.


Au hasard tout ce qui brûle, tout ce qui ronge,
Tout ce qui use, tout ce qui mord, tout ce qui tue,
Mais ce qui brille tous les jours
C'est l'accord de l'homme et de l'or,
C'est un regard lié à la terre.


Au hasard une délivrance,
Au hasard l'étoile filante
Et l'éternel ciel de ma tête
S'ouvre plus large à son soleil,
A l'éternité du hasard.























Paul Éluard

lunes, diciembre 14, 2020

Y sin embargo, de nuevo este cielo...


Y sin embargo, de nuevo este cielo, 
¡Dios!, este cielo y esta hermosa luz que no envejece,
y bajo esa luz los crímenes,
y los injustamente muertos,
y otra vez los ríos enlodados de muertos y de crímenes
y una señora que llora, sola entre niños dormidos, solos y hambrientos, etc., etc., 

y tus caderas, Amor, 

y aquello que no sé y me llama, esa cosa que aletea a lo lejos sobre un campo abierto, 

y un poco tu mano, y otra vez tu otra mano, amor,
sobre mi espalda, viva precisamente por tus manos, 

y tus tobillos sobre los que mis pies intentan una caricia, 

y tu voz, y tu respiración cansada sobre mi cuello,



y otra vez esa cosa tan difusa
aleteando sobre un territorio que no sé y me llama: 



cierta indeclinable, rara y anónima necesidad de libertad.






















Gabriel Jaime Franco


viernes, diciembre 11, 2020

Hombre


De quererte cantar sufro disnea
bastante más allá de los pulmones.
Tu sombra brilla hoy en la pelea mayor
de la conciencia y las razones.


Por ti canto de pecho,
como el sueño en que giro
y leve, como aún respiro.
Por ti adelanto trecho
a lo que falta entono
y canto lo que no perdono.


Hombre, hombre y amigo,
aún queda para estar contigo.
Hombre, hombre sin templo
desciende a mi ciudad tu ejemplo.


Supiste cabalgar contra quien odia
desde su torre de oro y exterminio,
pero, en mi parecer, te dio más gloria
el alma que tallaste a tu dominio.
La medicina escasa,
la más insuficiente
es la de remediar la mente.
Y la locura pasa
risueña cuando engaña,
cual odio de la propia entraña.


Hombre sin apellido,
un poco de piedad te pido:
hombre, hay todavía,
que un tanto más allá está el día.
De la melena inculta a la calvicie,
del número inicial al incontable,
desde la tumba hasta la superficie,
tras breve veinte tan multiplicable
me llega un canto alado
de fiebres de la infancia,
me brota la invención del ansia
y entero y mutilado,
furiosamente a besos,
te doy mi corazón travieso:


Hombre, hombre sin muerte,
la noche respiró tu suerte,
hombre de buen destino,
y hay luces puestas en camino.





















Silvio Rodríguez




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Hombre





miércoles, noviembre 18, 2020

Dispositions Poétiques


Les étoiles n’avaient qu’un rôle :
M’apprendre à lire
J’ai une langue dans le ciel
Et sur terre, j’ai une langue
Qui suis-je ? Qui suis-je ?


Je ne veux pas répondre ici
Une étoile pourrait tomber sur son image
La forêt des châtaigniers, me porter de nuit
Vers la voie lactée, et dire
Tu vas demeurer là


Le poème est en haut, et il peut
M’enseigner ce qu’il désire
Ouvrir la fenêtre par exemple
Gérer ma maison entre les légendes
Et il peut m’épouser. Un temps


Et mon père est en bas
Il porte un olivier vieux de mille ans
Qui n’est ni d’Orient, ni d’Occident
Il se repose peut-être des conquérants
Se penche légèrement sur moi
Et me cueille des iris


Le poème s’éloigne
Il pénètre un port de marins qui aiment le vin
Ils ne reviennent jamais à une femme
Et ne gardent regrets, ni nostalgie
Pour quoi que ce soit


Je ne suis pas encore mort d’amour
Mais une mère qui voit le regard de son fils
Dans les œillets, craint qu’il ne blessent le vase
Puis elle pleure pour conjurer l’accident
Et me soustraire aux périls
Que je vive, ici là


Le poème est dans l’entre-deux
Et il peut, des seins d’une jeune fille, éclairer les nuits
D’une pomme, éclairer deux corps
Et par le cri d’un gardénia
Restituer une patrie


Le poème est entre mes mains, et il peut
Gérer les légendes par le travail manuel
Mais j’ai égaré mon âme
Lorsque j’ai trouvé le poème
Et je lui ai demandé
Qui suis-je ?
Qui suis-je ?








