“Sentir, es magnífico; Escribir, exultante; Habitar, lo sumo;
Pero, ¿dónde está el lugar aplacado, el sitio de reunión,
el punto del encuentro solvente?”
Pero, ¿dónde está el lugar aplacado, el sitio de reunión,
el punto del encuentro solvente?”
Rafael Cadenas
mientras íbamos a la búsqueda de dioses más benévolos,
que también nosotros éramos hijos de la guerra,
que nuestros padres habían escapado de la muerte
en una noche oscura,
extensa de pájaros de sombra,
que su duro aprendizaje fue la huida,
el aplazamiento y el desplazamiento de la esperanza.
Supimos que habían huido protegiendo a sus cachorros,
abandonando sus cotos de caza,
los campos roturados,
con el corazón a punto de estallar
y el vientre oprimido por el miedo,
sin porvenir, des-olados,
sin tiempo y perseguidos por la muerte.
Y vimos las cruces anónimas,
las decapitaciones,
los empalamientos,
las migraciones,
las aguas míticas enlodadas de muertos.
los campos en los que habría transcurrido nuestra infancia
cultivados por la muerte.
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