domingo, diciembre 25, 2016

Presencia Del Ritmo


No era un recuerdo era un perenne ritmo
cayendo, pálido, entre la voz y el sueño.
Interesando a las cosas o dándoles su color,
manso cayendo, fluyendo, con su olvido
persistente de días lejanos, cielos claros,
noches de amor, otras vidas vividas.
No. Era solo limpia, insinuantemente, un ritmo.

Era un ritmo, no más, entre la palabra y el silencio.
Actuante, tenaz, indicativo, hablando acaso
de mil presencias muertas, un grito sin saliva,
un apretón de manos ¿en qué planeta?, un cruce de caminos,
¡qué se yo!, la cadencia del llanto o sangre blanca.
Pero no. No era llanto o grito, era solamente un ritmo.

Era tan solo un ritmo, algo sin valor o casi nada.
Sin oficio en la razón o en la fecha de algún gozo.
Lejos de cuanto está aquí y al tocarlo ya no es.
La nube, el paso, el agua, el gran periódico del Cosmos.
Ninguna de esas minucias. Era un ritmo tan solo.

No era una orden de triunfo o derrota. Era un gozoso
manso ritmo cayendo sobre el nocturno vigilante de la sangre,
sin el tropiezo de la noche verdadera del pie ciego.
No era un azar, nada aleatorio ni inseguro.
Era un ritmo, era tan solo un ritmo limpio y generoso.

No era una música adormecida o despierta de otro tiempo. Ningún recuerdo en mí de viejas marchas crecidas.
No era odio o amor, interés o abandono o el saber llevar el nombre
como una inscripción o anticipo de lápida a la manera de todos.
No. Era un ritmo, un dulce ritmo visitante, solo un ritmo.

No era voz de hambre o hartazgo ni esa alusión premonitoria
de llevar tierra en las plantas y cielo en nuestros ojos.
No era modestia, no era tolerancia de nuestra condición de presos.
Ni siquiera el estar solo en ese punto del ser donde alguien aúlla.
Era sencillamente un ritmo, sin dolor ni hambre ni sed.

Digo, repito, me ha llegado un ritmo esta mañana.
Un ritmo sin congoja que ignora el afán, ni exige lucha ni trabajo
ni la tristeza de abotonarse y desabotonarse en una vida
ni si es condición del ser humano morder con la palabra.
No es dulce ni es amargo, violento o suave, alegre o triste.
Es un ritmo, un ritmo, y ahora ha venido a mi compañía.




Luis Vidales


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