 








Mahmoud Darwish

Traduction de Elias Sanbar


martes, noviembre 17, 2020

Il Étreint Son Assassin


Il étreint son assassin pour gagner sa compassion : M'en voudras-tu beaucoup si j'en réchappe? Frère... mon frère! Qu'ai-je fait pour que tu m'assassines ?... Deux rapaces nous survolent, dirige ton feu vers le haut ! Déverse ton enfer loin de moi... Viens donc à la petite maison de ma mère, qu'elle te prépare un plat de fèves. Que dis-tu? Que dis-tu ? Tu es las de mes étreintes et de mon odeur ? Fatigué de ta peur tapie en moi ? Mais alors, jette cette arme dans le fleuve! Que dis-tu ?... Un ennemi sur sa rive a mis en joue cette étreinte ? Tire donc sur l'ennemi, nous échapperons ainsi à son feu et tu éviteras la faute. Que dis-tu ? Tu vas me tuer pour que l'ennemi rentre chez lui – chez nous – et que tu reviennes au mythe de la caverne? Qu'as-tu fait du café de ma mère et de la tienne ? Qu'ai-je commis pour que tu me tues, mon frère ? Je ne relâcherai pas mon étreinte
Et ne te lâcherai pas ! 




1986




















Mahmoud Darwish

Traduction de Elias Sanbar



lunes, noviembre 09, 2020

Su Majestad La Mar


En las primeras notas por mí tocadas
para usted, Su majestad la mar, para sus olas
venidas a estrellarse desde el otro extremo del mundo
yo tendría mil preguntas
para usted que cruzó los inviernos
que aún no llegan a la orilla de mi hemisferio
a la orilla de mi hemisferio



En las siguientes notas tocadas para usted, Su majestad la mar
para las olas que se llevarán del fondo de la garganta
el último sabor amargo: la despedida de mi madre
yo tendría mil preguntas
para usted, que habló con los ríos
y rodó tanta roca e inundó tanta miseria



Para usted, que ahogó a tanto niño que huía de la guerra,
que unos bastardos armaron para cimentar sus empresas
yo tendría mil preguntas para usted, Su majestad la mar
Ante tanto absurdo y en nombre del gran universo
¿No podría usted una sola vez hundir los yates de esos multimillonarios
y no las balsitas de madera en las que amontonados sueñan mis hermanos?
y no las balsitas de madera en las que amontonados sueñan mis hermanos?



En las últimas notas que tocaría para usted, Su majestad la mar 
para mi último trago de agua salada, para mi última bocanada de aire
para la ola que doblegará mi voluntad de resistir
en nombre del gran universo y ante tanto absurdo
Me gustaría encontrar la paz, abandonarme al fin
me gustaría encontrar la paz, por usted dejarme llevar al fin
y en fin abandonarme a sus brazos, su majestad la mar
y en fin dejarme hundir, sin papeles, Su majestad la mar 

















Zoufris Maracas

Traducción de Mauricio Alejandro Moreno



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Enlace a la canción en francés:
Sa majesté la mer


martes, noviembre 03, 2020

Poesía Oscura Y Poesía Clara


Como la magia, la poesía es oscura o clara según esté al servicio de lo sub-humano o de lo sobre-humano.


Las disposiciones innatas dirigen la maquinaria del poeta claro y del poeta oscuro. Para algunos esto es obra de un don misterioso, de una impronta de las fuerzas superiores; para otros, una enfermedad o una maldición. No importa. ¡O, de hecho, sí! - Sería muy importante si pudiéramos comprender el origen de nuestras estructuras esenciales: quien pudiera comprenderlas se libraría de ellas. De su naturaleza de poeta, el poeta claro aspira a la comprensión, a la emancipación y a la soberanía. El poeta oscuro de ella se aprovecha y se esclaviza.


¿Pero de qué se trata este "don", común a todos los poetas? Se trata de un vinculo particular entre las diversas vidas que componen nuestra vida, de tal manera que por un cierto momento algún gesto de una de estas vidas no es ya un signo exclusivo de esta última sino que puede convertirse, a través de una resonancia interna, en signo de una emoción que agrupa todo el color o el sonido o el sabor de uno mismo. Esta emoción central, profundamente oculta en nosotros, sólo vibra y brilla en raros momentos. Esos momentos serán para el poeta sus momentos poéticos y todos sus pensamientos y sensaciones y gestos y palabras, en dichos momentos, serán signos de la emoción central. Y cuando una unidad de significación de todos estos signos se concreta en imagen batida con palabras, diremos de él, con mayor énfasis, que es un poeta. Esto es lo que llamaremos "don poético", a falta de mayor conocimiento.


El poeta tiene una noción más o menos confusa de su don. El poeta oscuro lo usa para su satisfacción personal. Cree que tiene el mérito de este don, cree que produce poemas a voluntad. O, cuando se entrega a la maquinaria de los significantes resonantes, se jacta de estar poseído por un espíritu superior, que lo habría elegido como su intérprete. En cualquier caso, el don poético está al servicio del orgullo y de una imaginación engañosa. Combinador o inspirado, el poeta oscuro se miente a sí mismo y se cree alguien. Orgullo, mentira... un tercer factor también lo caracteriza: pereza. Sí, él tiembla y él se angustia y parece de otro mundo. Pero toda esta agitación es automática, él mismo incluso se abstiene de interferir en ella - ese sí mismo pobre y desnudo que no quiere ser visto ni verse pobre y desnudo, que cada uno de nosotros trata de ocultar bajo sus máscaras. Es el "don" quien opera en él, y él lo disfruta como un voyeur, sin mostrarse; él se reviste del "don" como el cangrejo ermitaño de vientre blando se refugia y se adorna con un caparazón de murex, hecho para producir la púrpura real y no para cubrir engendros. Pereza de verse, de dejarse ver, miedo de no tener otra riqueza que las responsabilidades que uno asume, es esta la pereza de la que hablo - ¡Oh madre de todos mis vicios!




La poesía oscura es tan fértil en prestigios como los sueños y el opio. El poeta oscuro saborea todos los placeres, porta todos los ornamentos, ejerce todos los poderes - en la imaginación. El poeta claro privilegia la realidad, incluso pobre, ante las prosperas mentiras. Su trabajo es una lucha incesante contra el orgullo, la imaginación y la pereza. Al aceptar su don, aunque sufra, y sufra de así sufrir, él apunta a ponerlo al servicio de fines superiores a sus deseos egoístas, al servicio de la causa aún desconocida de este don.


Yo no diría: aquel es un poeta claro, aquel otro un poeta oscuro. Estas serían apenas ideas, esto equivaldría a caer en opiniones, discusiones y errores. Ni siquiera diría: aquel posee el don poético; aquel otro, no. ¿Lo poseo yo? A menudo lo dudo, a veces creo estar seguro de ello. Nunca estoy seguro de una vez por todas. Cada vez la pregunta es nueva. A la llegada de cada amanecer, el misterio sigue ahí. Pero si alguna vez yo fui poeta, sin duda fui yo un poeta oscuro; y si mañana yo debo ser poeta, espero ser yo un poeta claro. De hecho, toda la poesía humana es una mezcla de claridad y oscuridad; pero una tiende hacia la claridad, la otra hacia la oscuridad.


Esa que tiende hacia la oscuridad no necesita de esfuerzo alguno en su tarea. Sigue la pendiente natural y sub-humana. No hace falta esfuerzo para presumir, para soñar, mentir y holgazanear; ni para calcular y combinar cuando los cálculos y las combinaciones están al servicio de la vanidad, de la imaginación, de la inercia. Pero la poesía clara va a contracorriente; como la trucha, ella remonta el río para dar a luz en la fuente viva. Ella resiste con fuerza y astucia a las fantasías de los rápidos y de los remolinos; ella no cede a la distracción ante el resplandor de burbujas que pasan, ni cede a la corriente hacia los suaves valles limosos.


¿Cómo libra esta lucha un poeta en búsqueda de claridad? Diré cómo libro yo esta lucha, en mis raros y mejores momentos, para que un día (de ser poeta) de mi poesía todavía en penumbra emane al menos una sed de claridad.


Distinguiré tres fases en la operación poética: aparición, revestimiento en imágenes y expresión verbal del germen luminoso.


Cada poema nace de un germen, al principio oscuro, al que hace falta iluminar para que coseche frutos de luz. En el poeta oscuro, el germen oscuro permanece y suscita una ciega vegetación subterránea. Para hacerlo brillar hay que callar, porque este germen es el Punto-a-nombrar- en sí mismo, la emoción central que a través de toda mi máquina quiere expresarse. La máquina por sí misma es oscura, pero le gusta proclamarse luminosa, y logra hacerlo creer. Tan pronto como se pone en marcha con el impulso del germen, pretende actuar por cuenta propia, para exhibirse, y para el placer vicioso de cada una de sus palancas y engranajes. ¡Silencio entonces, la máquina! ¡Trabaja y calla! Silencio a los juegos de palabras, a los versos memorizados, a los recuerdos fortuitamente reunidos; silencio a la ambición, al deseo de brillar -porque la luz se basta a sí misma para brillar-; silencio a la complacencia de sí, a la compasión de sí; !silencio al gallo que cree dar salida al sol! Y el silencio retira la oscuridad; la semilla comienza a brillar, aclarando, no aclarada. Esto es lo que se debería hacer. Es muy difícil, pero cada pequeño esfuerzo es recompensado con un pequeño destello de luz. El Punto-a-nombrar aparece entonces, en lo más íntimo de uno mismo, como una eterna certeza -conocida, reconocida y esperada al mismo tiempo-, como un punto luminoso que contiene la inconmensurable voluntad de ser.


La segunda fase es el revestimiento del germen luminoso,- revelador pero no revelado, invisible como la luz y silencioso como el sonido-, su revestimiento con las imágenes que lo manifestarán. Aquí también hace falta, al revisar las imágenes, rechazar y sujetar en su lugar a las que sólo quieren servir a la facilidad, la mentira y el orgullo. ¡Hermosas hay tantas para querer mostrar! Pero al terminar de ordenar, es necesario permitir que sea el mismo germen quien elija la planta o el animal que revestirá con vida.


Y en tercer lugar está la expresión verbal donde son importantes, no sólo el trabajo interior, sino también la ciencia y la experiencia exteriores. El germen tiene su propia respiración. Su soplo se apropia de los mecanismos de expresión comunicándoles su cadencia. Por lo tanto, que estos mecanismos estén bien aceitados y en su justa medida relajados, para que no empiecen a bailar sus propios bailes, a cantar con métricas incongruentes. Y al mismo tiempo que somete los sonidos del lenguaje a su respiración, el Punto-a-nombrar también los obliga a contener sus imágenes. ¿Cómo hace esta doble operación? Ese es el misterio. No es por combinación intelectual: tomaría demasiado tiempo; ni por instinto: el instinto no inventa. Este poder se ejerce gracias al vinculo especial que existe entre los elementos de la maquinaria del poeta, que une en una sola sustancia viva materiales tan diferentes como emociones, imágenes, conceptos y sonidos. La vida de este nuevo organismo es el ritmo del poeta.




El poeta oscuro hace justo lo contrario, aunque una similtud precisa de estas operaciones tiene lugar en su interior. Su poesía le abre muchos mundos, pero son mundos sin sol, iluminados por cien lunas fantásticas, poblados por fantasmas, adornados con espejismos y a veces pavimentados con buenas intenciones. La poesía clara abre la puerta a un mundo único, al del único Sol, sin prestigio, real.


Yo declaré aquello que haría falta hacer para transformarse en un poeta claro. ¡Hace falta que yo lo logre! Incluso en la prosa, en la palabra y en la escritura corrientes -como en todos los aspectos de mi vida cotidiana-, todo lo que produzco es sombrío, desmesurado, sucio, mezcla de luz y de noche. Entonces, retomo la lucha después. Me releo. Entre mis frases, veo palabras, expresiones, parásitos que no sirven al Punto-a-nombrar; una imagen que se pretendía extraña, un juego de palabras que se creyó gracioso, una pedantería de cierto fanfarrón que debería permanecer sentado en su escritorio en lugar de venir a tocar la flauta con mi cuarteto de cuerdas, - y, cosa notable, al mismo tiempo es una falta de gusto, de estilo o incluso de sintaxis. El lenguaje mismo parece configurado para detectar a los intrusos. Pocos errores son de técnica pura. Casi todos ellos son mis defectos. Y tacho, y corrijo, con la alegría que uno puede sentir al cortarse del cuerpo una porción gangrenada.























(1941.)


René Daumal

Traducción de Mauricio Alejandro Moreno

(2020)


Poésie Noire Et Poésie Blanche


Comme la magie, la poésie est noire ou blanche, selon qu'elle sert le sous-humain ou le surhumain.

Ce sont les mêmes dispositions innées qui ordonnent la machinerie du poète blanc et du poète noir. Certains les appellent un don mystérieux, un sceau des puissances supérieures, d'autres une infirmité ou une malédiction. N'importe. Ou plutôt si! — il importerait fort, mais nous ne sommes pas encore devenus aptes à comprendre l'origine de nos structures essentielles. Qui les comprendrait s'en délivrerait. Le poète blanc cherche à comprendre sa nature de poète, à s'en libérer et à la faire servir. Le poète noir s'en sert et s'y asservit.

Mais qu'est-ce que ce « don » commun à tous poètes ? C'est une liaison particulière entre les diverses vies qui composent notre vie, telle que chaque manifestation d'une de ces vies n'en est plus seulement le signe exclusif, mais peut devenir, par une résonance intérieure, le signe de l'émotion qui est, à un moment donné, la couleur ou le son ou le goût de soi-même. Cette émotion centrale, profondément cachée en nous, ne vibre et ne brille qu'à de rares instants. Ces instants seront, pour le poète, ses moments poétiques, et toutes ses pensées et sensations et gestes et paroles, en un tel moment, seront les signes de l'émotion centrale. Et lorsque l'unité de leur signification se réalisera dans une image qui s'affirmera par des mots, c'est alors plus spécialement que nous dirons qu'il est poète. Voilà ce que nous appellerons « don poétique », faute d'en savoir plus long.

Le poète a une notion plus ou moins confuse de son don. Le poète noir l'exploite pour sa satisfaction personnelle. Il croit qu'il a le mérite de ce don, il croit que lui, il fait volontairement des poèmes. Ou bien, s'abandonnant au mécanisme des signi
fications résonnantes, il se vante d'être possédé par un esprit supérieur, qui l'aurait choisi comme son interprète. Dans les deux cas, le don poétique est au service de l'orgueil et de la fallacieuse imagination. Combineur ou inspiré, le poète noir se ment à lui-même et se croit quelqu'un. Orgueil, mensonge, — un troisième terme encore le caractérise : paresse. Non qu'il ne s'agite et peine, ou qu'il semble du dehors. Mais tout ce remuement se fait tout seul, il se garde même bien d'y intervenir lui-même, — ce lui-même pauvre et nu qui ne veut pas être vu ni se voir pauvre et nu, que chacun de nous s'efforce de cacher sous ses masques. C'est le « don » qui opère en lui, il en jouit comme un voyeur, sans se montrer, il s'en habille comme le bernard-l'hermite au ventre mou s'abrite et se pare de la coquille du murex, faite pour produire la pourpre royale et non pour revêtir des avortons honteux. Paresse de se voir, de se laisser voir, peur de n'avoir d'autre richesse que les responsabilités qu’on assume, c'est de cette paresse que je parle — ô mère de tous mes vices!

La poésie noire est féconde en prestiges comme le rêve et comme l'opium. Le poète noir goûte tous les plaisirs, se pare de tous les ornements, exerce tous les pouvoirs, — en imagination. Le poète blanc préfère aux riches mensonges le réel, même pauvre. Son œuvre, c'est une lutte incessante contre l'orgueil, l'imagination et la paresse. Acceptant son don, même s'il en souffre et souffre d'en souffrir, il cherche à le faire servir à des fins supérieures à ses désirs égoïstes, à la cause encore inconnue de ce don.

Je ne dirai pas : un tel est un poète blanc, un tel un poète noir. Ce serait, d'idées, tomber en opinions, en discussions et en erreur. Je ne dirai même pas : un tel a le don poétique, un tel ne l'a pas. L'ai-je ? Souvent j'en doute, parfois je crois en être sûr. Je n'en suis jamais certain une fois pour toutes. Chaque fois la question est nouvelle. Chaque fois que l'aube paraît, le mystère est là tout entier. Mais si je fus jadis poète, certaine ment je fus un poète noir, et si demain je dois être un poète, je veux être un poète blanc. De fait, toute poésie humaine est mêlée de blanc et de noir; mais l'une tend vers le blanc, l'autre vers le noir.

Celle qui tend vers le noir n'a pas d'effort à faire pour cela. Elle suit la pente naturelle et sous-humaine. On n'a pas à faire effort pour se vanter, pour rêver, se mentir et paresser; ni pour calculer et combiner, lorsque calculs et combinaisons sont au service de la vanité, de l'imagination, de l'inertie. Mais la poésie blanche va à contre-pente, elle remonte le courant, comme la truite, pour aller engendrer à la source vive. Elle tient tête, par force et par ruse, aux fantaisies des rapides et des remous, elle ne se laisse pas distraire par le chatoiement des bulles qui passent, ni emporter par le courant vers les douces vallées limoneuses.

Comment mène-t-il cette lutte, le poète qui veut devenir un poète blanc? Je dirai comment j'essaie de la mener, à mes rares meilleurs moments, afin qu'un jour, si je suis un poète, de ma poésie, si grise soit-elle, émane au moins un désir de blancheur.

Je distinguerai trois phases dans l'opération poétique : celle du germe lumineux, celle du vêtement d'images, et celle de l'expression verbale.

Tout poème naît d'un germe, d'abord obscur, qu'il faut rendre lumineux pour qu'il produise des fruits de lumière. Chez le poète noir, le germe reste obscur et produit d'aveugles végétations souterraines. Pour le faire briller, il faut faire silence, car ce germe, c'est la Chose-à-dire elle-même, l'émotion centrale qui à travers toute ma machine veut s'exprimer. La machine par elle-même est obscure, mais elle aime à se proclamer lumineuse, et parvient à le faire croire. Sitôt mise en branle par la poussée du germe, elle prétend agir pour son propre compte, pour s'exhiber, et pour le plaisir vicieux de chacun de ses leviers et de ses rouages. Silence donc, la machine! Fonctionne et tais toi! Silence aux jeux de mots, aux vers mémorisés, aux souvenirs fortuitement assemblés, silence à l'ambition, au désir de briller — car la lumière seule brille par elle-même —, silence à la flatterie de soi, à la pitié de soi, silence au coq qui croit faire lever le soleil! Et le silence écarte les ténèbres, le germe commence à luire, éclairant, non éclairé. Voilà ce qu'il faudrait faire. C'est très difficile, mais chaque petit effort reçoit en récompense une petite lueur de lumière. La Chose-à-dire apparaît alors, au plus intime de soi, comme une certitude éternelle, — connue, reconnue et espérée en même temps —, un point lumineux contenant l'immensité du désir d'être.

La deuxième phase, c'est l'habillement du germe lumineux, qui révèle mais n'est pas révélé, invisible comme la lumière et silencieux comme le son —, son habillement par les images qui le manifesteront. Là encore, il faut, passant en revue images, rejeter et enchaîner à leurs places celles qui ne veulent servir que la facilité, le mensonge et l'orgueil. Il y en a tant de belles, qu'on voudrait montrer! Mais, l'ordre fait, il faut laisser le germe lui-même choisir la plante ou l'animal dont il va se vêtir en lui donnant la vie.

Et vient, troisièmement, l'expression verbale, où comptent non plus seulement le travail intérieur, mais aussi la science et le savoir-faire extérieurs. Le germe a sa respiration propre. Son souffle s'empare des mécanismes de l'expression en leur communiquant sa cadence. Donc, que ces mécanismes soient d'abord bien huilés et juste assez détendus, afin qu'ils ne se mettent pas à danser leurs danses à eux, à scander des mètres incongrus. Et en même temps qu'elle plie les sons du langage à son souffle, la Chose-à-dire les astreint aussi à contenir ses images. Cette double opération, comment la fait-elle ? C'est cela le mystère. Ce n'est pas par combinaison intellectuelle : il y faudrait trop de temps; ni par instinct : l'instinct n'invente pas. Ce pouvoir s'exerce grâce à la liaison particulière qui existe entre les éléments de la machinerie du poète, et qui unit en une seule substance vivante les matières si différentes que sont les émotions, les images, les concepts et les sons. La vie de ce nouvel organisme, c'est le rythme du poète.

Le poète noir fait à peu près tout le contraire, bien que l'exacte semblance de ces opérations s'effectue en lui. Sa poésie lui ouvre de nombreux mondes, certes, mais des mondes sans Soleil, éclairés de cent lunes fantastiques, peuplés de fantômes, ornés de mirages et parfois pavés de bonnes intentions. La poésie blanche ouvre la porte d'un seul monde, de celui du seul Soleil, sans prestiges, réel.

J'ai dit ce qu'il faudrait faire pour devenir un poète blanc. Il s'en faut que j'y parvienne! Même dans la prose, dans la parole et l'écriture ordinaires, — comme dans tous les aspects de ma vie quotidienne —, tout ce que je produis est gris, pie, souillé, mêlé de lumière et de nuit. Alors, je reprends la lutte après coup. Je me relis. Parmi mes phrases, je vois des mots, des expressions, des parasites qui ne servent pas la Chose-à-dire ; une image qui a voulu être étrange, un calembour qui s'est cru drôle, une pédanterie d'un certain cuistre qui devrait bien rester assis à son bureau, au lieu de venir jouer du flageolet dans mon quatuor à cordes, — et, chose remarquable, du même coup c'est une faute de goût, de style ou même de syntaxe. La langue elle-même semble agencée pour me déceler les intrus. Peu de fautes sont de technique pure. Presque toutes sont mes fautes. Et je raie, et je corrige, avec la joie qu'on peut avoir à se couper du corps un morceau gangrené.




















(1941.) 



René Daumal


lunes, julio 20, 2020

Jactancia De Quietud



Escrituras de luz embisten la sombra, más prodigiosas que meteoros.
La alta ciudad inconocible arrecia sobre el campo.
Seguro de mi vida y de mi muerte, miro los ambiciosos y quisiera entenderlos.
Su día es ávido como el lazo en el aire.
Su noche es tregua de la ira en el hierro, pronto en acometer.
Hablan de humanidad.
Mi humanidad está en sentir que somos voces de una misma penuria.
Hablan de patria.
Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y una vieja espada,
la oración evidente del sauzal en los atardeceres.
El tiempo está viviéndome.
Más silencioso que mi sombra, cruzo el tropel de su levantada codicia.
Ellos son imprescindibles, únicos, merecedores del mañana.
Mi nombre es alguien y cualquiera.
Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no espera llegar.













Pancorbo: Between Junk














Jorge Luis Borges


Despertar



Entra la luz y asciendo torpemente
de los sueños al sueño compartido
y las cosas recobran su debido
y esperado lugar y en el presente
converge abrumador y vasto el vago
ayer: las seculares migraciones
del pájaro y del hombre, las legiones
que el hierro destrozó, Roma y Cartago.


Vuelve también la cotidiana historia:
mi voz, mi rostro, mi temor, mi suerte.
¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte,
me deparara un tiempo sin memoria
de mi nombre y de todo lo que he sido!
¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido!








Pancorbo: La Playa Del Olvido








Jorge Luis Borges

martes, junio 23, 2020

Bleu De Lune


Quand j’aperçois ces bouts du monde et qu’à leur horizon rougeoie l’astre solaire disparaissant, je n’ai plus souvenir de moi. Mon esprit alors prend la fuite investissant les perspectives comme autant de lignes de choix et faisant fi des invectives semblant lui demander pourquoi empli l’espace environnant, comme si c’était la première fois qu’il appartenait au grand tout duquel il aurait fait son toit.


Quand j’aperçois les bleus de lunes que la mer offre à nos ébats et qu’alors nos corps s’envolutent de verts planctons luminescents troublant le calme de la brume d’un amour quasi indécent, je réalise combien l’écrin dans lequel est caché ton cœur est en tout point semblable au mien cherchant à conjurer ses peurs.


Quand j’aperçois ces bouts du monde et qu’a leur horizon flamboie l’astre solaire renaissant, je n’ai plus souvenir de toi, comme si la nuit avait gardé notre amour pour qu’il ne se noie. Je plonge alors dans les plaisirs et je renouvelle l’exploit d’aller demander à la lune qu’elle me croie une dernière fois et qu’elle te rende tout l’amour que j’avais de côté pour toi.











Julia Everett: Once in a Blue Moon











Zoufris Maracas





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Bleu De Lune